KENDRAObservo en el espejo mi lengua, ya se ha curado un poco, no del todo, pero sin duda está mejor que los días anteriores, ha pasado cerca de una semana en la que mi vida en el trabajo es un infierno, pese a que Liam no se ha presentado a trabajar, y pese a que gracias a eso he podido estar al mando de Arsene, mi viejo amigo, es solo que es pesado por la cantidad de informes que debo redactar y los papeles que debo fotocopiar, etc.En general, ser una secretaria resulta una mierda, ni siquiera me he cruzado con Camila, lo cual sin duda es un alivio, por otra parte, he llegado a conocer un poco mejor a Klem, la chica de cabello caramelo y ojos ámbar, que aunque nadie se haya dado cuenta por qué se esfuerza demasiado en ser discreta, sé que está enamorada en secreto de Arsene. Evan es serio, responsable, es el tipo de hombre que no acepta una broma, pero que puedes contar con él, me lo ha demostrado estos días, cada que se me atora algo en el trabajo, siempre aparece de la nada acu
KENDRAEstas son la clase de cosas que me hacen pensar que quizás lo mejor hubiera sido seguir encerrada en aquel centro psiquiátrico. Las manos me tiemblan, no, no se trata de un fantasma, esto es real, no es un juego, ni de cerca, cierro la puerta a mis espaldas al tiempo que me permito tomar una bocanada de aire, pareciera que he olvidado cómo se respira incluso. —Papá —susurro. —Me alegra saber que me recuerdas, princesa. Odio que me diga de esa forma, siempre se lo he dicho, y eso se debe a que tal vez nunca me considere una princesa, ellas tenían vidas arregladas, un final feliz, algo a lo que yo nunca podré aspirar a tener. —¿Qué haces aquí? —¿Así es como recibes a tu viejo? —arguye sin borrar la sonrisa floja en su rostro. —No se le puede recibir con flores al hombre que vendió a su propia hija, su sangre —reprocho porque estoy en todo mi maldito derecho, pese lo que le pese. Esta vez su sonrisa se tambalea un poco. —Bueno, son cosas que pasan, yo no lo hice realmente,
KENDRAEl ruido de mi cabeza hace que estallen mis neuronas, no tengo idea de lo que ha pasado, no lo tengo claro, es como ver una película borrosa, como si todo estuviera en cámara rápida sin la oportunidad de poner una repetición más lenta. —Liam —susurro sintiendo la boca seca. Lo recuerdo, a él sí que lo recuerdo, sus ojos llenos de rabia, todo en él olía a peligro y a castigo, lo dejó claro cuando nos subimos al auto, por supuesto, él debió haberme llevado a casa, me dejo guiar por la voz de mis pensamientos. Poco a poco giro mi cabeza y abro los ojos lento, dejando que mi cerebro procese cada maldita cosa. Cuando lo hago, noto que se trata de una habitación de hotel, porque no es mi departamento, tampoco el de Liam o alguna propiedad de los Moretti o incluso de Regina o Ronan. Respiro con profundidad, tratando de que todo mejore, me incorporo y estoy desnuda, sola, en medio de una cama con las sábanas revueltas, pero eso no es lo que provoca que mi corazón se acelere, no, si
LIAMSigo con la polla endurecida, creo que ha sido mala idea dejar que se vistiera, reviso la hora que marca el reloj colgado en una de las paredes, todavía es temprano, muevo el cuello con estrés, dejando que Kendra procese todo lo que acaba de pasar, es cierto, ella y yo nos casamos, puede que el alcohol en su sistema ayudara un poco, pero eso ya no importa, no tiene caso seguir lamentándose por lo mismo. Comienzo a quitarme la ropa, aún sigo molesto por haberla encontrado en los brazos de otro, una cosa ha sido imaginarla en un escenario como ese todo el tiempo, pero otra muy distinta, encontrarla haciendo eso en la viada real, es momento de ofrecerle un castigo de verdad. —¿Qué haces? —me pregunta cuando ya no hay ropa que me cubra. —Follarte. —No —retrocede—. No pienso dejar que me toques de nuevo. Trata de que me convenza de que lo que sale de su boca es cierto, pero no lo es, ella me desea tanto como la deseo yo a ella, es una realidad que entre más tiempo se tarde en ace
