– ¿José puedes detenerte por favor? Mira ya estamos lejos de la casa...por favor para y hablemos. –Miré adelante, era una noche espesa, las luces de su coche se abrían camino en la neblina, tomaba el volante como él, como José y su pié derecho pisaba a fondo el acelerador.Llevaba rato viendo su perfil en la penumbra, su ropa fina entallada,el cuello elegante, su olor y su respiración agitada, muy agitada,como si en vez de conducir corriera.
–Lleguemos a un luga rmás seguro.
–Oríllate aquí. –Le pedí señalándole un claro a mi derecha, lejos de los árboles de naranja, a unos doscientos metros de la carretera principal. José dudó, me miró inquisitivo y luego miró de nuevo el camino.
–Está bien. –Solté el aire, por supuesto que bajarme y correr no era una salida, él me alcan
Una caverna. Me sentía ahí, a oscuras y sin cerillos. Con madera mojada, piedras lisas,mucho calor, sofocante calor, mis orejas estaban calientes, eso podía sentirlo en la caverna. Estaba solo, con las piernas entumecidas,entonces sentí frío, angustia y mucha pena por los hombres de las cavernas. Esos que corrían buscando abrigo, refugio, techo, y sólo encontraban la soledad en sitios tan inhóspitos, tan oscuros, tan solitarios, tan húmedos que pasaban del calor al frío, tan tenebrosos como la soledad eterna, sin pareja, sin la protección del abrazo, con enemigos afuera esperando sólo que saliera para devorarlo o simplemente matarlo y dejarlo ahí, desaparecerlo sin dejar rastro de él sobre la tierra, en la historia, en la vida.Si sentía mis orejas mis orejas tan calientes sentía entonces el fuego que ella había encendido, esa luz cálida que me hab&iac
El muy estúpido aún tenía el cinturón puesto, se estiraba, giraba a verme y hasta se impulsaba sobre mi...¿con el cinturón puesto? Para mi mejor. Cuando salté sobre él me sentía eufórica , ya estaba cansada de que en mi tierra, en mi casa menospreciaran mi capacidad de ser mujer.Primero mamá ignorando mis sufrimientos, mis talentos, mis necesidades, luego papá siendo solidario pero justificando el comportamiento de mamá. María culpándome por ser madre y ahora este majadero dándoselas de Don uan para convencerme que era mejor partido que Ensuan, nadie era mejor que él para mí, nadie, esperaba convencerlo de eso.Lo ataqué con todo mi peso, de frente, rodeé su cuerpo con mis piernas y con mi mano abierta choqué su perfilada nariz, mientras mi tronco lo acorralaba contra el asiento.Se sorprendió, se confundi&oac
Desde que arrancásemos el silencio reinó dentro del vehículo. Fernando no escatimó en la velocidad, cosa que le agradecí. Atrás Graciela tomaba fuerte por el cuello a Adriana, sin conocerla. Estaba asustada. Vanda por su parte, miraba en todas las direcciones.–Fernando ¿Cuántos carros viste a tu llegada? –Le preguntó estirando el cuello fuera de la ventana viendo a lo lejos la entrada donde el enorme árbol recibió el impacto.–Sólo el de María de Lourdes.–Hay otro muy cerca desde aquí puedo verlo.Saqué la cabeza por mi ventanilla y vi el auto.–Quizás fue alguien que quiso auxiliarlos. –Comentó Adriana, su tono era de gran preocupación.–No, ese es el carro donde José se llevó a Yvonne. ¡Para Fernando!Se detuvo de golpe y bajé, ellos me si
María, con toda su frustración, dio un batazo a Vanda y la obligó a caer. Grité y traté de atajarla pero a pesar de que logré rozarla, sólo rozarla,cayó al suelo, empujada también por María que venía por elsegundo impacto como si se tratara de una piñata.–¡Nooo! –Metí la mano y recibí parte del golpe que iba directo a la cabeza de Vanda.¿Qué pretendía hacer mi hermana? ¿Convertirse en una asesina enserie? No dudé entonces que Antonio estuviese muerto, María venía con todo.–¡Muéranse ya!–¡María!Cuando te cuentan algo así, al principio no lo crees y luego piensas que hubieses hecho tú.Varias teorías abordan tu mente, juzgamos los otros comportamientos.Decidimos que hubiese sido mejor en ese momento. Lo cierto es que existen situacion
