Los labios de ambos se acercaron lentamente, sin contacto alguno, podía sentir el calor de la piel y el olor del perfume del hombre, loción masculina y... ¿lavandas?
Sus labios se presionaron un segundo y luego se abrieron lentamente. Antes de abrirse a la danza entre sus lenguas, escucharon la puerta del departamento abrirse y se separaron con mucha rapidez.*******— Buenas tardes, preciosa señorita. — Dijo una intensa voz melodiosa.Las palabras no salían de la boca de aquella joven. ¿Estaba intimidada? ¿Impresionada? Aquel era el hombre más bello y grandioso con el que se habría topado jamás en su vida.— Buenas tardes, señor Luciano. — Respondió.— ¿Señor? — Estaba sorprendido y tal vez ofendido. — Soy apenas 3 años mayor que tú... ¿Tu padre está aquí hoy?La congregación de su padre tenía sus propias oficinas en el teatro donde se reunían y uno de sus trabajos de medio tiempo era encargarse de organizar todo allí.— Lo siento, señor. Mi padre no está, de hecho, ya estoy cerrando las oficinas, pero puedo enviarle su mensaje, o podemos llamarlo si es muy urgente.Luciano era alto, sus ojos azules profundos como el espacio, su cabello era negro, y tenía algunas preciosas pecas en su rostro. El atractivo de aquel joven era bastante evidente y difícil de NO apreciar.— Mi teléfono no quiere encender... olvide el cargador del auto, y tenía la esperanza de verlo hoy. ¿Puedo llamarlo del teléfono de tu escritorio mientras cierras?Ella asintió y fue a revisar cada oficina, que todo estuviera en orden y bien cerrado. Mientras lo hacía escuchó algunos murmullos, venían de su pequeña área de trabajo, claramente era Luciano hablando con su padre y no le dio alguna importancia.Se tomó su tiempo, después de todo, si algo estaba fuera de lugar, toda la responsabilidad recaería sobre ella.Al apagar las luces se sintió incómoda, como hacia muchísimo tiempo no le sucedía, el ambiente estaba pesado, y se sintió acechada. Como un pequeño conejo arrinconado en algún escondrijo del bosque. Tomó el collar, con el manojo de pequeñas protecciones que siempre llevaba puesto, lo apreto en su puño y salí corriendo.Rápidamente salio de esa oficina y cerró la puerta a sus espaldas, tratando de evitar mirar adentro.
— ¿Estas bien? — Preguntó Luciano, quien, de pronto, apareció en frente de ella.La joven dió un salto del susto. — ¿Ah? si... yo... estaba pensando en algo que me preocupa mucho últimamente. — La conversación de el y su padre había acabado, pero no se había percatado de aquello.— ¿Quisieras hablar conmigo? ¿O aún soy solo un intruso extraño que hace negocios con tu padre? — Pregunto el con una sonrisa.Dudo un momento. — Tengo... muchísimo tiempo comprometida con alguien que aún no conozco, mañana será nuestra fiesta de compromiso y estoy... creo que tengo los nervios de punta. — Confesó. — Solo ruego porque sea una buena persona. — Mientras hablaba tomaba su bolso, y el porta planos que siempre llevaba con ella.— Comprendo un poco, estás en una situación difícil.... — Su rostro hizo una mueca que de una u otra manera decía: "no hay remedio". — Tu padre dijo que puedo ir a verlo a casa, puedo llevarte si no es ningún inconveniente para ti.— Gracias, pero... antes debo ir a revisar los pormenores de mi trabajo de la mañana... — Susurró avergonzada.¿Comprendería este hombre porque tieme 3 trabajos de medio tiempo? Un millonario no tendría que preocuparse por ese tipo de cosas.Tal vez es del tipo que piensa que las ganancias de una iglesia evangélica va al 100% a la familia del pastor o reverendo. Las palabras y preguntas se agolparon en su mente, pero en seguida lo escuchó.— No hay problema, puedo llevarte a ambos lugares. — Le hizo señas de que lo siguiera afuera, y ella simplemente fue tras de el. — ¿A donde nos dirigimos?