«No tenemos que ir» le había dicho Rashad al verla palidecer. «Y en caso de que en algún momento debiéramos ir solo lo haremos cuando Salma sea nuestra hija legalmente de manera que Malek no tenga manera de reclamarla.» Sus palabras no le dieron tranquilidad a Sara, por nada del mundo quería regresar, había sido arrestada y su caso pasado a tribunales, después desapareció, se fue del país por lo que era probable que fuera declarada una fugitiva. Si Rashad se empeñaba en que irían a Arabia Saudí debía hablar con él y explicarle la situación y eso la ponía nerviosa porque mientras más hablaran de lo ocurrido en el pasado más probabilidades había de que descubriera la verdad y todo lo que ella había sacrificado para ocultar su secreto se iría al garete. Tenía que ideal un plan en caso de que las cosas se salieran de control. Su lado racional le dijo que se calmara, porque era muy probable que la adopción definitiva de Salma se llevara un año o más en culminar. Respiró profundo y se conce
De la impresión Rashad se levantó de la bañera y retrocedió hasta tropezar con una estantería, provocando que se cayeran unos adornos. Sara despertó de su sueño sobresaltada, sus ojos se llenaron de vergüenza al ver el rostro de su esposo. Le arrebató la toalla de las manos y cubrió su cuerpo. —¡Vete! —ordenó Sara Él no se movió, solo se la quedó mirando, ella vio como sus ojos cambiaron del horror a la rabia en un instante. No pudo soportarlo. —¡Sal de aquí! —gritó la mujer. Rashad retrocedió ante su grito y salió del baño, avanzó por la habitación hasta llegar a la puerta, allí se detuvo y regresó a la entrada del aseo. No sabía que hacer, lo que sentía en el pecho iba a hacer erupción en cualquier momento. Quería golpear algo, arrasar con la habitación para ver si así dejaba de sentir la opresión que no le dejaba respirar. Pegó su frente a la madera y respiró profundamente varias veces tratando de calmarse. Los sollozos que escuchó detrás de la puerta no ayudaron a calmar su áni
—¿Una prueba de paternidad? No la necesito, Sara, Asad es tan parecido a nosotros que no cabe otra posibilidad. Además, si en este momento me enterara de que no es mi hijo biológico nada cambiaría, lo quiero y él me quiere a mí, para él soy su padre y él es mi hijo. Sara lo miró con una mezcla de alivio y agradecimiento.—Gracias, Rashad, Asad te ama y se le partiría el corazón si desaparecieras de su vida.—No hay nada que agradecer, Sara. Por favor, háblame de lo que pasó después de que te sacaron de la cárcel.—Escuché a Omar hablar con el comandante de la policía, se hizo pasar por mi hermano, y se inventó una historia de que tú habías muerto y yo había perdido un bebé. Que enloquecida de dolor me había escapado de la vigilancia de mi madre, que solo hablaba de ir a buscar a mi esposo, no era una vagabunda ni una prostituta solo una mujer rota por la tristeza. Al final pidió perdón por mi afrenta y ofreció un gran soborno para resarcir el daño, el comandante aceptó, aunq
« Te prometo que nunca más estarás indefensa» fueron las palabras de Rashad y Sara sabía que cumpliría su palabra, con el paso de los meses había descubierto a un hombre íntegro. Desde que se habían encontrado de nuevo él era otra persona. En su juventud Sara se había enamorado de su físico, de su manera de hacer el amor, de su sonrisa y de su arrogancia, pero en ese momento lo amaba por su madurez, por su integridad y buenos sentimientos. Le había demostrado ser un buen hombre y padre, había cuidado de su hijo y de Salma, no solo siendo un proveedor, porque para un hombre con su riqueza eso era lo más fácil. A nivel emocional y afectivo él se había involucrado con su hijo y con Salma, les había dado su tiempo y estaba segura de que también sus lágrimas, los amaba.A pesar de que Rashad no había vuelto a sus andadas, ella no se hacía ilusiones; era la madre de Asad, solo por eso estaba segura de que él trataría de cuidar de ella toda la vida. Y en caso de que él faltara lo harían Khal
