CAPÍTULO 53: LA REUNIÓNLos miembros de la junta entran a la sala de reuniones con las expectativas altas y la curiosidad a flore de piel. Me siento en una de las sillas más alejadas de Ricardo, a mi lado se sienta el Licenciado Valverde, quien me saluda con una sonrisa amable.—Te ves muy bien hoy Isabella —halaga.Noto que Ricardo escucha el comentario, pero no dice nada. Disimula no estar husmeando en nuestra conversación mientras el último de los miembros entra. La sala se llena de murmullos y expectación, hasta que Ricardo se levanta y toma la palabra.—Buenos días a todos. Hoy quiero presentarles un proyecto que, de aprobarse, llevará a nuestra empresa a nuevos horizontes de crecimiento —comienza con su tono autoritario habitual, captando la atención de todos—. Estoy proponiendo la apertura de una nueva sucursal en Japón.Los murmullos aumentan. Siento un nudo en el estómago al recordar a esos hombres japoneses que vi en su casa el otro día. Ricardo continúa explicando su visión
CAPÍTULO 54: PROTESTASUna oportunidad…¿Me está dando una oportunidad? ¡Pff! Como si yo le estuviese rogando. —Estúpido, idiota, desgraciado… —refunfuño de regreso a la casa. No tengo ganas de verle la cara, no quiero ir al rancho. Decido tomar un taxi e ir a un centro comercial. Allí, llamo a Becca para que se encuentre conmigo. Necesito hablar con alguien de esto. Becca llega en media hora, nos encontramos en una cafetería famosa. Ella se pide un latte y yo un café bien cargado.—¿Qué pasó? Te escuchabas alterada en la llamada.—Ricardo cambió de parecer.—¿Ah? ¡Pero eso es buenísimo! Sabía que no podía ser tan malo.—No te ilusiones demasiado. No es definitivo. Parece que mi intervención en la reunión lo salvó de un “no” rotundo por parte de la junta, ahora quiere que me quede a asegurarme de que todos los miembros acepten.—Eso es bueno, por supuesto —dice con entusiasmo.—No lo sé. Creo que le diré que no.—¿Qué? ¿Estás loca? Amiga, recuerda lo que me dijiste. Solo con él vas
CAPÍTULO 55: NOCHE LOCA—He despedido a esta mujer —responde Leonardo señalando a Lucía. —¿Por qué? —pregunta el licenciado con genuina curiosidad.—Esa mujer ha afectado a nuestra empresa. Las personas que están allá afuera protestando por los supuestos daños, están ahí por su culpa —señala con el dedo a Lucía. —Eso no es verdad licenciado Valverde. Es cierto que mi novia es quien lidera esto, pero le juro que yo no le he dicho nada ni la convencí de hacer esto. Es más, le supliqué que se fuera, pero no me escucha.El licenciado Valverde nos observa en silencio. —Está bien. Leonardo es el CEO y puede despedir a cualquiera de su personal. —Hace hincapié en esas últimas palabras: “su personal”—. Pero, como la señora Isabella Montenegro de Velazco es un apéndice extra, auditora del señor Ricardo Velazco, está en todo su derecho de contratar a quien crea conveniente para ser su asistente.Leonardo hierve de la cólera y la frustración, pero sabe que no puede hacer nada. El licenciado t
CAPÍTULO 56: SINCERICIDIOSé que Ricardo está aquí, y no parece muy contento por verme, pero no puedo evitar reírme incontrolablemente mientras me tambaleo como un cervatillo recién nacido. Lucía está igual que yo, la única sobria del grupo es Becca porque decidió no beber alcohol. Y no le hizo falta para golpearse con la exnovia de Lucy. Las tres nos estamos riendo estruendosamente hasta que Ricardo se detiene frente a su camioneta y me ve con el ceño fruncido. Si estuviese sobria ya estaría muy asustada por lo que va a decir o hacer, pero ahora mismo me importa un pepino si está molesto. —¡No puedo creer que le pegaran a Catlyn! —Suelta Lucía con una carcajada— ¡Y yo también le di! ¡Ay, me va a dejar! —Es mejor así, esa mujer no te merece, si es capaz de hacerte daño entonces, no vale la pena —declara Becca, pero por alguna razón mira a Ricardo.—Suban al auto, las llevaré a sus casas —ordena Ricardo conteniendo la paciencia. —Ay no, no, señor Ricardo no podría…—Sube, no está a
