Sara se sentía relajada, satisfecha y feliz. Estaba soñando que estaba en la cama con Rashad, que eran una familia, casi podía sentir la voz de su hijo, poco a poco comenzó a despertar.—Papá. ¿Por qué estas desnudo en la cama de mamá? —preguntó Asad casi en su oreja.La pregunta la despertó, pero fingió seguir durmiendo. ¡Qué vergüenza! No sabía cómo pudo haberse quedado dormida. Ella, que era una mujer que nunca soltaba malas palabras, maldijo en su interior.—¿Sabes que las mamá y los papá duermen juntos? Es lo normal en un matrimonio —respondió Rashad.—Sí, lo sé, los papás de mis amigos duermen juntos, pero como tú y mamá tienen cada uno una habitación, pensé que las costumbres en las familias árabes eran diferentes.—Sí, los matrimonios árabes duermen en cama separadas —Rashad mintió con descaro para justificar que tuvieran habitaciones por separado —anoche tu madre y yo nos pusimos a hablar y sin dame cuenta me quedé dormido.«Qué buen mentiroso es», pensó Sara con un bufido im
Doce años atrás«La noche promete ser muy divertida». Pensó Rashad con una sonrisa, en ese momento volaba Paris en un vuelo chárter contratado para celebrar a lo grande su divorcio. Después de dos infelices años de matrimonio al fin pudo dejar a su esposa.Al fin era libre.Libre para hacer lo que le diera la gana con su vida.En su viaje de celebración le acompañaba uno de sus mejores amigos, el adinerado lord Bart Sutton, heredero aparente[1] de lord Addington y oveja negra de su familia. El motivo: la inauguración de un club nocturno perteneciente a su otro mejor amigo de la universidad, Jean Luc Aubriot; una combinación de discoteca en el piso de abajo y club de sexo en el segundo nivel. Este último era muy exclusivo y solo podían acceder a sus instalaciones los socios que había sido seleccionados con anticipación, previo pago de la membresía. Ninguno de los dos era miembro del club, pero eso carecía de importancia porque en la universidad fueron los mejores amigos de Jean Luc, du
―¿Quieres casarte de nuevo conmigo? ―¿Acaso no estamos casados? ―preguntó ella con una sonrisa ―según recuerdo hace unos meses lo hicimos. ―Te hablo de una boda tradicional, en la mezquita con un gran banquete. No una boda como la última que fue con un juez de paz. Esta vez quiero una celebración que marque un nuevo comienzo para nosotros, algo bonito para recordar. Sara lo miró con los ojos brillantes de felicidad. ―Eso me gustaría mucho, Rashad. ―Entonces hagámoslo, vamos a botar la casa por la ventana, llamaré a Charles para ver los días disponibles del gran salón de recepciones del hotel. ―Podremos invitar a tu primo Malek, así verá a Salma y no tendremos que ir a Arabia Saudí. ―Sí, creo que ya no hay peligro de que quiera llevársela, además, esta semana tenemos la audiencia con el juez para la custodia definitiva y mis abogados piensan que no hay motivos para que rechace la petición. Una vez que obtengamos la custodia comenzaremos con el proceso de adopción. ―Q
A petición del juez Salma debía comparecer en la audiencia de custodia definitiva, aunque la pequeña de nueve años había sido entrevistada por una trabajadora social y confirmado que deseaba quedarse con Rashad y Sara, el hombre deseaba oírlo de sus propios labios. El juez había recibido la prueba de ADN donde se confirmaba el parentesco entre Rashad y Salma, los documentos filiatorios, la carta del tío de Salma, Malek Cafrune, que era su familiar más directo, donde accedía a dejarle la custodia a Rashad y Sara y el acta de matrimonio. —Me alegra mucho que hayan logrado encontrar los documentos y felicidades por su boda —dijo el juez.Sara y Rashad agradecieron con una leve inclinación de la cabeza. Salma permanecía sentada entre ambos mirando a todos lados con curiosidad, estaba contenta porque ellos querían quedarse con ella para siempre. Rashad le dijo que solo debía responder las preguntas del juez con lo que sintiera en el corazón.La audiencia se estaba celebrando en un salón