Después de cerrar la llamada con Jazmín, Rashad esperó impaciente el número de Omar, estaba seguro de que el primo de Sara tendría la información de los hombres que abusaron de su esposa. Necesitaba vengarse, hacer sufrir a los malnacidos que la lastimaron. Siempre pensó que era un hombre racional, pero la rabia que sentía en ese momento eclipsaba todo resquicio de civilización, nunca pensó que algo podía dolerle tanto.Un minuto después llegó el mensaje con el número de teléfono de Omar, sin perder tiempo y sin importarle la hora le llamó.—Hola —respondió una voz de hombre medio adormilada.—Hola. ¿Hablo con Omar Faizan? —preguntó Rashad.—Sí. ¿Quién es?—Rashad Abdallah.—¿Sara y Asad están bien? —preguntó Omar.—Sí, ellos están bien.—Entonces. ¿Qué quieres, Rashad? Porque creo que tu y yo no tenemos nada que hablar., podrás haberte casado de nuevo con Sara, pero para mí siempre será el hombre que la abandonó a su suerte —explicó el hombre con dureza—Sé que tienes razón, yo nunca
La pregunta la dejó confusa. ¿Por qué quería besarla? ¿Acaso no entendió que ella no tenía ninguna expectativa de tener una relación con él? Sin embargo, no pudo resistir la tentación y asintió con la cabeza.Rashad la miró con deseo, sus ojos bajaron hasta su boca y una mano subió hasta sus labios para delinear el inferior, lo que provocó que los latidos de su corazón se aceleraran. Como si tuviera vida propia su boca se entreabrió para facilitarle el camino. Poco a poco, como dándole tiempo para huir si era su deseo, la cabeza del hombre bajó hasta que sus labios estuvieron a un centímetro de distancia. La miró a los ojos buscando su aceptación. Impaciente, Sara recorrió la distancia que los separaba y sus labios se unieron en un beso, suave al principio, dulce, tierno, que aumentó de intensidad a medida que se sucedían uno tras otro. De repente ya no se conformaron con acariciarse con la boca, sino que las manos se movían por todo el cuerpo. Consciente de dónde estaban, Rashad la l
Sara se sentía relajada, satisfecha y feliz. Estaba soñando que estaba en la cama con Rashad, que eran una familia, casi podía sentir la voz de su hijo, poco a poco comenzó a despertar.—Papá. ¿Por qué estas desnudo en la cama de mamá? —preguntó Asad casi en su oreja.La pregunta la despertó, pero fingió seguir durmiendo. ¡Qué vergüenza! No sabía cómo pudo haberse quedado dormida. Ella, que era una mujer que nunca soltaba malas palabras, maldijo en su interior.—¿Sabes que las mamá y los papá duermen juntos? Es lo normal en un matrimonio —respondió Rashad.—Sí, lo sé, los papás de mis amigos duermen juntos, pero como tú y mamá tienen cada uno una habitación, pensé que las costumbres en las familias árabes eran diferentes.—Sí, los matrimonios árabes duermen en cama separadas —Rashad mintió con descaro para justificar que tuvieran habitaciones por separado —anoche tu madre y yo nos pusimos a hablar y sin dame cuenta me quedé dormido.«Qué buen mentiroso es», pensó Sara con un bufido im
Doce años atrás«La noche promete ser muy divertida». Pensó Rashad con una sonrisa, en ese momento volaba Paris en un vuelo chárter contratado para celebrar a lo grande su divorcio. Después de dos infelices años de matrimonio al fin pudo dejar a su esposa.Al fin era libre.Libre para hacer lo que le diera la gana con su vida.En su viaje de celebración le acompañaba uno de sus mejores amigos, el adinerado lord Bart Sutton, heredero aparente[1] de lord Addington y oveja negra de su familia. El motivo: la inauguración de un club nocturno perteneciente a su otro mejor amigo de la universidad, Jean Luc Aubriot; una combinación de discoteca en el piso de abajo y club de sexo en el segundo nivel. Este último era muy exclusivo y solo podían acceder a sus instalaciones los socios que había sido seleccionados con anticipación, previo pago de la membresía. Ninguno de los dos era miembro del club, pero eso carecía de importancia porque en la universidad fueron los mejores amigos de Jean Luc, du