LIAMEstoy ardido, molesto y solo tengo un pensamiento asesino en la mente, uno que no desaparece ni con el resquemor que me avasalla. Kendra me ha acusado de algo que está claro, no hice, pero al parecer alguien le ha metido demasiada mierda en la cabeza, como el hecho de que creyera que yo le daría bola a Camila, cuando esa mujer está lejos de interesarme. Muevo el cuello con estrés, su voz, su mirada y las palabras que me dijo antes de que perdiera el conocimiento, ocasionan en mí estragos machistas, pero ella tiene razón, no llegué a tiempo a salvarla, si no hubiera mandado a alguien a que siguiera a Kratos Reverie, entonces no sabría al peligro al que se expuso, pero eso no es todo, hay más, como el que le haya puesto un GPS. “De nuevo llegas tarde” Cierro los ojos por un par de segundos, mientras estoy en la sala de espera viendo al hijo de perra de Kratos, no ha apartado la mirada de mí y tampoco hago lo mismo, no le doy el gusto. El tiempo transcurre de manera rápida mientr
NARRADOR OMNISCIENTE—Chester Williams. Mientras Liam procesaba el hecho de que estaba delante del mismo hombre que había vendido años atrás a su propia hija, a un mafioso de categoría alta, a un par de kilómetros de distancia se encontraba la misma Kendra, con la lengua adolorida y ensangrentada debido a la mordida que le había proporcionado Liam, ella sabía que muy en el fondo era su manera cavernícola de marcarla como suya.Ya era demasiado noche y aunque sus heridas no eran graves, los doctores le habían informado que por órdenes de Kratos, tenía que quedarse un par de días más, hace una hora que se había ido Arsene, le visitó en cuanto le dijo lo que había pasado. —Esto es solo el comienzo —escuchó antes de irse. Lo sabía, el ataque fue por culpa de Kratos, y eso era lo que le esperaría todo el tiempo, si aceptaba casarse con él, no lo tenía en los planes y cuando se le cruzaba la idea por la cabeza, solo era con el único fin de molestar a Liam. Tomó una bocanada de aire y en
KENDRAObservo en el espejo mi lengua, ya se ha curado un poco, no del todo, pero sin duda está mejor que los días anteriores, ha pasado cerca de una semana en la que mi vida en el trabajo es un infierno, pese a que Liam no se ha presentado a trabajar, y pese a que gracias a eso he podido estar al mando de Arsene, mi viejo amigo, es solo que es pesado por la cantidad de informes que debo redactar y los papeles que debo fotocopiar, etc.En general, ser una secretaria resulta una mierda, ni siquiera me he cruzado con Camila, lo cual sin duda es un alivio, por otra parte, he llegado a conocer un poco mejor a Klem, la chica de cabello caramelo y ojos ámbar, que aunque nadie se haya dado cuenta por qué se esfuerza demasiado en ser discreta, sé que está enamorada en secreto de Arsene. Evan es serio, responsable, es el tipo de hombre que no acepta una broma, pero que puedes contar con él, me lo ha demostrado estos días, cada que se me atora algo en el trabajo, siempre aparece de la nada acu
KENDRAEstas son la clase de cosas que me hacen pensar que quizás lo mejor hubiera sido seguir encerrada en aquel centro psiquiátrico. Las manos me tiemblan, no, no se trata de un fantasma, esto es real, no es un juego, ni de cerca, cierro la puerta a mis espaldas al tiempo que me permito tomar una bocanada de aire, pareciera que he olvidado cómo se respira incluso. —Papá —susurro. —Me alegra saber que me recuerdas, princesa. Odio que me diga de esa forma, siempre se lo he dicho, y eso se debe a que tal vez nunca me considere una princesa, ellas tenían vidas arregladas, un final feliz, algo a lo que yo nunca podré aspirar a tener. —¿Qué haces aquí? —¿Así es como recibes a tu viejo? —arguye sin borrar la sonrisa floja en su rostro. —No se le puede recibir con flores al hombre que vendió a su propia hija, su sangre —reprocho porque estoy en todo mi maldito derecho, pese lo que le pese. Esta vez su sonrisa se tambalea un poco. —Bueno, son cosas que pasan, yo no lo hice realmente,
