Elena.
- "¿Estas nerviosa?"- me preguntó el mientras suba conmigo en brazos hacia la habitación.
Habían pocas cosas en las que los novios insistieron durante la preparación de nuestras bodas sólo dejaron claro, que la noche de bodas, junto a la luna de miel, era cosa de ellos, y todo estaba bajo un estricto secretismos, así que me sorprendí cuando para pasar mi primera noche de casada, tuviéramos que volar a Barcelona en el jet privado, durante todo el vuelo, ambos, como si hubiéramos mantenido un acuerdo tácito, nos mantuvimos apartados, pero una vez que pisamos tierra, mi marido me tomo en sus brazos, y no me soltó, parecía que tenía miedo que me echara a correr.
No iba a hacerlo, deseaba más que nadie que esta noche pasara, desde la primera vez que ese hombre me tuvo en sus brazos, en el ascensor, o desde la primera vez que ese hombre me beso, en el restaurante, cuando Arianna, les dijo, para ofenderlos, que nosotras éramos las que perdíamos, porque no teníamos con quien comparar su nivel de habilidades amatorias, supe que no era que tuviera que comparar, es que no deseaba que ningún hombre que no fuera él, me tocara, o me besara, jamás.
Era extraño, ya que las tres parejas, éramos totalmente opuestos, los unos con los otros. De nosotras tres, yo era la más fría, competitiva, la más seria, la empresaria, siempre estaba de muro de contención para las locuras de Miriam, y lo desbordes emocionales de Arianna.
Por alguna razón que yo no comprendo, las tres terminamos con parejas que son todo lo opuesto a nosotras, Arianna termino con el más serio, obsesivo, competitivo, nada emotivo y dominante de los herederos Powell, Miriam el mayor espíritu libre y desinhibido que he conocido, terminó con el heredero, más dominado, con más reglas y más control de los tres, y yo finalmente terminé enamorándome, del ser más impredecible, menos competitivo, y más descontrolado de ellos.
Pero ninguna de la tres pudo evitar enamorarse de ellos, era como cuando te das cuenta de que te falta algo, y a sus lado todo es perfecto. Yo me siento más libre a su lado, más intrépida, más decidida, me gusta la mujer que soy cuando estoy en sus brazos, como ahora, así que definitivamente para su pregunta sólo había una respuesta.
- "No playboy, contigo nunca estoy nerviosa, y si lo estoy es por lo mucho que estas tardando en desnudarme y hacerme tuya."- le dije, un relámpago de deseo cruzo sus mirada y me besó como siempre lo hacía, como todo un experto, ese hombre tiene la habilidad, de desconectarme de la realidad tan sólo con besarme, y en el mundo que él me transporta, sólo estamos los dos.
Al entrar en la habitación, pensé que me llevaría derecho a la cama, para definitivamente cerrar el círculo, pero no fue así, me dejo en medio del salón. Yo lo miré extrañada, pero el sólo miró hacia un lado de la habitación, donde había una gran chimenea encendida, yo dirigí mi mirada hacia allí, y un gemido de sorpresa escapó de mis labios.
Como buen seductor lo había preparado todo a la perfección, una perfecta escena romántica, donde no faltaba de nada, grandes alfombras mullidas de pelo blanco y negro, cojines, una gran manta tipo edredón para cubrirnos, una hielera con varias botellas de vino, fresas, bombones y miles de pétalos esparcidos por todo la alfombra formando nuestros nombres, y varios corazones.
Como no podía fallar, Michael siempre había sido el de las grandes ideas, cuando nos enfadamos, me inundó con más de una espectacular demostración de disculpa, que fue desde enviarme un millón de flores, hasta montar una cabalgata en medio de mi calle, pidiéndome perdón. Así que para nuestra noche de bodas no esperaba menos.
- "Sabe señor Powell, que ya me ha seducido hace tiempo, pero me alegro de que no pierda la costumbre de sorprenderme."- le dije acercándome a él y comenzando a soltarle la pajarita del esmoquin.
- "¿Por qué iba a perderla?, aunque no lo sepas, preciosa, adoro como brillan tus ojos cuando consigo, sorprenderte, se hacen más grandes y tu respiración se altera, saber que soy yo quien provoca eso, aumenta, ya por si enorme, ego masculino."- me dijo mientas sentía como a mis espalda, después de pegarme a él, sus habilidosas manos comenzaban a soltar los mil botones del dichoso vestido. Mientras besaba mi hombro descubierto.
Sentí como el aire no entraba en mis pulmones, y si lo hacía, estaba tan poco tiempo dentro, que la sensación de no llegarme oxigeno se hizo patente.
