CAPÍTULO 48: EL RODEOEl gran día finalmente llegó. Estaba segura de que podría hacerlo, pero ahora que me veo a pocos minutos del evento siento un nudo en el estómago que me impide respirar. El bullicio de la gente, el presentador animando y anunciando lo que se hará en el evento, los caballos relinchando y el golpeteo incesante de mi corazón hacen que el pánico se apodere de mí.—No puedo hacerlo —susurro, el miedo se filtra en cada palabra—. No puedo —jadeo, perdiendo el control de mi cuerpo.De pronto, siento un par de manos sujetándome firmemente por los hombros. Ricardo me hace girar y verlo directo a los ojos. Mi respiración se acelera, pero él, de la nada, sostiene mis mejillas entre sus manos, mirándome con una seriedad que hiela mi sangre.—Sí puedes hacerlo, potrilla —dice, su es voz baja y cortante. Me hace estremecer, pero al mismo tiempo me inyecta de seguridad. —No…—Sí —interrumpe con firmeza—. Si fuiste capaz de controlar a una mujer adicta que estaba amenazando con
CAPÍTULO 49: ALLANAMIENTOLucía se estaciona frente a la enorme mansión de Leonardo. A diferencia de su tío, a Leonardo le gusta más el lujo y la ostentación. Lejos de los ranchos ganaderos de Houston, su casa se alza en la zona adinerada de la ciudad. Estar frente a este lugar me trae demasiados recuerdos tristes. Pensé que los había superado, pero ahora me doy cuenta de que no es tan así.Cuando me llevaron a la cárcel ni siquiera pude sacar mis cosas, todo lo que tenía aquí lo perdí; incluyendo el único recuerdo que me quedaba de mi madre. Un dije que me regaló. Suspiro, me bajo del auto mirando la imponente estructura. Un viento helado repentino me hace tiritar y eriza los vellos de mi piel.—¿Aquí vivías con tu ex? —pregunta Lucía sin disimular su curiosidad. —Sí, pero no es un recuerdo bonito —admito con pesar.—Vamos a encontrar las pruebas para hundir a ese desgraciado —dice con firmeza. Su rudeza al hablar me hace reír. Lucía saca las llaves, pero no entramos por el lado p
CAPÍTULO 50: UNA MUESTRA DE HOMBRÍARegresamos al rodeo con las cabezas gachas y una tremenda desilusión. Todo lo que hicimos no sirvió para nada. No pudimos entrar a la caja fuerte y ahora… ahora no sé qué va a pasar.—¿Estás bien? —me pregunta Becca cuando bajamos del auto.—No —susurro. Observo a Lucía que se acerca a nosotras. No puedo comentarle a Becca hasta que ella se haya ido. —Lamento que no haya funcionado Isabella —dice con tristeza.—No te preocupes. —Exhalo una sonrisa falsa—. Vuelve al rodeo, yo te alcanzo en un momento.Tomo de la mano a Becca y me la llevo a una zona donde podamos hablar con total libertad y con la seguridad de que nadie nos va a escuchar.—Antes no podía decírtelo, pero ahora que ya sabes toda la verdad, necesito hablarlo con alguien —comienzo a decir. Siento que de alguna forma estoy quitándome un peso de encima.—Dímelo, sabes que puedes contar conmigo.—Es verdad. Lo de Ricardo y yo es falso. Solo nos unimos en este matrimonio falso para cumplir
CAPÍTULO 51: RUPTURAMi corazón está a punto de salirse de mi pecho, pero de la emoción. Pensé que Ricardo estaba en peligro, pero estoy gratamente sorprendida de que lo haya hecho tan bien. Toda la gente le grita palabras de elogio y aliento. Él cabalga con el caballo por todo el borde de la pista presumiendo lo bueno que es. Lo veo sonreír, creo que por primera vez. Y está extasiado con tanta atención. Cuando llega a donde me encuentro, extiende su mano hacia mí y me jala para que suba al caballo. Ricardo es realmente fuerte, logra levantarme con una sola mano, me ayudo sosteniéndome de sus piernas y consigo montarme detrás de él.El presentador está eufórico y todas las personas celebran que hemos logrado la meta de los veinte mil dólares. Ricardo se baja del caballo al llegar frente al podio, luego me toma por la cintura y me ayuda a bajar también. Diego y otro jinete que quedaron en segundo y tercer lugar se encuentran ahí también. Inesperadamente Ricardo me atrae hacia su cue
