Estábamos los 4 cenando en la pequeña mesa de la cocina, la misma de siempre, la que se movía porque tenía una de las patas rotas. Supongo que era una metáfora de nuestra familia, disfuncional y dañada y sin nadie que lo repare. -Cómete tus verduras mi amor- le dije gentilmente a mi niño, que jugaba con el tenedor revolviendo la comida que no tenía una buena imagen. -Sí, cómetelas que no son gratis- respondió mi madre secamente, como no se trata a un niño, mientras encendía un cigarrillo en la mesa.-Mamá, no te metas, es mi hijo no el tuyo- le advertí susurrando. -Lo que digas- dijo con desinterés y le dio una calada al cigarrillo, llenando la habitación de humo, ahora la comida sabía aún peor. Mi hijo no pudo con la presión de que su abuela le ordenara y comenzó a comer sin chistar, yo sabía que las odiaba, pero no teníamos otra opción que comer lo que nos daban y ya. -¿No vas a comer más?- pregunté preocupada al ver que mi madre se levantaba con medio plato lleno. -Ella es a
-Pórtate bien ¿Si? - Me agaché a besarlo- Hazle caso a la abuela-Si, mamá- dijo resignado. Me levanté y le susurré a mi madre al oído. -Cuídalo bien ¿Si? - miré por sobre su hombro al viejo que me miraba a lo lejos amenazante- Aléjalo de él- le advertí. -¿Cuál es tu problema?- exclamó fastidiosa-Ayer…- Iba a decirle que me había tratado de seducir, pero sabía que no me creería, jamás estuvo de mi lado. -¿Ayer qué?- Me dijo prepotente. Comenzando a enojarse. -Nada- Me resigné- solo cuídalo tú ¿Si? Cualquier cosa me llamas. -Vete ya.- dijo revoleando los ojos. -Chau mi amorLo saludé mientras me iba. Luego caminar varias horas bajo el rato del sol, con mucha sed y el estómago vacío finalmente conseguí trabajo de mesera en un viejo bar a unos 15 minutos de la casa.- ¿Puedes empezar hoy mismo? - Me preguntó mi jefe.Sabía que eso era una prueba y no podía decirle que no. Si me negaba encontraría a alguien más que lo hiciera en tan solo unos segundos. -Si, por supuesto. – Dije
Nicolás tomó el primer vuelo hacia la ciudad natal de Carla, compró un asiento en clase turista, para poder viajar en el que estaba por despegar. Jamás creyó que usaría uno de esos, siempre había viajado en primera clase o en vuelos privados. Pero los lujos y su posición pasaron a segundo plano cuando se trataba de recuperar a su amor lo antes posible. Tenía el video y las pruebas, no había forma de que Carla no le creyera, lo que temía es que aun así lo rechace, no le sorprendería si lo hacía, sabía que era un delincuente y un monstruo ante los ojos de ella. Pero él sabía que era la verdad. El joven mafioso miraba las nubes cubrir la visión de la ventanilla del avión y cómo se iban volviendo más frondosas y grises, así se sentía su corazón ahora que estaba sin Carla y sin el niño. Otra vez un lobo solitario que nadie deseaba cerca. Nunca antes le había importado, pero ahora más que nunca lucharía por cambiar lo que creyó que sería su destino. Miró el anillo que tenía en la palma d
-Hola pequeño Nico- Dijo el joven mafioso- Veo que aún conservas a Teddy. Gracias por cuidarlo.- Sonrió agradecido. El niño miró al oso tristemente y se lo entregó a Nicolás. -¿Qué sucede? ¿No lo quieres?- Nicolás lo tomó-Si, pero es tuyo- dijo con lágrimas en los ojos-Oh no no- Se agachó a su altura y puso a Teddy en su oído- ¿Qué dices Teddy? ¿Con él te diviertes más que conmigo? Ay que malo Teddy. fingió estar triste. El niño comenzó a reírse, como hace mucho no lo hacía. -Teddy me dice que quiere ser tu amigo, le gusta jugar contigo- Nicolás se lo devolvió al niño. -Yo también quiero ser su amigo. -¡Perfecto entonces!- dijo levantándose.- Teddy va a jugar mucho más contigo que conmigo. -Bueno, galán- dijo la madre haciéndole acordar que todavía estaba ahí- ¿Por qué no te lo llevas al parque? o algo así. -¡Si, parque parque!- Gritó emocionado el niño y corrió a tomar su abrigo-Tengo que hacer muchas cosas, tu mujer me obliga a cuidarlo, se cree que soy su niñera- exclam
