Al día siguiente desperté porque tocaban muy insistentemente la puerta de mi habitación.
-Te quiero despierta ya.- mi padre grito del otro lado y yo solo me dedique a seguir durmiendo.
-No quiero.- cubrí mi cabeza con las cobijas.
-No te estoy preguntando, es una orden.- no se en que momento pero había entrado a mi habitación, retiró bruscamente las sábanas de mi cuerpo y espero a que me pusiera de pie.
-Quiero seguir durmiendo, déjame empaz.- rode los ojos y me volteé.
-No me hagas tirarte encima una cubeta de agua fría, te arreglas en diez minutos.- si mi padre pudiera sacar humo por las orejas lo haría. Estaba muy furioso.
Sin remedio me puse de pie, tendí mi cama y me dedique al arreglo personal. Había soñado con él, no se porque pero eso había pasado. No mentiré, el beso me gusto pero obviamente eso no le diría, sería como subirle el ego de animal que tenía.
Si a estas alturas me hubieran preguntado si deseaba casarme, la realidad es que no. Las chicas a mi edad desean ser un poco libres, disfrutar de las fiestas, de tener amigos y no desperdiciar a temprana edad el tener que casarme. Tome mi bolso y ordené adecuadamente mi cabello, me vestí algo elegante, pero sin perder mi estilo. Baje las escaleras tarareando una canción, mi madre ya estaba ahí, tan guapa como siempre y yo solo me mire al espejo para dar unos cuantos retoques.
-¿Aún no llega? - pregunte haciendo muecas raras.
- No hija, pero ya no debe tardar.
Y en cuanto lo dijo el timbre se escucho, salimos y ahí estaba la señora Melina, muy arreglada y esperándonos con su chófer. Rode los ojos por dentro.
-Buenos dias linda.- me saludo con un beso en la mejilla e igual a mi madre.
-Buenos dias.- sonreí.
-Listas para empezar el dia de compras.- lo decía tan entusiasmada, que no me quedo de otra que fingirlo.
-Listas.- dijimos mi madre y yo al unísono.
Nos subimos a su coche y estaban hablando de todos los preparativos de la boda, las flores, el tipo de mesa, el salón etc. La plática ya me tenía un poco cansada, que ellas organizarán todo.
El auto se detuvo en una boutique demasiado cara, ni con el sueldo de un trabajo normal podría comprarme un vestido de ahí. La señora Melina tuvo que halarme para poder entrar, mi padre no iba a poder comprar mi vestido de novia.
Una encargada nos atendió amablemente, cuando pregunto quien era la que se iba a casar y me miro, fue como deseándome suerte. Veía y veía vestidos y ninguno me gustaba, parecían mas de quince años que de boda. Las telas no eran muy de mi agrado en esa sala, mi madre y mi futura suegra me ayudaban eligiendo.
-¿Te ha gustado alguno?- mi madre estaba a un lado enseñándome otro vestido.
-No, todos son muy feos.- mire ya frustrada a mi alrededor.
-Si gustan podemos pasar a una sala privada que tengo.- la encargada no quería perder su compra, la seguimos hacia la puerta y entramos.
Esta sala si que me gustaba, había vestidos mas sofisticados, elegantes mas como señoritas y eso me agradaba. De un humor mejor, empecé a buscar. Vestidos con espalda descubierta, pegados de encaje y mas había.
-Mira hija, estos nos gustaron a Mel y a mi.- ambas sostenían unos vestidos, de encaje y sinceramente estaban hermosos.
La encargada se metió conmigo al probador, me dispuse a quitarme toda la ropa quedando solo en interior. Ella me ayudaba a ponerme los vestidos y a ajustarlos si es que era necesario.
-Sabía que ese te quedaría perfecto.- mi madre y Mel ya iban a empezar a llorar, me mire en el espejo y la verdad es que quedaba precioso; tapaba todas mis imperfecciones, haciendo hermoso y perfecto.
- No se diga mas, ese será tuyo, es mi regalo de bodas para ti.- sonreí con agradecimiento y de inmediato fui a quitármelo para que lo cubrieran bien.
La tarde transcurrió entre mas compras, los vestidos de ellas, los de las damas de honor; accesorios, zapatos y demás se paso mi dia. En el transcurso lo pude disfrutar y relajarme un poco. Al regreso mi madre y Melina no dejaban de adorar mi vestido de novia, decían que me iba a ver preciosa y que Christian se iba a morir al verme.
Después de unas largas horas llegamos a mi casa, subieron mis compras a mi habitación, comí algo ligero y fui de inmediato a cambiarme para después dormirme, pero cuando ya estaba entrando en sueño, mi celular sono. Lo tome en mis manos y en la pantalla aparecía un número desconocido.
- ¿Hola? - pregunte algo insegura.
- Buenas noches preciosa, mañana paso por ti a las nueva de la mañana.- esa voz odiosa que por ahora no quería escuchar.
- ¿Qué haces con mi número? - pregunte seria y sin entusiasmo, me quede esperando la respuesta, pero nunca llego. Me había colgado, aventé el celular a algún lugar de mi habitación y me dormí.
