Madeira

Fernando bajó del auto y le lanzó las llaves a su ballet. El mismo que lo esperaba todos los días y estaba al pendiente de cada uno de sus requerimientos.

Hacía lo mismo a diario, el trabajo del vallet era fácil, estaba tranquilo y estable,sin novedades más que el dueño requiriera algo y eso casi nunca pasaba pues este dueño no demostraba gran confianza en los hombres para sus necesidades, según había escuchado era al eficiencia que él y su hermana habían demostrado durante años de trabajo que lo hacía inclinarse ante el sexo femenino para cualquier necesidad que tuviese. Todo eso iba perfecto, no se quejaba si él no era necesario, hasta que una tarde Fernando lo llamó y le pidió que consuma discreción arreglara su visa, pasaporte, identificación y hasta pusiera sus impuestos en regla.

–¿Viaje de negocio señor? –

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