— Es cerca de mi casa... Solo debemos tomar el bus, y a una cuadra de la parada final, está la pastelería.— No sé quién te dijo que tomaríamos un autobús. — Se burló. — Espero que sepas darle indicaciones a un conductor.Se sintió avergonzada y lo siguió a su auto. Bajaron al sótano del edificio de oficinas del teatro y ahí estaba, lo que ella suponía era un Lamborghini negro. El le abrió la puerta, e incluso acomodó su cinturón de seguridad.Subió a su lado y siguió cada una de las indicaciones que la chica le dió.Trabajaba en una pastelería cerca de la entrada de la ciudad, antes de entrar a los suburbios más sencillos y modestos. No era difícil conseguir el lugar.Al llegar, lo miró, el le devolvió la mirada y encendió un cigarrillo de menta. El olor encendió el deseo de quitarselo, pero era amigo de su padre, y ella tenía muchas apariencias que guardar frente a el. La abstinencia no le ganaría.— ¿Puedo entrar o te avergüenza ir con un hombre en traje? — Bromeó. — Tengo hambre.— No, está bien. De igual manera, no te tendría aquí esperando todo este tiempo. Prometo ser lo más rápida que pueda. — Dejó sus cosas en el auto, solo tomó su teléfono, y las llaves de la puerta trasera. — Te buscare en el área de consumo una vez esté lista.El asintió e ingreso por la puerta principal, pero fue directamente al trabajo. Solo quería acelerar el trabajo del día posterior.La administradora apenas la saludó, y sus compañeros estaban colmados de trabajo. No era mala gente, pero la pastelería se llenaba a esas horas de la tarde noche, y siempre se agobiaban de tanto trabajo.Tomó el primer espacio vacío y comenzó a trabajar. Batió 3 mezclas diferentes de ponque ligero. Se abstrajo tanto de el mundo, esforzándose para acelerar su producción que no se percató que de pronto la cocina estaba vacía.Sus compañeros estaban todos mirando hacia el lobby de la pastelería, escondidos tras la ventanilla hacia la barra.
— ¿Que pasa? — Preguntó a Angela— Hay un tipo famoso ahí fuera. — Respondió. — El de la revista del otro día. El joven que triplicó su fortuna con una app.— ¡Ah! Si.... — Se refería a Luciano. — Ya se... — Ni si quiera me moleste en asomarme.Tendría 15 min en la cocina, y debía esforzarse para no perder dos horas en ella, como de costumbre.
Para ella Luciano ya formaba parte de su entorno social, era algo de conveniencia pero... ahí estaba el, con su lugar asegurado, y solo lo veía como un chico más, un chico cualquiera. Gracias a su estatus civil, ella intentaba no involucrarse y normalizar a quienes la rodearan.— ¿Que te pasa mujer? — Le grito su amiga pegándose le detrás. — Ese hombre está delicioso, al menos deleita tus ojos mirándolo.Ella sonrió y llevó 12 torteras al horno, mientras Angela le reprochaba.— ¿Quieres conocerlo? — Le dijo con una sonrisa de medio lado, algo maliciosa. Ahora tendría media hora antes de ponerse a revisar los moldes para sacarlos.— ¡Claro que si!— Promete que te quedaras para esperar que mis ponques se enfríen, y llevarlos al Freezer y prometo presentartelo. — Ella jamás sufrió de miedo escénico, y en diversas ocasiones se movió con ella, para conocer o presentarle algún chico.— ¡Me quedaré hasta que se enfríen, lo juro! — Vente— Le dijonmientras se sacaba la harina, el delantal y salia por la puerta, soltando su larga melena de rizos Borgoña oscuro.Ella fue tímidamente detrás de Becca.Angela era una joven chica, de contextura rellena, cabello oscuro y piel pálida, amarillenta. Su vientre estaba hinchado gracias a sus casi 8 meses de embarazo.
Luciano leía alguna revista, mientras se comía uno de los postres especiales de pie de limón, que preparaba la joven.Le agradó que el tipo al menos tuviera buen gusto. Levantó su vista y miró directamente a mis ojos. — ¿Ya terminaste? — Preguntó.
