No era una broma, realmente el perro de la pareja de mi madre había usurpado mi habitación, lo tenían como un rey. Mi vieja cama era la suya, un animal gigante e inquietante que me miraba como una amenaza desde dentro de la habitación. Ese perro era un peligro y debía recordarle a mi niño que no intentara jugar con él. Todas mis cosas de adolecente, mis libros, mis póster y mis muñecos viejos, ahora estaban guardados en cajas húmedas y viejas en un armario, ya nada quedaba de mi pasado a la vista. Como si mi madre me hubiese eliminado de su vida y fingido que nunca ha tenido una hija. reemplazándome por ese sucio perro. Prácticamente lo había hecho con mi padre cuando fue asesinado. Pensé que mi madre me tendría un poco de compasión, luego de tantos años sin verme, pero me equivoqué, quería a ese perro más que a mí y a mi hijo. Simplemente me dio unas cobijas viejas para usar en el sillón y me dijo aires de superioridad:-Solo puedes usarlo por las noches, cuando estoy en casa mir
El padre de Nicolás había matado a muchos hombres en su vida, pero no al padre de Carla, lo había confirmado el joven luego de investigar los registros viejos de la familia, preguntar a viejos empleados y a la policía. Estos últimos, luego de un jugoso soborno, le abrieron el expediente del crimen de quien hubiese sido su suegro. La carpeta había sido cerrada como caso no resuelto, pero los agentes dijeron que nunca se había avanzado en realidad. Esto a Nicolás no le sorprendía, día tras día la policía cerraba crímenes sin resolver si es que recibían un incentivo por ellos o no veían una pista que los llevase a algún lado. Su lema siempre fue, esforzarse lo menos posible. Así que este no fue diferente, los asesinos del padre de Carla habían pagado para que eliminaran las pruebas y que se llegara a un callejón sin salida si alguien intentaba hacer justicia. Como lo había hecho su amada. A Nicolás antes le hubiese dado igual un miserable deudor, pero ahora lo sentía como personal. Si
-Quédate con la abuela mi amor- dije luego de darle el desayuno y vestirlo. -No me dejes mami- se aferró a mi pantalón con fuerza suplicando que no lo abandone.-Mi amor- dije dolida por dejarlo otra vez solo- Mami tiene que conseguir un trabajo para que puedas tener juguetes nuevos. Mi madre estaba apoyada contra la pared mirando la escena, de brazos cruzados, esperando a que me vaya-¿Juguetes nuevos?- exclamó emocionado. Sonreí al ver cómo sus ojitos húmedos por lloriquear se iluminaban. Sabía que eso le gustaría.-Claro que sí, muchos juguetes nuevos, para que le hagan compañía a Teddy. Que está muy solito. Mi niño miró a su muñeco y lo abrazó. -¿Falta mucho de esto?- dijo mi madre poniendo los ojos en blanco con impaciencia. -Mami no me dejes con ella- susurró mi pequeño. -Sé bueno con la abuela ¿Si? - besé su frente- Pórtate bien, voy a volver antes de que te des cuenta. Te amo-Yo a vos mami- Me abrazó con fuerza y yo hundí mi nariz en su cuello, respirando su dulce aro
Estábamos los 4 cenando en la pequeña mesa de la cocina, la misma de siempre, la que se movía porque tenía una de las patas rotas. Supongo que era una metáfora de nuestra familia, disfuncional y dañada y sin nadie que lo repare. -Cómete tus verduras mi amor- le dije gentilmente a mi niño, que jugaba con el tenedor revolviendo la comida que no tenía una buena imagen. -Sí, cómetelas que no son gratis- respondió mi madre secamente, como no se trata a un niño, mientras encendía un cigarrillo en la mesa.-Mamá, no te metas, es mi hijo no el tuyo- le advertí susurrando. -Lo que digas- dijo con desinterés y le dio una calada al cigarrillo, llenando la habitación de humo, ahora la comida sabía aún peor. Mi hijo no pudo con la presión de que su abuela le ordenara y comenzó a comer sin chistar, yo sabía que las odiaba, pero no teníamos otra opción que comer lo que nos daban y ya. -¿No vas a comer más?- pregunté preocupada al ver que mi madre se levantaba con medio plato lleno. -Ella es a