KENDRAEl ruido de mi cabeza hace que estallen mis neuronas, no tengo idea de lo que ha pasado, no lo tengo claro, es como ver una película borrosa, como si todo estuviera en cámara rápida sin la oportunidad de poner una repetición más lenta. —Liam —susurro sintiendo la boca seca. Lo recuerdo, a él sí que lo recuerdo, sus ojos llenos de rabia, todo en él olía a peligro y a castigo, lo dejó claro cuando nos subimos al auto, por supuesto, él debió haberme llevado a casa, me dejo guiar por la voz de mis pensamientos. Poco a poco giro mi cabeza y abro los ojos lento, dejando que mi cerebro procese cada maldita cosa. Cuando lo hago, noto que se trata de una habitación de hotel, porque no es mi departamento, tampoco el de Liam o alguna propiedad de los Moretti o incluso de Regina o Ronan. Respiro con profundidad, tratando de que todo mejore, me incorporo y estoy desnuda, sola, en medio de una cama con las sábanas revueltas, pero eso no es lo que provoca que mi corazón se acelere, no, si
LIAMSigo con la polla endurecida, creo que ha sido mala idea dejar que se vistiera, reviso la hora que marca el reloj colgado en una de las paredes, todavía es temprano, muevo el cuello con estrés, dejando que Kendra procese todo lo que acaba de pasar, es cierto, ella y yo nos casamos, puede que el alcohol en su sistema ayudara un poco, pero eso ya no importa, no tiene caso seguir lamentándose por lo mismo. Comienzo a quitarme la ropa, aún sigo molesto por haberla encontrado en los brazos de otro, una cosa ha sido imaginarla en un escenario como ese todo el tiempo, pero otra muy distinta, encontrarla haciendo eso en la viada real, es momento de ofrecerle un castigo de verdad. —¿Qué haces? —me pregunta cuando ya no hay ropa que me cubra. —Follarte. —No —retrocede—. No pienso dejar que me toques de nuevo. Trata de que me convenza de que lo que sale de su boca es cierto, pero no lo es, ella me desea tanto como la deseo yo a ella, es una realidad que entre más tiempo se tarde en ace
KENDRATodo sucede con demasiada rapidez, en cuanto escucho el sonido de la explosión, creo que vamos a morir, pero Liam llega a tiempo y me cubre con su cuerpo, mi corazón late con frenesí, por un segundo creo que se saldrá de mi pecho, los ruidos me alteran. —Mierda —brama poniéndose de pie y ayudándome a hacer lo mismo. Todo es un desastre, mi departamento se ha cubierto por una enorme capa de humo negro y fuego, la alarma contra incendios comienza a sonar y me quedo sin hacer nada, viendo con terror como mi mundo se incendia. —Liam —susurro. —Andando. Me toma de la mano y la acepto porque tengo miedo, porque no sé a dónde me llevará, pero por alguna extraña razón, siento que estoy a salvo con él. El humo colapsa en mis pulmones, no puedo respirar, sin embargo, me dejo llevar por Liam, al final, rompe una de las ventanas con una silla, da para las escaleras de emergencia, y es así como logramos salir, antes de que una segunda explosión nos haga agachar para evitar caernos. Vi
KENDRAMi cabeza no está en donde debería estar, es decir, siento que mi cuerpo se estremece con solo pensar en que Kratos tiene a la pobre de Rebeca, si es así, ¿qué les espera a Klem y a Evan? Temo por sus vidas, no por las mías, ahora tengo que encontrar una solución sin que Liam o mi padre se enteren. —¿Qué sucede? —me pregunta Liam—. Estás muy callada. Mierda. Levanto la mirada y me encuentro con sus ojos sobre mí. Mi padre no se ha levantado, está en una de las habitaciones de huéspedes y solo nos encontramos nosotros desayunando, ni siquiera tengo apetito con lo que acaba de ocurrir. —No tengo hambre. —Tienes que comer, me importa una mierda lo que quieras ahora, alimentarte es algo que te obligaré a hacer, a menos de que quieras que te llene el culo con mi semen. Sus palabras son como una bofetada, no quiero que me folle, no quiero que me haga nada, maldición, comienzo a picotear la fruta, poco a poco, en efecto, al final compruebo que si tengo hambre, ojalá pudiera conf