— No. — se sentó en una silla de su mesa y le hizo señas a Ángela para que se acercara. — Tienes a todo el equipo de trabajo parado por tu presencia.— Pero no he hecho nada. — Respondió bajando la revista.— Si, bueno... pero eres famoso. — Le dijo ella riendo. — Te presentaré a mi mejor amiga, Angélica.Ella los miraba estupefacta, primero uno, luego el otro y así varias veces. Estaba impresionada por la cercanía.— Nena, el trabaja con mi papá... tienen sus negocios o algo así. Ya lo veo tanto, que es de la familia. — Bromeó.Luciano le tendió la mano de forma despreocupada. — Mucho gusto, es un placer.— Yo... igualmente. — Respondió ella tomando su mano.Luego de un momento, ella se sentó con los muchachos, y hablamos un poco, antes de que Becca volviera a la cocina.Revisó los ponques, y los colocó en la encimera, para que enfriaran, volvió a quitarse el sucio, el delantal y regresó con ellos.Ahora parecían buenos amigos, pero al detenerse frente a Angélica, esta se incomodó.— ¿Ya estás lista? — Preguntó el.— Si, solo toca irnos.— Te veré mañana, hermana. — Le dijo Angélica antes de abrazarla con fuerza.— Nos vemos temprano. — Becca le dio un beso en la mejilla y camino a la salida. Luciano la siguió, despidiéndose de ella con la mano. — Te Ailoviuuu — Le dijo a su amiga, y casi hermana, antes de cerrar la puerta tras de si.— Es una buena chica. — Dijo el — Pero no me vuelvas a presentar a nadie, en especial si está embarazada, por favor. Estoy comprometido, y se me hace increíblemente incómodo. — Dijo encendiendo otro cigarro.— Oh, bueno. Acabas de perder tu oportunidad con la mejor mujer del mundo. — Dijó ella arrancándole el cigarro y tirándolo al suelo. — Ya deja esa basura.No podía seguir teniendo la tentación en frente, y no podía llegar a casa con abstinencia.— Uy, lo siento.Entraron al auto y se mirarom brevemente. Pero esos segundo se sintieron como toda una eternidad. Sus ojos escudriñaban el alma de la joven, sentio su corazón latir, y tomó las protecciones de su cuello en un puño, en una súplica para que los dioses le arrebataran aquel nivel de tentación. Trago grueso, y entonces él volvió la mirada al volante, encendió el auto y echó a andar.Le explicó cómo entrar a los suburbios y cual conjunto de residencias era el suyo. Como no tenían auto, el podía tomar el lugar del estacionamiento.
Caminaron por las áreas comunes, el parque, la cancha, la mesa de ping Pong y finalmente llegaron al edificio. Era pequeño, de apenas 4 pisos y su pequeño departamento estaba en el primero.— Papá ha de estar esperandote... persona que te retuviera por mucho tiempo. Ahora se te hará tarde. — Dijo volteando a verlo cuando abría la reja.El estaba increíblemente cerca de ella. Sus ojos se miraban nuevamente con intensidad. ¿Acaso el sabía CUANTO LE ATRAÍA?— Quiero besarte... — susurró.Ella tragó grueso.Sus labios se acercaron a de ella, sin contacto alguno, podía sentir el calor de su piel y el olor de su perfume. Loción masculina y... ¿lavandas?Sus labios se presionaron un segundo y luego se abrieron lentamente. Antes de poder sentir el roce de sus lengua, escucharon la puerta del departamento abrirse y se separaron con mucha rapidez.— Que bueno que llegaron. — Dijo su padre sonriente. — Comenzaba a preocuparme.Tal parecía, que no los había visto.