Días más tarde, Rashad estaba en su despacho en el hotel cuando su joven asistente entró.—Jefe, una mujer llamada Martha Olson te busca —anunció.Rashad levantó la cabeza de los documentos que estaba revisando y lo miró con el ceño fruncido. «¡Qué demonios quiere esa mujer!», pensó molesto. Hacía muchos años que no sabía de ella, desde el momento en que lo dejó con tan solo una breve carta en la almohada de la cama que compartían. En su breve misiva le decía que lo dejaba porque no quería arruinarle la vida., le contó que su padre, el viejo jeque, le había dicho que lo desheredaría si rompía su compromiso con Sara para casarse con una mujer como ella. Terminaba diciéndole que lo amaba y muchas mentiras más. Lo cierto era que el viejo jeque le había pagado una gran suma de dinero para terminar una relación que atentaba con sus acuerdos comerciales. El jefe de seguridad de su padre se ocupó de grabar el trato sin que Martha se diera cuenta, además de retirar del banco una copia del che
Rashad no sabía cómo le diría a Sara que era probable que tuviera una hija con Martha, que iba a marcharse a los Estados Unidos para hacer la prueba de paternidad que había exigido y conocerla en caso de que resultara ser positiva. Sabía cuánto le dolería, pero si esa niña era su hija, tendría que formar parte de su vida. ¿Tanto mal había hecho que sus hijos le habían sido negados? Se había perdido once años de la vida de Asad y catorce de la chica. No había forma de recuperar ese tiempo perdido de sus hijos. Entendía por qué Sara se lo había ocultado, era demasiado honesta para tratar de engañarlo, nunca podría reprocharle nada, más aún cuando pensaba que tenía gran parte de la culpa de lo que ella había sufrido. Pero a Martha no podría perdonarla, lo dejó por dinero y después le ocultó a su hija, y lo hizo a propósito; ella sabía dónde encontrarlo y entendía lo que los hijos significaban para las familias árabes. Para Rashad, un padre nunca debía abandonar a sus hijos. Martha se exc
Rashad se marchó a los Estados Unidos para hacer la prueba de paternidad y, si resultaba que la hija de Martha también era suya, se quedaría unos días más para conocerla. Sara, fue al aeropuerto a despedirlo acompañada de Shaina, que se había convertido en su gran apoyo. Cuando vio a la a la mujer con la que su esposo se marchaba, se sintió más fea que nunca. Martha era muy atractiva, de estatura media, delgada, su pelo era castaño con reflejos rubios, ojos verdes, nariz respingona, labios generosos y una piel bonita. La mujer la miró de arriba abajo y sonrió. Cuando Rashad se la presentó solo le dio una inclinación de cabeza, después le dio la espalda y fue a sentarse con la excusa de darles privacidad.Sara la odió de inmediato, por su actitud sabía que iba detrás de Rashad.―Hoy en la tarde me harán la prueba, me he negado a conocer a la chica hasta tener los resultados, es lo más sano.―¿Sabes cuánto tiempo tardarán en darte el resultado? ―preguntó Sara.―Sí, estarán listos en set
Sara despertó un poco aletargada, a medida que su mente procesó dónde se encontraba su mano cubrió la mejilla donde estaba su cicatriz, se topó con un vendaje. Su mirada recorrió la sala hasta que encontró la figura de una enfermera. Tenía mucha sed y quería un poco de agua. Se preguntó si todo marcharía bien en casa, aunque Noor se quedó cuidando de los niños se sentía extraña dejándolos con otra persona una noche. La que pasaría en el hospital para recuperarse de la cirugía que mejoraría la cicatriz de su rostro. Decidió operarse para quitar la cicatriz de su rostro antes de la boda, además de que era un recordatorio constante de su ataque, también porque quería salir bonita en las fotos de ese día. Sin embargo, no le había dicho nada a Rashad porque quería tener toda la información de la cirugía antes de hablar con él. Pensó que no había nadie mejor que Shaina, que se estaba preparando para ser cirujano plástico, para que la ayudara con la cirugía. La prima de Rashad encontró un m