- "¡Eh preciosa, respira!, pretendo hacerte gemir durante toda la noche, pero si te me desmayas, sin apenas tocarte, por falta de oxígeno, te perderás, no, mejor dicho, nos perderemos nuestra noche de bodas."- me dijo y cogí aire para expulsarlo lentamente, mientras mi cuerpo no dejaba de temblar por las caricias que recibía.
Pronto estuve ante él, tan sólo con el conjunto de mi ropa interior, que consistía, en un sujetador sin asillas, de encaje blanco, un ligero a la cadera con sus tiras elásticas extendidas a lo largo de mis muslos, enganchadas a unas medias blancas semitransparentes, completando el conjunto una tanga blanca de encaje, a juego con el pecaminoso sujetador, que más que sujetar lo que hacía era exponer y ofrecer mis senos, para que mi marido se deleitase con ellos.
El gruñido, casi animal que salió de Michael, me hizo sentir sensual, y deseable, y no pude evitar sonreír de manera picara.
- "Definitivamente en una noche no me dará tiempo, señora Powell"- me dijo atrayéndome a él.
- "¿Qué quiere decir, señor Powell?"- le dije mientras yo emprendía mi labor autoimpuesta, y sacrificada, de desnudar a ese espécimen de dios griego, creado, para llevar a la mujeres a la perdición. Y yo, como ellas, ya estaba perdida desde la primera vez que puse los ojos en él.
- "Que voy a tardar toda una vida en rendir culto, como se merece, a tu cuerpo, preciosa, y creo que me va a faltar tiempo."- sin más me besó. Mientas yo dejaba caer su camisa y acariciaba ese cuerpo tan bien esculpido.
Pronto me vi tumbada entre la alfombra esponjosa, mientras el fuego hacia juego de luces y sombras en nuestros cuerpos. En ningún momento dejó de besarme mientras sus manos recorrían mis curvas sin detenerse en ningún lugar concreto. Cuando sus labios se prendieron en mi cuello, un gemido que no identifique como mío, salió despedido de mis labios.
Por otro lado, mis manos tenían voluntad propia, y habían decidido que la piel y los músculos de la espalda de mi hombre, era el mejor lugar donde querían estar, se dedicaban a dibujar el contorno de los músculos de su espalda, que se movían bajo mis palmas.
Pronto, sus manos se dirigieron a mi senos, y el gemir de placer se convirtió en mi modo de vida.
- "Tranquila preciosa, esto sólo está empezando, pronto se pondrá mejor."- me dijo al oído el muy tentador.
- "¿Mejor? ¿Esto se puede poner mejor? Pues como esto mejore tengo un problema, voy a llegar tarde a trabajar todos los días, por la falta de sueño, y no porque me lo pida el playboy, sino porque yo se lo voy a exigir yo"- me dije a misma, mientras un gemido, que quise controlar se transformó en un pequeño grito de placer cuando sus labios, cambiaron su puesto con sus dedos, en mis senos, mientras sus dedos descendían por mi abdomen, hasta mi centro de placer.
- "¡Por dios me estas volviendo loca!"- gemí, cuando sus habilidosos dedos, encontraron lo que buscaban entre mis pliegues y con, una suave y contante movimiento lo estimularon.
Sinceramente nada te prepara para el placer, nada. Sentía que ni cuerpo ya no me obedecía, temblaba y gemía, mientras olas de placer me inundaban. Clavé mis uñas en su espalda, sin darme cuenta, pero él no se quejó, al contrario, aceleró las caricias, haciendo que mi espalda se arqueara de placer, mientras mi cuerpo se tensaba.
Pensaba que esto no podía mejorar, cuando el descendió con su boca por mi abdomen, en dirección hasta donde sus manos obraban su magia, y se unió al concierto.
Como experto director de orquesta, mi marido, arrancaba de mis labios, toda una gama de sonidos, mientras yo, una incontrolada mujer, dejaba que me arrastrara, hasta donde este hombre, quisiera llevarme, me daba igual donde fuera, como si era el mismo infierno, yo lo seguiría, sin protestar y con una sonrisa.
El primer orgasmo de mi vida llegó aquí, de esta manera, y la explosión que creo dentro de mí, me hizo temblar entera, mis últimos gemidos se los bebió Michael con su labios, y cuando comencé a regresar a realidad, le oí decir.
- "Es el momento preciosa, si no estas preparada, podemos seguir ..."- no lo deje terminar.
- "Llevo preparada desde que me tomates en tus brazos la primera vez y creo que ya hemos esperado demasiado, o me tomas tú, o te tomo yo, pero, deja de dudar, por favor, lo quiero todo contigo."- le dije agarrándolo de ambos lados de la cara y mirándolo a los ojos.
El me besó y profundizo el beso, estaba tan imbuida de esas sensaciones, que ni me di cuenta de que se colocaba entre mis piernas, hasta que lo sentí entrar, poco a poco. Y finamente tras pararse un segundo, se impulsó en mi interior, mientras un dolor agudo me travesó.