Un bate. Las luces del auto alejándose. El sonido de los huesos de sus manos quebrarse. La detonación de un arma. ¡Salte! Estaba solo en la habitación del cómodo departamento de Adriana.Seguramente Yvonne se quedó hablando sola después que llegamos del hospital y me recosté en la cama mientras ella le daba una compota a Graciela.Me estaba conversando algo sobre su madre, o sea, Vanda.Había sido mi idea que se fuera a Betel con nosotros, no era justo que se quedara con un futuro incierto ahora que conocíamos la verdad. De hecho era parte e la felicidad que necesitaba Yvonne para nunca más extrañar Madeira.Con los días el calor había disminuido y el clima ahora templado me agradaba.Continué sentado en la orilla de la cama, los últimos días habían resultado una pesadilla familiar, algo que pudo haber terminado muy mal y que
Con mucho gusto hubiese permanecido en la cama. Retozando después de por poco perder el peinado con cintillo que con tanto esmero me había hecho Vanda, osea, mi madre. Mi verdadera madre, mi real madre, la de verdad, no Gracia, Vanda.Significaba más que un ejercicio sentimental uno mental. Vivir toda una vida con la imagen de una madre y poder llamarla ahora por su nombre, o peor aún, no querer pronunciar ni siquiera su nombre era peor que las contusione ssufridas.Vanda, llevaba en brazos a su nieta que miraba y señalaba todo a su paso desde la entrada con cadenetas de flores y papeles alegóricos. Una abuela muy bien arreglada gracias a Fernando que le compró un vestido verde gua y pidió a Adriana que la peinara hasta que su castaño cabello brillara. Mi antigua secretaria nos maquilló a las dos. La manera en que lo hacía me hizo recordar a Andrea cuando nos arreglaba a Isabel y a mí,
Una vez que la tomé por el cuello y la apreté volví a respirar. Su falta de aire era mi oxígeno.No había mucho de heroísmo en eso, lo sé. Pero si me consideraban un salvaje este era el momento para demostrar que si podía llegar a serlo.No tengo idea que hacía mi cuñada mientras crecía, pero era buena con las ideas de autos,bates, las manos y ahora las armas. Cuando apuntó a mí no me tuvo mala puntería, yo me cubrí con la Virgen subida a un altar. El disparo le voló una mano. Todos se echaron al piso y quedé descubierto. Mi cuñada viendo que me escondí apuntó a su esposo y éste miró a la derecha, luego a la izquierda, pensó en Yvonne y mi hija en aquel momento en el que casi pierde la vida él, en el que casi lo rematan, segundo intento. Su esposa se regodeaba viéndolo nervioso así que apro
Coloqué el segundo zarcillo en mi oreja mirándome al espejo. Pegaditos y brillantes haciendo juego con el delgado collar plateado y la luminosidad de mi vestido de fiesta negro para embarazadas que desean irse de fiesta.Pagamos cuatro habitaciones en un hotel de la ciudad para asistir a la boda de nuestro amigo Jasper. Mi embarazado estaba avanzado y a pesar deque me sentía muy bien, por las tardes solía dormir largas siestas.Comencé a tomar píldoras para la taquicardia y durante tres mesessufrí de terribles pesadillas. El niño se portaba muy bien dentro en mi panza, sin embargo, yo no era la misma desde que regresáramos de Madeira. Tomé la pintura roja para darle color a mis labios, era laesposa del padrino y debía destacar después de la novia.Enla habitación contigua estaban mi madre e Isabel, ambas lucirían hermosas con sus atuendos esa noche. En el piso de abajo esta