CAPÍTULO 52: INDIFERENCIANo pude dormir en toda la noche. Di vueltas en la cama pensando en cómo resolver mi situación, pero he llegado a la conclusión de que no hay nada más que hacer. Ricardo decidió romper nuestro acuerdo y por mucho que eso me duela, no puedo convencerlo de lo contrario. Me levanto de la cama con las ojeras enormes debajo de mis ojos, así que me lavo la cara con agua helada y trato de arreglarme con un buen maquillaje. Si voy a salir de su vida para siempre, no le daré el gusto de verme destruida como quiere. Me propuse vengarme de los Velazco, y si él también quiere caer en esa bolsa, pues así lo haré. He ignorado las llamadas de Becca durante toda la noche, imagino que está preocupada por lo que pudo haber pasado. No quería hablar antes. Ahora me siento más tranquila para contestar. Reviso las llamadas perdidas y marco a la más reciente. Ni siquiera pasan dos timbradas cuando ella responde.—¡Isa! ¡Me tenías muy preocupada! Estaba a punto de subir a tu habit
CAPÍTULO 53: LA REUNIÓNLos miembros de la junta entran a la sala de reuniones con las expectativas altas y la curiosidad a flore de piel. Me siento en una de las sillas más alejadas de Ricardo, a mi lado se sienta el Licenciado Valverde, quien me saluda con una sonrisa amable.—Te ves muy bien hoy Isabella —halaga.Noto que Ricardo escucha el comentario, pero no dice nada. Disimula no estar husmeando en nuestra conversación mientras el último de los miembros entra. La sala se llena de murmullos y expectación, hasta que Ricardo se levanta y toma la palabra.—Buenos días a todos. Hoy quiero presentarles un proyecto que, de aprobarse, llevará a nuestra empresa a nuevos horizontes de crecimiento —comienza con su tono autoritario habitual, captando la atención de todos—. Estoy proponiendo la apertura de una nueva sucursal en Japón.Los murmullos aumentan. Siento un nudo en el estómago al recordar a esos hombres japoneses que vi en su casa el otro día. Ricardo continúa explicando su visión
CAPÍTULO 54: PROTESTASUna oportunidad…¿Me está dando una oportunidad? ¡Pff! Como si yo le estuviese rogando. —Estúpido, idiota, desgraciado… —refunfuño de regreso a la casa. No tengo ganas de verle la cara, no quiero ir al rancho. Decido tomar un taxi e ir a un centro comercial. Allí, llamo a Becca para que se encuentre conmigo. Necesito hablar con alguien de esto. Becca llega en media hora, nos encontramos en una cafetería famosa. Ella se pide un latte y yo un café bien cargado.—¿Qué pasó? Te escuchabas alterada en la llamada.—Ricardo cambió de parecer.—¿Ah? ¡Pero eso es buenísimo! Sabía que no podía ser tan malo.—No te ilusiones demasiado. No es definitivo. Parece que mi intervención en la reunión lo salvó de un “no” rotundo por parte de la junta, ahora quiere que me quede a asegurarme de que todos los miembros acepten.—Eso es bueno, por supuesto —dice con entusiasmo.—No lo sé. Creo que le diré que no.—¿Qué? ¿Estás loca? Amiga, recuerda lo que me dijiste. Solo con él vas
CAPÍTULO 55: NOCHE LOCA—He despedido a esta mujer —responde Leonardo señalando a Lucía. —¿Por qué? —pregunta el licenciado con genuina curiosidad.—Esa mujer ha afectado a nuestra empresa. Las personas que están allá afuera protestando por los supuestos daños, están ahí por su culpa —señala con el dedo a Lucía. —Eso no es verdad licenciado Valverde. Es cierto que mi novia es quien lidera esto, pero le juro que yo no le he dicho nada ni la convencí de hacer esto. Es más, le supliqué que se fuera, pero no me escucha.El licenciado Valverde nos observa en silencio. —Está bien. Leonardo es el CEO y puede despedir a cualquiera de su personal. —Hace hincapié en esas últimas palabras: “su personal”—. Pero, como la señora Isabella Montenegro de Velazco es un apéndice extra, auditora del señor Ricardo Velazco, está en todo su derecho de contratar a quien crea conveniente para ser su asistente.Leonardo hierve de la cólera y la frustración, pero sabe que no puede hacer nada. El licenciado t