La siguiente mañana el ambiente estaba ligeramente lluvioso, el cielo se veía muy nublado y desde donde todos le estaban podían escuchar los fuerte del oleaje.Se colocaron ropa sencilla y bajaron a la calle dónde los estaba esperando un transporte como chofer qué Rebeca en no conocía. El tipo lo recibí en silencio y les colocó algo de música. El trayecto fue Pacífico y sus invitados durmieron todo el tiempo de regreso a la mansión, la joven no sabía si realmente estaban cansados o era algún tipo de truco que había hecho Luciano quién claramente estaba de muy mal humor.El solo miraba por la ventana como si estuviera buscando algo que disfrutar en el paisaje. Nunca volteo ni le dirigió la palabra.Un par de horas pasaron antes de que nuevamente estuvieran en la entrada de la mansión en la puerta estaba Carolina con una muy mala cara la mujer parecía estar apunto de reventar de rabia.— ¿Donde demonios te metiste? — Le gritó a Luciano. — Tengo
Rebeca caminaba entre las decoraciones y los adornos, cuando escuchó la voz de Carolina y Luciano en el salón.— ¿Realmente tienes que casarte con ella? — Preguntó la mujer.— Firme un contrato, que debo cumplir. — afirmó el. — Tengo 10 años esperando este momento, trabajando porque todo salga bien. Bien sabes que tengo muchísimo tiempo aguardando este instante.— Es solo que no entiendo, Lucifer. Podrías tener todas las mujeres que quieras en el mundo. Hermosas, poderosas, talentosas... ¿porque una tan sencilla? — Porque es la que yo quiero, la que elegí y me va a acompañar por el resto de mi vida humana. Te guste o no, tendrás que respetarla tanto como a mí, y cumplir tus obligaciones, apoyándola a ella también. — Habían muchas cosas que el no podía expresarle a Carolina. Su actitud los últimos tres días demostraron el punto de Rebeca, y el evitaría a toda costa cualquier confrontamiento.— ¿Porque no me tomas a mi? — Preguntó Car
La puerta sonó "toctoc" y luego Edith entro a través de ella. — Chicos, ya llegaron sus estilistas y sus trajes. Es hora de arreglarse.Rebeca salto de la cama con rapidez, estaba muy emocionada. — Vamos, es momento de dar el si acepto.— Aún falta, bebé. — Bostezó Luciano. — Solo me voy a levantar, porque luego de eso, nos perderemos un mes del mundo. — Bromeó.— Me alegra que no vayan a su boda enojados. — Dijo la anciana dejando la habitación.Luciano salió por la puerta, y tras de el, entraron Merly y su equipo de estilista, a consentir y arreglar a la novia.Luciano atravesó su propia casa en pijama, viendo cómo todo estaba en completo orden, tal como le gustaba. Una vez en su habitación, consiguió a Paolo y su equipo de trabajo. — Buenas tardes. — Los saludo.Luego de tomar un baño, Luciano se dejó hacer por el equipo de profesionales.***Isobel ya estaba en la enorme mansión culminando los
Luciano se aclaró la voz un poco avergonzado. — Yo... el día de hoy estoy extremadamente feliz porque en este instante nos acompañan nuestros hermanos de la vida, amigos y familiares a celebrar el momento más importante de nuestras vidas, antes que nada Solo quiero saludarlos y agradecerles por formar parte de este instante que quedará grabado en mi memoria hasta el final de los tiempos. — Dijo mirando al público. — Ahora, centrándome en ti mi preciosa princesa, quiero comenzar expresando que tengo muchísimas cosas que decir, prometer y asegurar, tantas que me sería totalmente imposible solo colocarlas en mi votos, por lo que la primera promesa que realmente voy a hacerte en este instante es que dedicaré cada segundo en mi vida a demostrarte cuanto te amo, a hacerte feliz, a darte todas aquellas cosas que yo sé en el fondo de mi corazón que tú te mereces, y que jamás estarás sola mientras estemos casados. A partir de este momento mi cuerpo, mi mente, mi alma y mi espíritu son comple
