Minutos después, el teléfono vibró con una respuesta."Perdón si te hice sentir incómoda, Alicia. Solo lo asumí porque me mencionaste la vista de dónde vivías y que te gustaba más que donde vivían anteriormente y cómo me contaste lo ocurrido con tu esposo, lo deduje. Espero no haberte molestado."Las palabras parecían razonables, pero algo en sus respuestas todavía la inquietaba. Alicia decidió que sería más cautelosa en sus próximas conversaciones; sin embargo, no pudo evitar preguntarle sobre las flores. La curiosidad la tenía ansiosa.“¿Tú me enviaste flores?”, Los minutos transcurrieron, pero la persona no le respondió el mensaje, luego negó con la cabeza.—Quizás no lo hizo él, ¿cómo podría saber mis gustos y mi dirección?”, pensó y guardó su móvil, sin poder contener su preocupación.Aunque no estaba segura de qué estaba pasando, sabía que no podía ignorar sus instintos.La noche cayó sobre la villa, pero la inquietud de Alicia persistía, como una sombra que no podía disiparse
Miranda se estiró con una sonrisa que trataba de ser despreocupada, se incorporó lentamente, dejando caer la sábana que cubría su cuerpo para dejarlo expuesto y provocarlo, pero Axel no apartó la mirada de sus ojos.A pesar de su aparente calma, sus ojos brillaban con malicia.—Mi amor, pasó lo que ambos queríamos que pasara, Axel. No tienes que sentirte mal por ello.Axel se sentó bruscamente, sosteniendo la ropa contra su cuerpo como si pudiera protegerse de la realidad que lo golpeaba.—¡Estás loca! Yo jamás me he imaginado pasar nada contigo, de hecho esto nunca debió haber ocurrido, Miranda. Además, yo... no recuerdo nada.Ella lo miró con una mezcla de dulzura fingida y manipulación.—Axel, estabas tan vulnerable. Necesitabas consuelo, y yo estaba aquí para ti. Me buscaste y no pude negarme, no tienes por qué lamentarlo.Pero Axel no podía sacudirse la sensación de que algo estaba profundamente mal. Se levantó, con movimientos torpes y evitando mirar a Miranda mientras intentaba
Mientras tanto, Alicia estaba en el jardín, disfrutando de la brisa fresca cuando de pronto vio a un hombre parecido a Axel. Caminó hacia la verja del vecino, pero antes de que poder bien, el hombre ingresó rápidamente a la casa, frunció el ceño desconcertada.—Creo que estoy enloqueciendo, es que hasta me lo estoy imaginando —murmuró con un suspiro y regresó al interior de la villa.Mientras tanto, Axel seguía recostado de la puerta, luchando contra el impulso de correr hacia ella y confesar su pecado. Pero el miedo al rechazo y la vergüenza de lo que había ocurrido con Miranda lo paralizaban. En ese momento, su teléfono vibró con una llamada de Samuel.“Señor Thorne, tiene que venir, hay algo que necesita saber. Es sobre la señora Miranda”.Axel cerró los ojos, sintiendo cómo la culpa y la rabia lo invadían nuevamente. ¿Qué querría Miranda ahora? ¿Acaso le parecía que no lo había jodido lo suficiente?, se preguntó. Por un momento una idea cruzó su cabeza. ¿Será posible que todo eso
Stella no perdió tiempo. Sabía exactamente dónde encontrar a Miranda, porque ya había mandado averiguar todo sobre ella. Se dirigió a las oficinas de la sede de la empresa que tenía y entró sin anunciarse, pero su porte era tan elegante y seguro que nadie se atrevió a impedirle el paso.Cuando llegó al piso donde estaba la oficina de Miranda, ella estaba conversando con su secretaria y cuando escuchó los pasos, se giró sorprendida.—Vaya si es Stella… querida. ¿A qué debo el honor? —preguntó Miranda con un tono burlesco que no pasó desapercibido para la recién llegada.Ella no perdió tiempo en formalidades. Se acercó a Miranda, sus ojos ardiendo de rabia.—Escucha bien, Miranda. No sé qué juego estás jugando, pero se acabó. He visto lo que hiciste con mi hermano, y no voy a permitir que sigas manipulándolo. Te aprovechaste de su estado de ebriedad, y eso es un delito. Si mi hermano quiere, puede denunciarte.Miranda arqueó una ceja, fingiendo confusión.—¿De qué hablas, Stella? Axel y