-Vamos, maldita sea- murmuró por lo bajo el joven, no quería que el niño lo escuchase insultar y menos que se diera cuenta de que estaba comenzando a ponerse nervioso al ver que los autos no avanzaban y habían quedado atascados en una larga fila de autos en el tráfico. Eran las diez en punto, pero aún no habían llegado a la casa. Lo que le había contado el niño lo había dejado preocupado y luego, como un comentario completamente inocente, le había dicho que su abuela trabajaba de noche, lo que quería decir que Carla estaría sola con ese hombre que decía ser su padrastro pero que tenía intenciones oscuras que un padre no pensaría con su hija. Habían dado tan solo unos pasos hacia adelante, a esa altura parecía más rápido ir a pie que sobre ruedas. Nicolás apretó con fuerza el volante, conteniendo la ira para no gritar y no asustar al niño. -Pequeño…- dijo conteniendo el nerviosismo- ¿tienes puesto tu cinturón allí tras?-Si…- respondió el pequeño orgulloso de sí mismo-Perfecto, aga
-¡Suéltame hijo de puta!- grité golpeando su pecho lo más fuerte que mucho. Su rostro pervertido se había convertido en uno de fastidio cuando vio que no se la dejaría fácil. -Cállate, zorra- exclamó y me pegó un golpe certero en mi pómulo derecho dejándome en shock.Aprovechó que había quedado dura y dolorida por el golpe para agarrarme de mi cintura y en un solo movimiento darme la vuelta y estampó mi cuerpo contra la mesada dejándome vulnerable a lo que sea que vaya a hacerme. Quedé en shock por el golpe, y su mano grande y rasposa no dejó que levantara el rosto, aplastando mi cráneo con fuerza contra el frío mármol. Ya está, este era mi destino, ser sometida, silenciada y sin que nadie me defendiera. Los hombres de mi vida habían insistido siempre en ignorar mis súplicas y solo usarme como si de un objeto inanimado me tratase. Ya no quise lugar. Sus manos desesperadas que parecían miles recorrieron la parte baja de mi cuerpo, no me resistí cuando encontró el botón de mi pantal
Me asomé por la puerta, tratando de que no me escuchen. Caminé en puntas de pie y con todo el cuerpo con espasmos, aún lloraba pero me tragué los sollozos. La luz de la cocina iluminó mi rostro congestionado y ahí los ví.Me tuve que tapar la boca al ver que el rostro de Nicolás estaba cubierto con sangre y que el hombre estaba parado frente suyo con todas las de ganar. Me apresuré a cruzar la puerta sin que me esuchara, me quité los zapatos y subí las escaleras de dos en dos. Entré al baño y me lancé hacia el inodoro, levanté la tapa de cerámica y metí el brazo hasta el fondo mojando mi abrigo y saqué una bolsa de plástico sellada. La abrí desesperada y de dentro saqué el arma. La había guardado, aunque jamás creí que la usaría. Fue una buena decisión tomarla después de todo. Bajé las escaleras con el arma en la mano, y casí me caigo, pude sostenerme de la baranda y me levanté lentamente, escuché el ruido de unos vidrios romperse en la cocina. Llegué a la cocina con el arma en l
Íbamos a mitad de camino por la carretera cuando Nicolás frenó de golpe, se estacionó a un costado y se volteó hacia mí. La adrenalina de la huida aún no me había hecho reaccionar de todo lo que había pasado hace tan solo un momento. Tomó mi rostro con delicadeza y lo giró hacia él, examinándolo por todos sus lados, luego mis brazos y mi cuerpo entero. -Debemos ir a una clínica- exclamó seriamente- se te está comenzando a poner morado el golpe. ¿Te hizo daño en alguna otra parte?- preguntó con ira en su voz. -No- negué- y es nada- dije disminuyendo el problema-Si lo es-Deberíamos ir por el golpe que tienes en la frente- le indiqué- aún está abierta la herida. -He tenido peores- dijo sin importanciaLevanté una ceja y me crucé de brazos-voy a dejar que me atiendan si vos también te dejas-Él me miró cansado, sabía que no iba a ganar esta pelea-Está bien.- cedió resignado. -No quiero ir al hospital mami- dijo mi niño desde el asiento de atrás, asustado.Yo me giré hacia él.-Tr