Por un segundo, mi cuerpo se tensó, y una lágrima rodo por mi mejilla, sin querer mordí el labio a mi marido, y el sabor de la sangre nos llegó a ambos, pero él no dejo de besarme, y de hablarme, para que me relajara.
- "Tranquila preciosa, sólo es momentáneo, me detendré hasta que te adaptes a mí, todo estará bien enseguida."- lo miré y sonreí, cuando el dolor pasó.
- "Lo sé. Sólo podías ser tú, ¿lo sabias? sólo podías ser tú, ahora señor Powell, termina de hacerme tuya, y hazme olvidar el dolor."- él me miró, y sin dudarlo me dijo.
- "Te amo Elena Powell, nunca lo dudes."- sin más comenzó a moverse en mi interior, y el mundo se transformó en sensaciones, mi cuerpo, soportó el embate de los golpes de placer que anulaban mi conciencia, mientras mis gemidos eran bebidos, unos por uno, por mi amado, mi cuerpo entendió quién mandaba sobre él, y se adaptó a sus movimientos participando de cada una de la caricias, besos, y finalmente mi mundo explotó, mientras Michael me acompañaba en el final.
Michael.La miré dormir después de horas agotadoras, nunca imaginé que mi primera vez con ella me afectaría tanto. A pesar de que Elena me llame playboy, y haya tenido en mi vida una gran cantidad de relaciones sexuales, es la primera vez que me enamoro, y nada me ha preparado, para lo que he sentido con esta mujer esta noche. Todo era diferente, me sentí por primera vez nervioso, ansioso, y un miedo que no había sentido nunca, se había apoderado de mí, pero no por mí, sino por no ser lo que ella se merece.En mis relaciones anteriores, todo era más físico, más mecánico, me esforzaba en que la mujer que estaba conmigo, esa noche, disfrutara, pero no había implicación sentimental, era más un toma y daca, y muchas veces, con idea de que eso no se repitiera. Era un juego de caza, iba tras la mi pieza que me hubiera tentado en ese entonces, que muchas ocasiones ni se resistía, un breve disfrute momentáneo y luego hacia otra pieza.Pero desde que entre en aquella habitación de hospital, y
Elena.- "Bueno esto es algo a los que tendrás que acostumbrarte, sabías que tenía un pasado, verdad"- me decía mi conciencia.Pero por mucho que lo tratara de analizar no entendía porque cada noche que salíamos a cenar, o una reunión, incluso si cambiábamos de país, siempre aparecía una de esas malditas "adoradoras" de los herederos Powell, a veces incluso en grupo. Sobre todo, ¿por qué somos la única pareja de recién casados de los herederos Powell, a la que le pasa?Si no fuera porque en cierta forma la culpa la tiene mi servicial y playboy marido, que ocasionó en su época de conquistador que fuera el favorito de los tres herederos y el más accesible, pensaría que hay un plan predestinados de "las adoradoras" para fastidiarnos la luna de miel.No sé si conocéis a las famosas "Adoradoras", yo la primera referencia que tuve de ella fue en la gala especial para empresas, encargadas de eventos y relaciones públicas para grande grupos empresariales, organizada por mi suegra, donde tras
Elena.- "¿Seguro que estas decidida Elena?, tú tienes la empresa, no está bien que la abandones durante un tiempo para seguirnos en esta nueva decisión que hemos tomado, has luchado mucho por tu negocio para seguirnos en esto que hemos decidido Miriam y yo. Podemos ir a hablar con el abuelo nosotras solas."- me dijo Arianna, cuando nos dirigíamos al despacho del CEO de Powell S.L. Holding, nuestro abuelo político, y máximo responsable de nuestros matrimonios, Kevin Junior Powell.Nos habíamos reunidos las mosqueteras para manifestar la decisión que habíamos tomado, pero aun la cosa no estaba clara por parte de Pontos y Dogos, así que se los aclaré.-" Lo he pensado, he preparado a mi asistente durante años para que me sustituya, además mi negocio es pequeño, no hay nada que no pueda solucionar con el móvil, o una buena conexión de internet, pero como puedo decirlo, si vamos a ser las futuras herederas de todo esto, junto a nuestros esposos, lo normal es que conozcamos algo de las emp
