-¡Suéltame hijo de puta!- grité golpeando su pecho lo más fuerte que mucho. Su rostro pervertido se había convertido en uno de fastidio cuando vio que no se la dejaría fácil. -Cállate, zorra- exclamó y me pegó un golpe certero en mi pómulo derecho dejándome en shock.Aprovechó que había quedado dura y dolorida por el golpe para agarrarme de mi cintura y en un solo movimiento darme la vuelta y estampó mi cuerpo contra la mesada dejándome vulnerable a lo que sea que vaya a hacerme. Quedé en shock por el golpe, y su mano grande y rasposa no dejó que levantara el rosto, aplastando mi cráneo con fuerza contra el frío mármol. Ya está, este era mi destino, ser sometida, silenciada y sin que nadie me defendiera. Los hombres de mi vida habían insistido siempre en ignorar mis súplicas y solo usarme como si de un objeto inanimado me tratase. Ya no quise lugar. Sus manos desesperadas que parecían miles recorrieron la parte baja de mi cuerpo, no me resistí cuando encontró el botón de mi pantal
Me asomé por la puerta, tratando de que no me escuchen. Caminé en puntas de pie y con todo el cuerpo con espasmos, aún lloraba pero me tragué los sollozos. La luz de la cocina iluminó mi rostro congestionado y ahí los ví.Me tuve que tapar la boca al ver que el rostro de Nicolás estaba cubierto con sangre y que el hombre estaba parado frente suyo con todas las de ganar. Me apresuré a cruzar la puerta sin que me esuchara, me quité los zapatos y subí las escaleras de dos en dos. Entré al baño y me lancé hacia el inodoro, levanté la tapa de cerámica y metí el brazo hasta el fondo mojando mi abrigo y saqué una bolsa de plástico sellada. La abrí desesperada y de dentro saqué el arma. La había guardado, aunque jamás creí que la usaría. Fue una buena decisión tomarla después de todo. Bajé las escaleras con el arma en la mano, y casí me caigo, pude sostenerme de la baranda y me levanté lentamente, escuché el ruido de unos vidrios romperse en la cocina. Llegué a la cocina con el arma en l
Íbamos a mitad de camino por la carretera cuando Nicolás frenó de golpe, se estacionó a un costado y se volteó hacia mí. La adrenalina de la huida aún no me había hecho reaccionar de todo lo que había pasado hace tan solo un momento. Tomó mi rostro con delicadeza y lo giró hacia él, examinándolo por todos sus lados, luego mis brazos y mi cuerpo entero. -Debemos ir a una clínica- exclamó seriamente- se te está comenzando a poner morado el golpe. ¿Te hizo daño en alguna otra parte?- preguntó con ira en su voz. -No- negué- y es nada- dije disminuyendo el problema-Si lo es-Deberíamos ir por el golpe que tienes en la frente- le indiqué- aún está abierta la herida. -He tenido peores- dijo sin importanciaLevanté una ceja y me crucé de brazos-voy a dejar que me atiendan si vos también te dejas-Él me miró cansado, sabía que no iba a ganar esta pelea-Está bien.- cedió resignado. -No quiero ir al hospital mami- dijo mi niño desde el asiento de atrás, asustado.Yo me giré hacia él.-Tr
Nuestros labios se rozaron, sentí la suavidad de su piel y el calor de su ser alrededor mío, mi cuerpo tembló, suplicando que me besara como si supiera que solo le pertenecía a él. Estaba por pasar, él acarició mis mejillas y luego sentí el tirón hacia adelante para cerrar el beso y-Mami- escuché que mi niño se despertabaAmbos nos separamos de golpe, volviendo cada uno a su asiento y fingiendo que nada había pasado. Nicolás se giró hacia el volante y arrancó el auto, yo me giré hacia mi hijo, sonriéndole, pero con el rostro rojo de la vergüenza. Rogando que no haya visto nada. -¿Qué pasa mi amor?- dije con la voz rasposa-¿Ya llegamos?- preguntó frotándose los ojos por el sueño-Aún falta un tramo campeón- respondió Nicolás mirándolo por el espejo retrovisor- Seguí descansando, así guardas energías para cuando lleguemos a casa a jugar. Él niño obedeció emocionado por la palabra “jugar” y se recostó nuevamente en el auto. Yo lo miré descansar, abrazando a su único muñeco. Luego vol