Entro a casa algo nerviosa y fue directo a su cuarto, donde tiró su bolso y porta planos a la cama.— ¿Que te pasa? — Le dijo su hermana mayor.— Fue un día malo... — Respondió — Mejorará, cielo. ¿Viniste con el señor Luciano?— Si, está fuera.— Los esperábamos para cenar. — sentenció ella.Todos salieron a reunirse en la mesa, pero ella tarde un poco más. Lavo su cara, se cambio de camisa y fue junto a todos ellos.Su padre y aquel hombre pasaron toda la noche hablando de trabajo, y al final, el viejo lo invito a dormir.La casa no era muy grande pero al menos tenía un buen sofá muy cómodo. Allí se quedó el, ella inmediatamente después de la cena, sin dar explicaciones, simplemente se fue a dormir.Despertó en el suelo de un valle.El aire que rozaba su piel era helado, agrio y su silbido era intenso, se escuchaba cerca de su oído, y también en la lejanía.El cielo estaba oscuro, pero no sé veía una sola estrella, solo la copa de unos árboles petrificados decoraban el borde del cielo, como quien coloca un marco para su obra de arte... una vacía, oscura, y carente de un sentimiento diferente a la incertidumbre.El suelo agrietado lastimaba sus pies. Parecía que no había llovido o corrido un poco de agua por aquellas tierras en muchísimo tiempo.Corrió por laderas, entre los árboles y por encima de un riachuelo de aguas negras, buscando socorro, con la esperanza de que alguien la sacará de ahí. Pero por más que pidió ayuda, no hubo nadie que la auxiliara. Estaba en un lugar inmenso y completamente sola, pero aquel sentimiento de ser un conejo aterrado en algún rincón del bosque, ni la abandona.¿Donde estaba? ¿Cuanto tiempo tendría ahí?Entonces los recuerdos se amontonaron en su
Era 10 de diciembre, Becca se levantó súper temprano, se colocó ropa deportiva, y salió de casa, no sin antes mirar con disimulo, el guapísimo hombre que dormía en su sillón.Llegó a la pastelería y se dedicó a rellenar y decorar los bizcochos. Una vez su trabajo hubo terminado, volvió a casa. No hablo con nadie y no se acercó a nadie. No tenía el humor para hacerlo estaba deprimida, aplastada, preocupada y agotada. Así era siempre que tenía aquel sueño.Al entrar por la puerta notó que el joven ya no estaba, y que su padre tampoco, así que volvió directamente a la cama.La mañana transcurrió tranquila, hasta que su hermana de 9 años fue a despertarla, más allá del medio dia. Alicia la sarandeo un par de veces, no era alguien muy delicada o considerada.— ¡Parate! Debemos ir a la peluquería hoy. No puedes haberlo olvidado. — Gritaba la niña.— Claro... — Dijo Becca aún medio dormida. — La fiesta de Navidad es hoy... ¿verdad?— Si, habrá comida y música. — Gritó la niña emocionada.— R
Al día siguiente, con los primeros rayos del sol, Becca se arregló con su acostumbrado jean roto, camiseta y chaqueta de lino marrón. Recogió sus cosas de la universidad, portafolios, bolso, laptop y porta planos, se arregló y voló fuera de su casa.La mañana estaba fresca, y las nubes sonrosadas hacían dibujos en el cielo.Era lo único en lo que pensaba mientras viajaba en autobús. La música siempre sonaba fuerte en sus audífonos, para así aislarse de la gente en su entorno. Normalmente no se los quitaba por nada del mundo.El campus aún estaba solitario. En algunos pasillos se podían ver uno que otro estudiante. Repasando para exámenes o dormitando en las bancas. La universidad en la que estudiaba era pública, por lo que muchos estudiantes eran de ciudades y pueblos circundantes a la suya. Muchos tenían la costumbre de llegar extremadamente temprano, para no perder ninguna clase.— Ey, que haces aquí tan temprano? — Dijo una voz conocida a su es
En su departamento, la familia estaba a punto de cenar al llegar Becca.— Llegas en momento justo, hoy papá hizo un asado negro. — Grito Alicia.— ¿Que celebramos? — Contesto Bec con una sonrisa.— La unión de nuestra familia. — Respondió David.El asado negro de su padre era de pollo y todos lo amaban. Lo acompañaban arroz, tajada y ensalada. Realmente era un buen plato de comida, nada comparado a lo acostumbrado.— Vi que te llevas muy bien con tu amado Luciano. — Dijo Moisés en medio de la cena, para molestarla.— ¿Vieron como respondió cuando Alexandra vino a molestar? — Agregó Isobel.— Un hombre que sabe defender a la dama que va consigo, es un buen tipo. — Contestó David.— Es guapo, educado, y además sabe responderle a gente molesta.... la verdad, me agrada. — Dijo Bec evidentemente nerviosa. — Sin embargo, no hablamos demasiado. Aunque ya entiendo porque papá intentó metermelo por los ojos durante tanto tiempo.— ¿Te comentó algo de la boda? — Preguntó David.— No, pero está