Michael.- “Nos reunimos en mi ático de lujo en el hotel”- fue el escueto mensaje de mi hermano que me llegó al móvil, cuando salí furioso de la mansión.Sinceramente necesitaba desahogarme con alguien, y quien mejor que los hombres que estaban pasando por lo mismo que yo en estos momentos.- “¿Cuándo esta mujer entendería que ya no soy el mismo de antes? ¿Cuándo esta mujer se daría cuenta lo mucho que la amo, y que lo es todo para mí? ¿Cuándo esta mujer iba a entender que no necesita a nadie más, sino que con ella me bastaba?”- pensé.Razonándolo bien, es que ni siquiera conoció a ese hombre, desde el minuto uno, ella ha sido mi total prioridad, es verdad que al principio fui de sobrado, usando todas las técnicas de conquista que me habían funcionado con las otras, pero ella me dejó claro, de maneras muy ilustrativas, lo equivocado que estaba.Prácticamente llegamos al mismo tiempo los tres al hotel, delante estaba Keanu, mientras detrás estábamos un muy serio y callado Keanu y yo, c
Elena.Decididamente hoy quedo viuda, lástima que no llegase a medio año de casada, pero que se le va a hacer, es increíble que, tras el primer problema, el maldito playboy salga corriendo, como una rata abandonado el barco.Cuando Emy, alias Dartacan, nos anunció que podíamos quedarnos todo lo que queríamos en su casa, porque su marido le había enviado un mensaje diciendo que, tras beber los tres herederos, y el coaccionado asistente, se quedarían en la suite presidencial del Arcona, la rabia me recorrió entera, me pasado en varias locuras por la cabeza que sabía que no podrían ser, pero, eso no quería decir que no lo pensara.La primera que se me pasó era la más lógica, el playboy estaba tan enfadado que ni quería dormir a mi lado, para un hombre que desde que no casamos, no podía apartar sus manos de mí, ni de noche, ni de día, y para ser sincera, yo tampoco, el decir que, por esta noche, ni estaríamos bajo el mismo techo, era mucho más de lo que mi orgullo herido, y mi anhelante c
Michael.-” ¡James acelera, hay que llegar pronto!”- dijo Jason de repente y los tres lo miramos no nos gustó para nada el tono de voz, algo me dijo que lo que nos iba a contar no nos iba a gustar a nosotros tampoco-” Mi mujer llevó bebidas un tanto peligrosas, como decirlos para que lo entendáis, ningún hombre puede entrar en esa habitación, que no seamos nosotros o habrá problemas, y algún muerto por tocar lo que no es suyo.”- no termino de decirlo cuando los tres gritamos al unísono.-” ¡Jason, estas despedido!”- él sólo sonrió con sorna, sabía que no lo despedíamos, sólo sacábamos nuestra frustración sobre él y cogió el teléfono para advertir que a la suite sólo entrara personal femenino.Yo estaba temblando, mi mujer tenía un carácter de mil demonios controlada, pero fuera de control…. Sólo de pensarlo me echaba a temblar.Ni me di cuenta del trayecto, se que seguro infringimos algunas reglas del tráfico, lo único que pedía era que no pararan el coche por exceso de velocidad. Deb
Elena.Tras desayunar abundantemente por parte de las cuatro parejas, en el atractiva suite presidencial del Arcona, nos dirigimos todos en varios coches hacía la empresa para asistir a la junta de accionistas.Ya desde el desayuno habíamos notado el cansancio que tenían nuestros hombres, ya que se mantenían silenciosos, y un poco despistados. Mi marido había dormido muy poco la verdad, y hasta era comprensible, esta actitud tan dócil, incluido en el intransigente Keanu se mantenía en una actitud como si hubiera sido anestesiado. Todo era gracias a sus drogadas, e insaciables esposa, que después de la trampa que nos hicieron nuestra manipuladora Dartacan, hoy no tenían muchas ganas de discutir ninguno, más bien en su labios se observaba una sonrisa de satisfacción, ni digo como estábamos nosotras, desde luego, por mi parte, no tenía ninguna queja de las virtudes amatorias de cierto CEO.Además, por primera vez, mi playboy, antes de ducharse para vestirse, me dejó la habitación casti
Elena- “¿Quién eres? y ¿Dónde está mi hija?”- la respuesta de mi padre tras soltarle, entre lágrimas, mis miserias, cortó todo mi torrente de quejas contra cierto intransigente playboy.Me paralizó, deje de llorar, de la impresión por sus pregunta. Lo miré sin entender que quería decir con esas preguntas.- “¿Por qué, tanto Michael, como mi padre se dedicaban a hacer pregunta tan estúpidas?, “¿Qué soy para ti?, ¿Quién eres?”, ¿no es obvio?”- pensé mientras miraba a mi padre con incomprensión.Él entendió mi expresión de desconcierto, y con una mirada severa, sentándose en su silla, cruzó los brazos, como cuando era niña, e iba a regañarme por algo que había hecho mal. Con esa postura procedió a darme mi primera reprimenda en mi edad adulta.- “Nunca hubiera pensado, que eras tan egoísta e insegura. Siempre me había preciado de que, entre tu madre y yo, tu heredaste la comprensión y la inteligencia de tu madre, pero, veo que también heredaste mi inseguridad, y mi soberbia.”- miré a mi