Los labios de ambos se acercaron lentamente, sin contacto alguno, podía sentir el calor de la piel y el olor del perfume del hombre, loción masculina y... ¿lavandas?Sus labios se presionaron un segundo y luego se abrieron lentamente. Antes de abrirse a la danza entre sus lenguas, escucharon la puerta del departamento abrirse y se separaron con mucha rapidez.*******— Buenas tardes, preciosa señorita. — Dijo una intensa voz melodiosa.Las palabras no salían de la boca de aquella joven. ¿Estaba intimidada? ¿Impresionada? Aquel era el hombre más bello y grandioso con el que se habría topado jamás en su vida. — Buenas tardes, señor Luciano. — Respondió.— ¿Señor? — Estaba sorprendido y tal vez ofendido. — Soy apenas 3 años mayor que tú... ¿Tu padre está aquí hoy?La congregación de su padre tenía sus propias oficinas en el teatro donde se reunían y uno de sus trabajos de medio tiempo era encargarse de organizar todo allí.— Lo siento, señor. Mi padre no está, de hecho, ya estoy cerrando
Despertó en el suelo de un valle.El aire que rozaba su piel era helado, agrio y su silbido era intenso, se escuchaba cerca de su oído, y también en la lejanía.El cielo estaba oscuro, pero no sé veía una sola estrella, solo la copa de unos árboles petrificados decoraban el borde del cielo, como quien coloca un marco para su obra de arte... una vacía, oscura, y carente de un sentimiento diferente a la incertidumbre.El suelo agrietado lastimaba sus pies. Parecía que no había llovido o corrido un poco de agua por aquellas tierras en muchísimo tiempo.Corrió por laderas, entre los árboles y por encima de un riachuelo de aguas negras, buscando socorro, con la esperanza de que alguien la sacará de ahí. Pero por más que pidió ayuda, no hubo nadie que la auxiliara. Estaba en un lugar inmenso y completamente sola, pero aquel sentimiento de ser un conejo aterrado en algún rincón del bosque, ni la abandona.¿Donde estaba? ¿Cuanto tiempo tendría ahí?Entonces los recuerdos se amontonaron en su
Era 10 de diciembre, Becca se levantó súper temprano, se colocó ropa deportiva, y salió de casa, no sin antes mirar con disimulo, el guapísimo hombre que dormía en su sillón.Llegó a la pastelería y se dedicó a rellenar y decorar los bizcochos. Una vez su trabajo hubo terminado, volvió a casa. No hablo con nadie y no se acercó a nadie. No tenía el humor para hacerlo estaba deprimida, aplastada, preocupada y agotada. Así era siempre que tenía aquel sueño.Al entrar por la puerta notó que el joven ya no estaba, y que su padre tampoco, así que volvió directamente a la cama.La mañana transcurrió tranquila, hasta que su hermana de 9 años fue a despertarla, más allá del medio dia. Alicia la sarandeo un par de veces, no era alguien muy delicada o considerada.— ¡Parate! Debemos ir a la peluquería hoy. No puedes haberlo olvidado. — Gritaba la niña.— Claro... — Dijo Becca aún medio dormida. — La fiesta de Navidad es hoy... ¿verdad?— Si, habrá comida y música. — Gritó la niña emocionada.— R
Al día siguiente, con los primeros rayos del sol, Becca se arregló con su acostumbrado jean roto, camiseta y chaqueta de lino marrón. Recogió sus cosas de la universidad, portafolios, bolso, laptop y porta planos, se arregló y voló fuera de su casa.La mañana estaba fresca, y las nubes sonrosadas hacían dibujos en el cielo.Era lo único en lo que pensaba mientras viajaba en autobús. La música siempre sonaba fuerte en sus audífonos, para así aislarse de la gente en su entorno. Normalmente no se los quitaba por nada del mundo.El campus aún estaba solitario. En algunos pasillos se podían ver uno que otro estudiante. Repasando para exámenes o dormitando en las bancas. La universidad en la que estudiaba era pública, por lo que muchos estudiantes eran de ciudades y pueblos circundantes a la suya. Muchos tenían la costumbre de llegar extremadamente temprano, para no perder ninguna clase.— Ey, que haces aquí tan temprano? — Dijo una voz conocida a su es