KENDRATodo sucede con demasiada rapidez, en cuanto escucho el sonido de la explosión, creo que vamos a morir, pero Liam llega a tiempo y me cubre con su cuerpo, mi corazón late con frenesí, por un segundo creo que se saldrá de mi pecho, los ruidos me alteran. —Mierda —brama poniéndose de pie y ayudándome a hacer lo mismo. Todo es un desastre, mi departamento se ha cubierto por una enorme capa de humo negro y fuego, la alarma contra incendios comienza a sonar y me quedo sin hacer nada, viendo con terror como mi mundo se incendia. —Liam —susurro. —Andando. Me toma de la mano y la acepto porque tengo miedo, porque no sé a dónde me llevará, pero por alguna extraña razón, siento que estoy a salvo con él. El humo colapsa en mis pulmones, no puedo respirar, sin embargo, me dejo llevar por Liam, al final, rompe una de las ventanas con una silla, da para las escaleras de emergencia, y es así como logramos salir, antes de que una segunda explosión nos haga agachar para evitar caernos. Vi
KENDRAMi cabeza no está en donde debería estar, es decir, siento que mi cuerpo se estremece con solo pensar en que Kratos tiene a la pobre de Rebeca, si es así, ¿qué les espera a Klem y a Evan? Temo por sus vidas, no por las mías, ahora tengo que encontrar una solución sin que Liam o mi padre se enteren. —¿Qué sucede? —me pregunta Liam—. Estás muy callada. Mierda. Levanto la mirada y me encuentro con sus ojos sobre mí. Mi padre no se ha levantado, está en una de las habitaciones de huéspedes y solo nos encontramos nosotros desayunando, ni siquiera tengo apetito con lo que acaba de ocurrir. —No tengo hambre. —Tienes que comer, me importa una mierda lo que quieras ahora, alimentarte es algo que te obligaré a hacer, a menos de que quieras que te llene el culo con mi semen. Sus palabras son como una bofetada, no quiero que me folle, no quiero que me haga nada, maldición, comienzo a picotear la fruta, poco a poco, en efecto, al final compruebo que si tengo hambre, ojalá pudiera conf
KENDRALiam maneja en silencio, pero sé que su cabeza se llena de pensamientos tóxicos, mi corazón late con fuerza recordando cada palabra escrita en el papel y cada detalle de la foto que apareció, en donde se mira a Rebeca atada a una silla, amordazada, con los ojos llorosos pidiendo ayuda, piedad. Sé de primera mano de lo que es capaz la mafia, no quiero que ella tenga que pasar por lo mismo que yo, no quiero que alguien la pueda tocar contra su voluntad y la dañen como me dañaron a mí, no lo puedo permitir, Kratos no había hecho un movimiento hasta ahora, luego de la explosión. Con esto, no me siento segura en ningún sitio, y dudo que Liam ya me pueda seguir protegiendo como hasta ahora. Sigo creyendo que todo es culpa de mi padre, si él no me hubiera apostado, vendido desde el principio, nada de esto estaría pasando. Cuando menos me doy cuenta, hemos llegado al estacionamiento subterráneo del bufete. Me quito el cinturón e intento salir, cuando Liam tira de mi mano. —No.Volt
KENDRALa enorme casa abandonada a la que entramos, tiene el aspecto tétrico de una película de terror de los noventa. Mi corazón late con fuerza, no por lo que me pudiera llegar a pasar a mí, sino porque Evan está a mi lado, callado, mirando todo con ojos llenos de audacia. Trago grueso, los hombres de Kratos nos llevan a lo que parece un enorme salón. —Hemos llegado —anuncia uno de los tipos a mis espaldas. Tenso el cuerpo, a esta hora, Liam ya debe saber que me escapé con Evan, estoy segura de que incluso ha revisado las cámaras de seguridad. No obstante, salgo de mi ensimismamiento cuando lo veo. —Kratos —mi voz tiende de un hilo. Hay una razón por la que no me cambié de ropa y dejé tres de los ojales de mi blusa desabotonados. Sus ojos nos miran a los los dos como los de un halcón estudiando a su presa. —Veo que no te has olvidado de mi nombre —merma el espacio poco a poco. Ahora toda su atención se queda estacionada en Evan, quien al verlo de soslayo, me doy cuenta de que