Finalmente llegamos a nuestra casa, ahora podía sentirla como mía sin pensar que todo era una mentira. Apenas mi niño bajó del vehículo corrió hacia la vereda y quedó boquiabierto con lo grande que era el lugar, nunca había estado en una casa de ese tamaño, que además tenía una bonita entrada y una energía familiar.-¡Es un castillo!- gritó y corrió hacia la entradaAmbos, mi esposo y yo, nos miramos divertidos por la emoción del niño. Nicolás corrió detrás de él y lo alzó, haciéndolo girar en el aire mientras reían. -¡Si, Es un castillo! Y tú eres el príncipe- -¿Y quién es mi princesa?- dijo mi hijo pensativo. -Eres muy chico todavía para eso- respondí celosa-Ya vas a tener tiempo cuando seas grande para romper corazones- respondió divertido Nicolás y yo puse los ojos en blanco. Claro que era una broma, mi hijo sería un caballero con las mujeres. -Bueno, ¿Entramos al castillo su alteza? - le preguntó Nicolás mientras lo bajaba y luego le hacía una reverencia. -¡Siii!- gritó eu
-Carla- dijo mirándome con sus ojos negros como la noche que brillaban como nunca antes. - ¿Si? - dije con el poco aliento que aún tenía, sosteniendo mi pecho, para que mi corazón no saliera hacia afuera, jamás me había sentido tan nerviosa y emocionada a la vez. Ansiosa porque dijera esas palabras. -¿Quieres casarte conmigo?- dijo con lágrimas en los ojos.- esta vez de verdad prometo que…-Si- lo interrumpí asintiendo frenéticamente. -¿Enserio?- sonrió con las lágrimas queriendo salir de sus ojos-Si Nico, Si quiero- exclamé emocionada dando saltitos, luego estiré mi mano izquierda para que colocara el anillo. Él se secó las lágrimas y con la mano temblorosa intentó colocar el anillo en mi anular-¡No puede ser!- Gritó Lily detrás, golpeando el colchón- No lo hagas Nicolás, ella es una interesada, te va a robar todoNinguno de los dos la estábamos escuchando, solo era un ruido molesto de fondo, como un mosquito en el oído. Yo seguía mirándolo solo a él, cómo colocaba el anillo a
Pasó un mes, el verano ya había finalizado y con ello todos nuestros problemas del pasado. Mi madre no me había contactado ni siquiera para preguntarme qué había sucedido o como estaba mi niño, con su silencio di por finalizada nuestra relación, como si nunca hubiese tenido una madre. No la iba a echar de menos. Lo que sí supe es que mi padrastro estaba vivo, luego de varias cirugías había salido del hospital vivito y coleando. En parte, eso me alarmó, temía que nos buscara y que cobrase venganza, pero sabía que Nicolás no dejaría que eso pase, además eso no me convertía en una asesina. Lamentablemente Nicolás no había podido cumplir con su promesa de empezar nuestra nueva vida en otro país o continente, pero lo entendía, sabía que no sería fácil desligarse de sus negocios de un día para el otro. Me prometió un mes más para cerrar todo, y yo le dije que se tome el tiempo que necesitara, que después nos quedaba una vida juntos. Aunque estaba ansiosa de que sea ya mismo. Mi esposo,
Mi niño se adaptó rápidamente al colegio, hizo amigos al instante y estaba más que contento de levantarse cada mañana para ir a jugar y aprender. Yo estaba más que feliz de verlo tan emocionado, la vida de sufrimientos se sentía lejana y estoy segura de que él lo olvidaría con el pasar del tiempo. Era lunes otra vez cuando pasé a buscar a mi niño al mediodía, una de las maestras se me acercó. -Buenos días señorita Hamilton- me saludó amablemente mientras corría hacia mí. -Buenos días- repetí con una leve inclinación de cabeza, ocultando mi reacción de sorpresa al ser llamada por el apellido de casada, aún no me acostumbraba a ello- ¿Está todo bien con mi hijo? - pregunté preocupada. -Oh sí, es un niño excepcional, se ha adaptado sin ningún problema. – Sonrió ampliamente- Debo decir que es mi favorito, pero no se lo diga a los demás- rio divertida. Yo suspiré relajada, tenía miedo de que no lo hiciera, que le costara adaptarse. -Muchas gracias por cuidarlo todo el día, realmente