Luego de comer en la llevo en su auto a la universidad.— Vendrás a buscarme por la tarde? — Pregunto ella, una vez estacionados.— Pensaba buscarte para llevarte a conocer el futuro hogar que habitaras. - El estaba sentado de lado en su asiento, con una postura muy resuelta. — Según entiendo, tu intención es quedarte hoy.— Pensé, que sería buena idea quedarme a conocer el lugar. Ahora, creo que también sería buena idea que dejes de espiarme. — Dijo mientras golpeó con su dedo el pecho de el, como quien regaña a un niño.— Lo siento. Eres muy propensa a que te sucedan cosas malas. Casi terminas en mis dominios un par de veces. Quiero asegurarme que eso no vuelva a pasar.— Dejaré unas cosas en tu auto, y me iré a dar una clase. Te veré luego. Que tengas una linda tarde, Luz.Becca salió del auto sin dejar que el respondiera, únicamente llevo su bolso y objetos de estudio.Atravesó la universidad, en un santiamén. Llegó a la dirección donde la secretaria le entregó unos papeles, y fue
Becca despertó en una amplia sala consuelos negros y paredes blancas. Tenía escasos muebles de cuero blanco.Junto a ella descansaban todas sus pertenencias menos la caja de implementos mágicos, y sobre su bolso había una pequeña nota que decía estaré en un estudio, puedes acompañarme cuando despiertes.El estudio era amplio, tanto, que la luz que ingresaba por el ventanal no alcanzaba a iluminar toda la estancia. Tenia paredes y suelos de exquisito mármol blanco. Los muebles eran de madera oscura, con cojines negros. El viento fresco de la tarde se colaba entre las uniones del vidrio.— Necesito que te encargues de el. — La voz de Luciano retumbaba en la estancia. Cada vez se hacía más oscura, más densa, y terrible. — Aprenderá la lección de un modo u otro, ya lo dejamos perjudicar suficiente, así que no puedes matarlo. Quiero que viva para que recuerde que es una basura y jamás dejará de serlo.El intenso odio con el que se expresaba era practicamente palpable. Cada vez que una pala
Al terminar la cena Luciano envío a su asistente de regreso a su casa, y le pidió a Edith qué les subiera té a los aposentos de Becca.— Tengo muchas dudas respecto a ti, después del día de hoy. Pero temo pasarme de la raya preguntando demasiado.— ¿Que quieres saber? — Preguntó el.— Todo lo que estes dispuesto a contarme.El comenzó a contarle todo respecto a su vida humana, le habló de sus padres, sus hermanas, amistades, y la casa en la que habitaban en ese momento. En medio de esa conversación Edith subió el té y se retiró cerrando la puerta para dejarlos completamente solos.— ¿ Que puedes contarme de tu secretaria? — Preguntó Becca directamente. — Sabía que eventualmente entraríamos en ese tema de conversación. Ella es una mujer humana como cualquier otra, tiene tu edad, pero no se ha preparado a nivel universitario. De hecho su puesto también es pactado, ella solicito tener una mejor estabilidad económica a cambio de su completa lealtad.— ¿Porque me elegiste a mí y no a ell
Le costo muchísimo poder levantarse dela cama, pero ya era de mañana. El sol se colaba por la ventana panorámica del cuarto.Por muy somnolienta que estuviera, tenía responsabilidades que cumplir, así que entró al baño, para arreglarse, y descubrir lo enorme que era aquel lugar. Tenía paredes de azulejos pequeños de color salmón, y un suelo de cerámica blanca. El retrete, el lavamanos, la ducha y la tina hacían juego en un pulcro color blanco. Había un muchísimos productos para el baño, y toallas suaves cómo pequeños conejitos.Luego de quedar estupefacta con el lugar al que había entrado, decidió tomar un baño de tina.Luciano era un hombre de negocios, un empresario importante. Alguien en constantes reuniones y juntas, por lo que la mayoría del tiempo llevaba conjunto de traje y corbata.Aquel dia luego de pasar 45 minutos en su gimnasio personal, tomar un baño y volvio a secarse bajo el frío aire de la mañana, se colocó un traje de color azul rey, con camisa blanca, corbata, corre