CAPÍTULO 57: ¿FUE UN SUEÑO?Los labios de Ricardo se funden con los míos, su lengua traza un camino intrincado con la mía, como si estuviéramos destinados a ser uno solo. Él siempre ha sido un bruto para estas cosas, me toma con una posesión casi animal, pero esta vez es diferente. Sus manos me poseen, pero son delicadas. Su boca se desliza por mi cuello y traza un camino de besos húmedos por mi clavícula hasta llegar a mis sen0s. Sus dedos pellizcan mis pezones, mientras su lengua se mueve de forma circular solo en la punta. Arqueo mi espalda gimiend0 y jadeando de plac3r. Mientras dedica su boca a esa zona de mi cuerpo, sus dedos se escabullen hasta mi intimidad. Sus dedos se introducen en mi interior de una sola vez. La humedad de mi cuerpo hace que se deslice con facilidad. Abre mis piernas con firmeza y comienza a masturbarm3 sin descanso. Mete y saca sus dedos, estimulando toda mi feminidad mientras no para de chupar y lamer mis sen0s. —¡Oh! ¡Ricardo! —gim0—, por favor… quier
CAPÍTULO 58: CUANDO EL GATO SE VA…Ricardo estaciona frente a la empresa por la puerta principal. Se baja de su lado y rodea el auto para abrirme la puerta. Sé que está actuando así para aparentar, pero después de encontrar su corbata bajo mi cama, empiezo a preguntarme si realmente lo de anoche sí pasó y él solo está tratando de fingir demencia.Más extraño que el hecho de que lo haya soñado, es que él finja que nada pasó. ¿Será que se arrepiente de haber estado conmigo? Eso es lo más seguro. —Volveré pronto, pero mantenme informado de todo —ordena. —Así lo haré, pero… —Me detengo, no sé si decirlo o no.—¿Qué? —¿Esto significa que… seguimos con el acuerdo? —Por ahora, sí —responde con seriedad, pero sus dedos acarician mi mejilla. Ante cualquier curioso que pase y nos vea, pensaría que es una conversación romántica entre una pareja enamorada.—Entonces, la información sobre mi hijo… —suelto al fin, mientras el corazón me late a mil por hora.—¿Crees que solo tengo una copia? —pr
CAPÍTULO 59: …LOS RATONES HACEN FIESTAEntro a mi oficina, donde ya Lucía me está esperando con un café caliente y los documentos en los que trabajaremos hoy. Me ve entrar con una enorme sonrisa de satisfacción y enseguida me saluda animada.—Vaya, parece que amaneciste de buen humor. Pensé que ibas a tener una resaca.—Sí la tengo —admito tomando mi taza de café—, pero me siento muy bien.—Pensé que el señor Ricardo se iba a enojar contigo por lo de ayer.—No, estaba tranquilo. Pero no es eso lo que me tiene así. Es que tuve una discusión con Camila en el pasillo. Se dio cuenta de mi collar —explico, señalándole el colgante en mi cuello. Ella enseguida ata los hilos de esa idea.—¿Se dio cuenta de que…? —No. Le hice creer que me lo había enviado Leonardo —digo con una risita—. Aunque él lo desmienta ella no le va a creer. Y si no le dice nada, mejor para mí.—Pero no cree que vaya a sospechar que… entramos a su casa —susurra esa última frase.—No, no lo creo. No tienen pruebas, adem
CAPÍTULO 60: DUDASRodeo el escritorio por el otro lado sin dejar de mirarlo, Leonardo parece una fiera enloquecida a punto de saltarme encima. Su boca ensangrentada y su evidente orgullo lastimado lo hacen mirarme con un odio que, aunque intente demostrar lo contrario, me llena de un profundo temor. —¿Qué estás diciendo? No puedes hacer eso, no puedes apoderarte del proyecto de Ricardo.—Claro que puedo, soy el CEO y todo esto me pertenece…Sus palabras se ven interrumpidas cuando la puerta se abre de golpe y el licenciado Valverde entra en la oficina. Detrás de él alcanzo a ver a Lucía mordisqueándose el labio de la ansiedad, pero mis ojos no pueden mantenerse en ella por mucho tiempo, pues el licenciado Valverde clava la mirada en Leonardo y después en mí.No es idiota, no hace falta decirlo para darse cuenta de lo que ocurre. Sus ojos recorren el labio ensangrentado de Leonardo, quien trata de disimularlo mirando de lado. —Licenciado Valverde, ¿qué puedo hacer por usted? —pregun