La cena transcurrió en calma para todos, excepto para Hayley, quien no dejaba de sentir el peso de la mirada insistente del pelinegro. Los nervios habían hecho estragos en su apetito; por más deliciosa que hubiera estado la comida preparada por Eleonor y Loren, su estómago parecía haberse cerrado. Apenas había probado pequeñas raciones de los diversos platillos en la mesa, como si cualquier bocado pudiera atragantarse con las emociones que se agitaban en su interior.¿Cómo podía actuar con normalidad después de lo que Evan le había confesado? La respuesta era simple; no podía. Aunque la joven permanecía físicamente en el comedor, sentada junto a él, sus padres y los Sinclar, su mente navegaba en un torbellino de pensamientos y emociones. Las palabras de Evan resonaban en su cabeza, una y otra vez, como un eco imposible de silenciar. Aquella confesión la había tomado completamente desprevenida, más de lo que estaba dispuesta a admitir. Pero, junto a la sorpresa, también habían sensaci
Al cabo de un rato, ambos se dirigieron a la habitación que compartirían. Fue entonces cuando Hayley, como si hasta ese instante no hubiera reparado en ello, cayó en cuenta de que tendrían que dormir en la misma cama. Su cuerpo se tensó al verlo entrar tras ella, caminando con naturalidad hacia el armario para sacar lo que parecía ser su ropa de dormir; un pantalón de chándal y nada más.La idea de que Evan pudiera dormir sin camisa la invadió de golpe, causando que un calor repentino subiera por su cuello y coloreara sus mejillas. Trató de calmarse, recordándose que aquello era algo completamente normal. "No es la primera vez que lo ves sin camisa," se reprendió mentalmente. Sin embargo, su propio razonamiento no hizo más que intensificar su nerviosismo. La verdad era que jamás había estado en una situación tan íntima con un hombre, y mucho menos con alguien como Evan.Intentaba mantener la compostura, pero su cuerpo parecía no colaborar. Cada pensamiento provocaba que su respiració
Hayley no supo en qué momento el sueño la había vencido. A pesar de la incomodidad que le provocaba compartir la cama con Evan, el agotamiento había sido más fuerte. Su cuerpo, al relajarse, había cedido a la inconsciencia. Sin embargo, el descanso no duró mucho. Un calor extraño la despertó, haciéndola removerse entre las sábanas. Abrió los ojos lentamente, buscando deshacerse de la manta que la cubría, pero pronto se dio cuenta de que no era la cobija la que provocaba esa sensación sofocante. Era algo más. O, mejor dicho, alguien.Unos brazos firmes rodeaban su cintura, inmovilizándola. Desconcertada, intentó zafarse, pero el agarre se mantuvo firme. Con esfuerzo, logró girarse y, para su sorpresa, se encontró cara a cara con Evan. Él dormía plácidamente, ajeno al torbellino de emociones que su cercanía desataba en la joven. Sus cuerpos estaban tan próximos que podía sentir el calor de su piel mezclándose con el suyo, y su respiración, pausada y tranquila, rozaba su rostro como un l
El desayuno había quedado atrás y, tras un buen rato de conversaciones animadas, los Sinclar y los padres de Evan tomaron la decisión de salir al mar en el yate privado de la familia. El plan era sencillo pero emocionante; navegar hasta encontrar delfines y disfrutar del día soleado. La propuesta fue recibida con entusiasmo por todos, excepto por Hayley, quien sabía que el constante balanceo de las olas solía provocarle mareos inevitables. A pesar de sus reservas, no quiso arruinar la diversión del grupo y optó por acompañarlos.Cuando el yate zarpó, la joven no tardó en sentir los efectos del movimiento. Mientras los demás reían y admiraban el paisaje desde la cubierta, ella permaneció dentro de la cabina, luchando contra el malestar que la invadía. Sentada en el sofá, cerró los ojos e intentó concentrarse en respirar profundamente. Su estómago revuelto parecía tener voluntad propia, y el temor de llegar a vomitar allí mismo la mantenía en un estado constante de
