Días más tarde, Rashad estaba en su despacho en el hotel cuando su joven asistente entró.—Jefe, una mujer llamada Martha Olson te busca —anunció.Rashad levantó la cabeza de los documentos que estaba revisando y lo miró con el ceño fruncido. «¡Qué demonios quiere esa mujer!», pensó molesto. Hacía muchos años que no sabía de ella, desde el momento en que lo dejó con tan solo una breve carta en la almohada de la cama que compartían. En su breve misiva le decía que lo dejaba porque no quería arruinarle la vida., le contó que su padre, el viejo jeque, le había dicho que lo desheredaría si rompía su compromiso con Sara para casarse con una mujer como ella. Terminaba diciéndole que lo amaba y muchas mentiras más. Lo cierto era que el viejo jeque le había pagado una gran suma de dinero para terminar una relación que atentaba con sus acuerdos comerciales. El jefe de seguridad de su padre se ocupó de grabar el trato sin que Martha se diera cuenta, además de retirar del banco una copia del che
Rashad no sabía cómo le diría a Sara que era probable que tuviera una hija con Martha, que iba a marcharse a los Estados Unidos para hacer la prueba de paternidad que había exigido y conocerla en caso de que resultara ser positiva. Sabía cuánto le dolería, pero si esa niña era su hija, tendría que formar parte de su vida. ¿Tanto mal había hecho que sus hijos le habían sido negados? Se había perdido once años de la vida de Asad y catorce de la chica. No había forma de recuperar ese tiempo perdido de sus hijos. Entendía por qué Sara se lo había ocultado, era demasiado honesta para tratar de engañarlo, nunca podría reprocharle nada, más aún cuando pensaba que tenía gran parte de la culpa de lo que ella había sufrido. Pero a Martha no podría perdonarla, lo dejó por dinero y después le ocultó a su hija, y lo hizo a propósito; ella sabía dónde encontrarlo y entendía lo que los hijos significaban para las familias árabes. Para Rashad, un padre nunca debía abandonar a sus hijos. Martha se exc
Rashad se marchó a los Estados Unidos para hacer la prueba de paternidad y, si resultaba que la hija de Martha también era suya, se quedaría unos días más para conocerla. Sara, fue al aeropuerto a despedirlo acompañada de Shaina, que se había convertido en su gran apoyo. Cuando vio a la a la mujer con la que su esposo se marchaba, se sintió más fea que nunca. Martha era muy atractiva, de estatura media, delgada, su pelo era castaño con reflejos rubios, ojos verdes, nariz respingona, labios generosos y una piel bonita. La mujer la miró de arriba abajo y sonrió. Cuando Rashad se la presentó solo le dio una inclinación de cabeza, después le dio la espalda y fue a sentarse con la excusa de darles privacidad.Sara la odió de inmediato, por su actitud sabía que iba detrás de Rashad.―Hoy en la tarde me harán la prueba, me he negado a conocer a la chica hasta tener los resultados, es lo más sano.―¿Sabes cuánto tiempo tardarán en darte el resultado? ―preguntó Sara.―Sí, estarán listos en set
Sara despertó un poco aletargada, a medida que su mente procesó dónde se encontraba su mano cubrió la mejilla donde estaba su cicatriz, se topó con un vendaje. Su mirada recorrió la sala hasta que encontró la figura de una enfermera. Tenía mucha sed y quería un poco de agua. Se preguntó si todo marcharía bien en casa, aunque Noor se quedó cuidando de los niños se sentía extraña dejándolos con otra persona una noche. La que pasaría en el hospital para recuperarse de la cirugía que mejoraría la cicatriz de su rostro. Decidió operarse para quitar la cicatriz de su rostro antes de la boda, además de que era un recordatorio constante de su ataque, también porque quería salir bonita en las fotos de ese día. Sin embargo, no le había dicho nada a Rashad porque quería tener toda la información de la cirugía antes de hablar con él. Pensó que no había nadie mejor que Shaina, que se estaba preparando para ser cirujano plástico, para que la ayudara con la cirugía. La prima de Rashad encontró un m
