O morto

María de Lourdes ya casi no recordaba cómo era abrir la puerta de su apartamento. Lo cierto fue que pudo abrirlo y se quedó parada en la entrada mirando hacia el interior con el bolso, mediano colgando en el hombro. Cuando se decidió a entrar la rabia regresó para tomar fuerzas dentro d ella. Entró, tiró la puerta y soltó el bolso. Le parecía imposible que su padre le pidiera que regresara a su casa, aquí, en este lugar solitario, lleno de malos recuerdos. No tenía idea de cuándo fue la última vez estuvo en el interior de su apartamento pero todo seguía igual, tal cual, limpio y ordenado, decorado de manera moderna con colores entre violeta y blanco, 125 metros cuadrados de comodidad pero también de soledad, desde ahí adentro comenzó a sentir la soledad por parte de Antonio.

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