Me levante y salí a correr, quería sentir la brisa del aire, sacar de esa manera un poco mi estrés y el poderme distraer. Llenar de aire fresco mis pulmones, con la música en mi oídos era fácil el poder des estresarme. Familias apresuradas por ir al trabajo, hombres y señores corriendo con sus perros. Algunas señoras con hijos en sus respectivas carriolas sacándolos a dar un paseo. Tome bocanadas de aire y me apresure a hacer mi ejercicio. Que bien se podía sentir la fresca brisa rozar tu cuerpo, esa brisa fría que a cualquiera tranquiliza. Tome el tiempo en mi celular y empecé a correr. Me gustaba hacer esto de ves en cuando, me ayudaba a relajarme y des estresarme un poco de la situación que ahora estaba viviendo. Cuando creí que ya era suficien
Me miraba con esos ojos, como al gato de la película de Shreck. Aun no lo podía creer. ¿Él hacer eso? Es muy raro viniendo del imbecil que conocí hace unos dias. Su susurro me distrajo, alejándome de mis queridos pensamientos y preste atención a lo que diría. -Sígueme la corriente.- murmuró apenas moviendo los labios, sabia que podía dejarlo en ridículo. Sonreí con la mas falsa sonrisa que pude haber tenido en mi vida. Asentí disimuladamente y mis labios seguían con aquella sonrisa que ya me empezaba a dar dolor de cabeza. -No, no quiero.- dije con la risa queriendo salir de mi. El me miraba con la mandíbula apretada y todos los presentes ahí lo lamentaban.
No, esto no podía ser posible. Sabía que me tenía que casar, pero jamás imagine que sería tan pronto. Los dos tenían una sonrisa se oreja a oreja y nos miraban esperando alguna reacción. -No, mamá. ¿Están locos o que se fumaron?- ambos me miraban con cara de sorpresa.- Yo no me pienso casar tan rápido. Esto lleva tiempo.- Miré a Christian esperando alguna reacción de su parte. El solo se limitaba a asentir y a mirarlos con una sonrisa. No me estaba ayudando en nada y sabía que esto era venganza de lo que yo le había hecho pasar. -Por mi esta bien.- dijo encogiéndose de hombros y yo me puse de pie al instante. Negaba con la cabeza sin poderlo creer.- Nos vemos mañana, preciosa.- me dio un beso en la mejilla y salió por aquella puerta.
Sentía la sangre hirviendo recorrer cada centímetro de mi cuerpo. Si el pensaba que podía hacerme esto, estaba muy equivocado. No sabía bien el porque me ponía asi por esto, pero me enfurecía.Me levante de mi asiento, por poco tiro la silla. Lucía hizo un intento en vano de defenderme, pero no la deje.-¿Se puede saber a ti que diablos te pasa?- pregunte furiosa y con los puños apretados a cada lado de mi cuerpo.-Estoy disfrutando el único dia que tengo de soltero.- me sonrió hipócritamente y como si fuera lo mas obvio en el mundo.-¿Y lo disfrutas con tantas mujeres?- la
Tenía un sueño tan profundo, que juraría que cualquier cosa pudiera despertarme. Pero a veces no todo esta de mi parte. Me desperté por todo el ruido que se escuchaba dentro de toda la casa. Gire mi cabeza hacia mi mesita de noche y con los ojos entre abiertos vi en el reloj que eran las ocho y media de la mañana. Un poco indignada y de mal humor me levanté. Abrí la puerta aun tallándome los ojos y baje las escaleras. Me encontré con mi madre en el camino. -Mamá, ¿Se puede saber por qué diablos en esta casa hay mucho ruido?-pregunté, quería dormir tranquila, era fin de semana y era oportunidad de poderme levantar tarde. Mi madre me miro como si estuviera loca. Ellos normalmente se podían levantar desde las seis de la mañana. Pero yo era alguien mu
Se escuchaban aplausos de todas las personas que nos acompañaban ese dia. Sentí como Christian me apretaba a el y yo como mis piernas temblaban. Se separó de mi, pero mantuvo sus manos alrededor mío.-Felicidades, cielo.-Melina vino a nuestro encuentro.- Que gusto me da verlos juntos.-Nos abrazo a los dos al mismo tiempo.Asi fue durante cinco minutos. Abrazos, besos y muestras de cariño de gente que ni siquiera conocía. No tenía ni idea de quienes pudieran ser. Al fin y al cabo la boda no era mi, aunque me haya casado yo. Sentía que la boda era de mis padres, ellos lo disfrutaban.Fuimos a la sesión fotográfica, las palabras se quedaban atascadas en mi garganta.
Estaba dando vueltas y vueltas en la cama. En la habitación hacía un calor de los mil demonios. Miré el reloj en mi mesita de noche y eran las nueve de la mañana. Que frustrante que ya no pues seguir durmiendo mas. Christian seguí abrazado a mi, que raro. Ayer sin duda fue un gran dia, lo hubiera podido disfrutar mejor si esa boda sería con alguien que yo amará. Él estaba roncando y dormía como una roca. Ni siquiera el tren podría despertarlo. Me levante sin hacer mucho ruido y saqué lo que me pondría el dia de hoy. Fui al baño rápidamente e hice mis necesidades, duche y lave mis dientes. Pienso en el futuro ¿Qué nos deparará este matrimonio? Puede que al final no haya sido tan mala ide casarme. Pero asi como es Christian respecto a todo lo que tiene que ver
Me había despertado temprano por los rayos de sol que entraban desde la ventana. Me coloque mi bata de dormir y me acerque al pequeño balcón que tenía la habitación. Apenas podía ver el amanecer, apreciarlo y admirarlo. Nunca jamás había visto algo tan bello e irreal. Recargué mis brazos en el barandal y seguí admirando. Tenía que ser fuerte sobre esto, no quería enamorarme. -Es precioso ¿No?- no lo sentí llegar y di un salto por el susto. Me abrazo de la cintura y coloco su cabeza en el hueco de mi cuello. En esa zona deposito un ligero y húmedo beso. -Si, realmente espectacular.-las palabras salieron apenas audibles de mi boca. Estas cosas me desconcertaban un poco.