Marta entró en la oficina del despacho de abogados con una sonrisa triunfal en el rostro, sabía que el resultado de la prueba era positivo porque Hope era hija de Rashad. Durante los últimos meses de su relación había intentado embarazarse a propósito, como una manera de garantizarse una vida cómoda. Después llegó el viejo jeque con una propuesta mejor que no podía dejar escapar, aunque en ese momento pensó que su embarazo era un desafortunado accidente, con el pasar de los años y el cambio en sus circunstancias ya no lo veía así. Había invertido tiempo y dinero en criar a la hija de Rashad y era justo que recibiera una recompensa. Cuando se quedó embarazada pensó en abortar, pero no tuvo el valor de hacerlo, después pensó en darla a la niña en adopción, de hecho, solo faltó su firma en el documento para culminar el trámite. Después que su hija nació cambio de opinión, no tenía mucho instinto maternal, pero Hope era una bebé muy bonita y tranquila, además, pensó que más adelante podía
Marta los había dejado solos para que se conocieran, Rashad pensó que era probable que no se relacionara mucho con su hija por eso los abandonó―Tu mamá me dijo que acabas de cumplir años, así que te traje un obsequio ―dijo Rashad tendiéndole una caja de joyería.―Gracias.Rashad sentía la tensión de su hija y no sabía cómo romper el hielo. Hope tendió la mano para tomar la caja, quitó el lazo que la adornaba y la abrió. Dentro había una cadena de oro blanco con un dije en forma de corazón repleto de diamantes diminutos, también unos aretes que combinaban.―Son muy hermosos, papá, gracias. ¿Me ayudas a ponerme la cadena? ―pidió su hija.Rashad se la puso con manos temblorosas, Hope se giró y lo abrazó.―Estoy feliz de que estés aquí, llevo mucho tiempo queriendo conocerte. ¿Cuánto tiempo te quedarás? Mi mamá dice que vives en Londres.―Una semana, quizás diez días, quiero conocerte y compartir tiempo contigo ―respondió Rashad.―Me parece maravilloso. ¿Podremos salir juntos? ―preguntó
Rashad regresó a casa dos semanas después de que a Sara le quitaran los puntos. La marca se había desinflamado por completo y solo se divisaba una línea muy fina que ella tapó con un poco de maquillaje, se vistió con esmero y se puso perfume para ir a buscarlo. Se sentía de un millón de euros, como decían por allí. El chófer la estaba esperando para llevarla al aeropuerto, aunque estaba aprendiendo a conducir aún no tenía licencia y no se sentía segura para hacerlo en un trayecto tan largo. Y con los nervios a flor de piel, porque no sabía cómo iba a reaccionar Rashad al ver que se había operado y no se lo había contado; pero quería hacerlo lo antes posible y no quería angustiarlo estando tan lejos.Sara se paseaba nerviosa por la sala de espera cuando anunciaron la llegada del vuelo, caminó hasta la puerta por donde debería salir Rashad. Lo vio antes de que él la viera, la buscaba entre la aglomeración de personas que venían a recibir a sus seres queridos. Sara levantó la mano y él l
Rashad levantó su mirada hasta encontrar los ojos de su esposa. Ella respiró aliviada, no estaba molesto por sus tatuajes, su mirada era de admiración. A medida que él observaba cada diseño, Sara notó que la respiración de su esposo se volvía más superficial y el pulso que había en su cuello comenzó a palpitar. Sus ojos volvieron a los de ella.―¿Te gusta? ―preguntó Sara con una sonrisa coqueta.―Me gusta mucho―afirmó él con voz enronquecida ―¿Dolió?―Más de lo que me esperaba, pero menos que ver mis cicatrices cada día―respondió ella con sinceridad― Pensé en operarlas y como Shaina está haciendo la especialización de cirugía plástica le pedí ayuda. Su respuesta fue que así las operara me quedaría una cicatriz, aunque más fina, por lo que me sugirió que las tatuara, de ese modo trasformaría el dolor en arte y belleza. Ella conoce a una artista del tatuaje que trabaja con cicatrices, me acompañó en todo este proceso de cambio. Tenía mis dudas, no quería ofenderte, pero ella me dijo que