Miedo y culpa
Aunque la noche ya no estaba tan oscura, para Kara seguía viéndose lúgubre. Estaba rodeada de su suegra, Leif y el resto de miembros de la manada, pero su mente estaba en Darius. Estaba consciente de que permanecer en el pueblo era lo más sensato; sin embargo, deseaba estar a su lado mientras luchaba. La incertidumbre de lo que estaba ocurriendo no la dejaba esperar tranquila, el miedo le atenazaba la garganta y le apretaba el pecho. Cuando comenzó la batalla y se escucharon aullidos en la distancia, el corazón de Kara comenzó a latir con fuerza.

Kara sintió la imperiosa necesidad de correr hacia el lugar, el peso de su embarazo la detuvo. Darius tenía razón, no podía poner a su cachorro en peligro. Cerró los ojos para sacar a flote la mujer fuerte que había decidido ser, su pequeño tenía que llegar a este mundo sin más complicaciones. Pero cuando abrió los ojos, varios lobos aparecieron de entre los árboles. Frente a ellos lideraba un lobo de pelaje gris oscuro. Kara contuvo la respir
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