-Pórtate bien ¿Si? - Me agaché a besarlo- Hazle caso a la abuela-Si, mamá- dijo resignado. Me levanté y le susurré a mi madre al oído. -Cuídalo bien ¿Si? - miré por sobre su hombro al viejo que me miraba a lo lejos amenazante- Aléjalo de él- le advertí. -¿Cuál es tu problema?- exclamó fastidiosa-Ayer…- Iba a decirle que me había tratado de seducir, pero sabía que no me creería, jamás estuvo de mi lado. -¿Ayer qué?- Me dijo prepotente. Comenzando a enojarse. -Nada- Me resigné- solo cuídalo tú ¿Si? Cualquier cosa me llamas. -Vete ya.- dijo revoleando los ojos. -Chau mi amorLo saludé mientras me iba. Luego caminar varias horas bajo el rato del sol, con mucha sed y el estómago vacío finalmente conseguí trabajo de mesera en un viejo bar a unos 15 minutos de la casa.- ¿Puedes empezar hoy mismo? - Me preguntó mi jefe.Sabía que eso era una prueba y no podía decirle que no. Si me negaba encontraría a alguien más que lo hiciera en tan solo unos segundos. -Si, por supuesto. – Dije
Nicolás tomó el primer vuelo hacia la ciudad natal de Carla, compró un asiento en clase turista, para poder viajar en el que estaba por despegar. Jamás creyó que usaría uno de esos, siempre había viajado en primera clase o en vuelos privados. Pero los lujos y su posición pasaron a segundo plano cuando se trataba de recuperar a su amor lo antes posible. Tenía el video y las pruebas, no había forma de que Carla no le creyera, lo que temía es que aun así lo rechace, no le sorprendería si lo hacía, sabía que era un delincuente y un monstruo ante los ojos de ella. Pero él sabía que era la verdad. El joven mafioso miraba las nubes cubrir la visión de la ventanilla del avión y cómo se iban volviendo más frondosas y grises, así se sentía su corazón ahora que estaba sin Carla y sin el niño. Otra vez un lobo solitario que nadie deseaba cerca. Nunca antes le había importado, pero ahora más que nunca lucharía por cambiar lo que creyó que sería su destino. Miró el anillo que tenía en la palma d
-Hola pequeño Nico- Dijo el joven mafioso- Veo que aún conservas a Teddy. Gracias por cuidarlo.- Sonrió agradecido. El niño miró al oso tristemente y se lo entregó a Nicolás. -¿Qué sucede? ¿No lo quieres?- Nicolás lo tomó-Si, pero es tuyo- dijo con lágrimas en los ojos-Oh no no- Se agachó a su altura y puso a Teddy en su oído- ¿Qué dices Teddy? ¿Con él te diviertes más que conmigo? Ay que malo Teddy. fingió estar triste. El niño comenzó a reírse, como hace mucho no lo hacía. -Teddy me dice que quiere ser tu amigo, le gusta jugar contigo- Nicolás se lo devolvió al niño. -Yo también quiero ser su amigo. -¡Perfecto entonces!- dijo levantándose.- Teddy va a jugar mucho más contigo que conmigo. -Bueno, galán- dijo la madre haciéndole acordar que todavía estaba ahí- ¿Por qué no te lo llevas al parque? o algo así. -¡Si, parque parque!- Gritó emocionado el niño y corrió a tomar su abrigo-Tengo que hacer muchas cosas, tu mujer me obliga a cuidarlo, se cree que soy su niñera- exclam
-Vamos, maldita sea- murmuró por lo bajo el joven, no quería que el niño lo escuchase insultar y menos que se diera cuenta de que estaba comenzando a ponerse nervioso al ver que los autos no avanzaban y habían quedado atascados en una larga fila de autos en el tráfico. Eran las diez en punto, pero aún no habían llegado a la casa. Lo que le había contado el niño lo había dejado preocupado y luego, como un comentario completamente inocente, le había dicho que su abuela trabajaba de noche, lo que quería decir que Carla estaría sola con ese hombre que decía ser su padrastro pero que tenía intenciones oscuras que un padre no pensaría con su hija. Habían dado tan solo unos pasos hacia adelante, a esa altura parecía más rápido ir a pie que sobre ruedas. Nicolás apretó con fuerza el volante, conteniendo la ira para no gritar y no asustar al niño. -Pequeño…- dijo conteniendo el nerviosismo- ¿tienes puesto tu cinturón allí tras?-Si…- respondió el pequeño orgulloso de sí mismo-Perfecto, aga