Axel no podía apartar de su mente el rostro de Alicia. Cada vez que cerraba los ojos, la imaginaba mirándolo con decepción y desprecio. Había tomado medidas para sacar a Miranda de su vida, pero aún quedaba la tarea más difícil: enfrentarse a su esposa. La culpa lo corroía, pero también el miedo al rechazo.Se sirvió otro vaso de whisky, sintiendo de nuevo el calor extenderse por su garganta. Con cada trago, su determinación crecía, aunque también su temeridad. Necesitaba hablar con ella, suplicarle que lo perdonara, aunque no estaba seguro de cómo hacerlo."Las palabras no serán suficientes", pensó, su mirada fija en la guitarra que descansaba en un exhibidor de su despacho. Una idea absurda, impulsada por el alcohol, cruzó por su mente. Sonrió amargamente al pensar en lo ridículo que parecía, pero esa idea se aferró a él como una tabla de salvación.Tomó la guitarra, se subió al ascensor privado, salió tambaleándose un poco hacia su auto, pero nadie lo detuvo. Condujo hasta la vill
Alicia se quedó paralizada al escuchar esas palabras. Aunque sospechaba que tenía algo con Miranda, escucharlo de la boca de Axel fue como recibir una puñalada en el corazón. Cerró los ojos por un momento, tratando de controlar el torbellino de emociones que la invadía.—Lo sé —dijo finalmente, con voz temblorosa. —O al menos lo sospechaba.Axel la miró sorprendido, sus ojos vidriosos por el alcohol.—¿Lo sabías? —balbuceó.—No soy estúpida, Axel —respondió ella, cruzándose de brazos. —Pero escucharlo de ti... duele más de lo que imaginaba.Se hizo un silencio tenso entre ellos. Alicia luchaba contra el impulso de echarlo de la casa, de gritarle todo lo que sentía. Pero algo la detenía. Quizás era la vulnerabilidad que veía en él, tan poco característica del Axel que conocía.—¿Por qué, Axel? —preguntó finalmente. —¿Por qué lo hiciste?Él bajó la mirada, avergonzado.—No lo sé... Por idiota. Estaba ebrio, me sentía... perdido pensando que estabas con alguien más. Pero eso no es excusa
Alicia, después de ceder momentáneamente al beso de Axel, lo apartó bruscamente, como si despertara de un trance. Sus ojos estaban llenos de rabia contenida y confusión.Axel intenta sostenerla de nuevo, pero Alicia lo empuja con fuerza.—Esto no cambia nada, Axel. No puedes pretender que un beso arregle toda tu traición.Esto hace que Axel se aleje, recordándole que aún hay heridas abiertas entre ellos.Ella aprovecha su confusión y se levanta de la cama, conmovida, pero firme, dejando claro que necesita espacio para procesar lo que acaba de suceder.Axel intenta hablar, pero ella lo interrumpe, su tono cortante.—Quédate aquí esta noche, pero no esperes que esto signifique algo más. Tú y yo... tenemos un largo camino por delante, si es que hay un camino juntos.Con esas palabras salió de la habitación y regresó a su habitación, incapaz de olvidar lo ocurrido. Sus pensamientos giran en torno a la traición de Axel y el peso de su propio embarazo. “¿Cómo podría criar a mis hijos con u
Guillermo salió de la presencia de Stella sintiéndose frustrado, porque no encontraba la manera de convencerla de que las cosas no eran así como ella estaba pensando. Decidió ahora buscar la manera de poder acercarse a su hijo, por eso se dirigió a la guardería donde estudiaba. A lo lejos vio cómo Andrea recogiéndolo.Matías corría feliz hacia ella, ajeno a las tensiones que rodeaban su existencia. Guillermo sintió un nudo en el pecho. Había evitado confrontar a Andrea por este asunto demasiado tiempo, pero sabía que ya no podía posponerlo. Tenía que luchar por su hijo.Se acercó lentamente, sus pasos firmes, pero su corazón martillando en su pecho.—Andrea, necesitamos hablar —dijo, su voz seria, pero contenida con la mirada fija en el pequeño que lo miraba fijamente.Andrea lo miró con una mezcla de desdén y falsa sorpresa. Levantó la barbilla, ajustando su bolso mientras tomaba la mano de Matías.—No hay nada que discutir, Guillermo. Tú tomaste tus decisiones, y yo tomé las mías —