—Creo que la barbacoa ya está lista. Iré a buscar el vino —anunció Loren, haciendo ademán de levantarse de la tumbona. Sin embargo, Hayley se apresuró a intervenir.—No se preocupe, yo puedo ir por usted. Dígame dónde está.Loren sonrió agradecida. —Eres un encanto, querida. Está en la segunda planta, a la derecha, en la bodega —dijo, pero antes de que pudiera terminar, se percató de la presencia del pelinegro, quien se acercaba al grupo—. Oh, Evan, cariño, hemos olvidado traer las bebidas. ¿Podrías acompañar a tu esposa a buscarlas? Están en la bodega.La mirada cómplice que Loren compartió con Eleonor no pasó desapercibida para ninguno de los dos. Hayley, quien había observado el intercambio silencioso entre ambas mujeres, sospechó que tramaban algo, pero prefirió no decir nada. En cambio, se limitó a asentir y comenzó a caminar hacia la casa, notando que Evan la seguía de cerca. Antes de entrar, se colocó una camisa ligera que cubría su bañado
Encerrados en la penumbra de la bodega, Evan y Hayley no pasaron demasiado tiempo antes de que los demás notaran su ausencia. Al abrir la puerta, Eleonor y Loren los recibieron con sonrisas maliciosas y ojos llenos de diversión. Era evidente que el encierro no había sido un accidente. Evan frunció el ceño, incrédulo. ¿Desde cuándo su madre era cómplice de tales travesuras? La miró con desaprobación, mientras Eleonor, fingiendo una completa inocencia, se encogía de hombros y ayudaba a Hayley a cargar el vino hacia la mesa.Los cuatro se dirigieron hacia la alberca, donde la comida ya estaba servida. Todos tomaron sus lugares en torno a la mesa, excepto Stephen, quien se había apartado para atender una llamada. Desde su sitio, Evan lo observó de reojo. Había algo en la postura de su padre, en la rigidez de sus hombros y la manera en que giraba la cabeza para lanzar miradas furtivas hacia la mesa, que lo inquietó profundamente.“¿Sería algún cliente mol
Evan soltó un profundo suspiro, irritado por el constante zumbido de su móvil que vibraba insistentemente en su mano. Por un instante, se reprochó no haber eliminado aquel contacto cuando tuvo oportunidad. La imagen de Amber, mucho más joven en una foto de hace años, apareció en la pantalla. La visión lo transportó brevemente a los días de la universidad, a un tiempo que prefería no revivir. Ahora, después de tanto tiempo, ella volvía a su vida de una manera inoportuna, pretendiendo llamar y, al parecer, restablecer una conexión que él consideraba ya rota.Con el ceño fruncido, deslizó el dedo por la pantalla antes de llevarse el teléfono al oído. Su voz, áspera y cargada de molestia, rompió el silencio.—¿Qué quieres, Amber?Del otro lado, el tono de la mujer reflejaba sorpresa y cierta nostalgia, como si no esperara esa dureza en sus palabras.—No me has eliminado —respondió ella, casi incrédula—. Pensé que no te habías comunicado conm
El fin de semana había pasado volando para Hayley y Evan, quienes tuvieron que regresar a su rutina diaria, a pesar de que los Sinclair y los padres de él habían insistido en que se quedaran unos días más. Sin embargo, ellos se negaron, alegando que tenían mucho trabajo pendiente. Con pesar, se despidieron del resto y emprendieron el viaje de regreso. Durante el trayecto, Hayley permaneció en silencio, llenando el espacio del auto con música, tarareando la melodía de una canción cuando escuchó a Evan hablar.—Lo dije en serio, no ha sido por puro impulso —, declaró, captando la atención de la joven. Él mantenía su vista fija en la carretera, pero aprovechó el semáforo para posar sus ojos en los de ella y retomar la conversación del día anterior.—¿A qué te refieres? —inquirió, confundida.—De verdad me gustas, Hayley, y deseo conocerte mejor y descubrir lo que te disgusta, aquello que amas hacer, quiero saber todo de ti. Tal vez nuestro matrimonio ha comenzado algo forzado, ninguno t