★Damien.
Mi mundo estaba al borde del colapso, y el peso de las leyes de mi manada me oprimía. La desaparición de Aria Walker no solo era una preocupación personal, sino una amenaza a nuestra existencia. Las reglas eran claras: cualquier humano que conociera la verdad sobre los lobos debía ser eliminado o, en su defecto, convertirse en nuestra esclava si llevaba nuestra marca. Aria, con su cuerpo impregnado con mi olor, se había convertido en un enigma que debía resolver antes de que el consejo descubriera su existencia. La luna llena brillaba en el cielo, reflejándose en los cristales de mi oficina, dándole un aire gélido. Nikolai, mi mano derecha en la empresa y el único en quien confiaba fuera de mi mundo de alfa, estaba frente a mí, con una expresión de seriedad que solo él podía mostrar. —Señor —dijo Nikolai con tono formal pero cargado de preocupación—, he estado investigando a Aria Walker, pero la información es escasa. Mi paciencia se agotaba. La situación era crítica y no podía perder tiempo. —¿Qué has averiguado? —pregunté, intentando mantener la calma a pesar de mi creciente furia. Mi crueldad solía ser desmedida, pero debía controlarme para obtener la información necesaria. —Su nombre no aparece en las invitaciones de la fiesta de anoche. Parece que fue invitada por alguien más —respondió Nikolai, su tono reflejando su inquietud. —¿Alguien más? —inquirí, frunciendo el ceño. El asunto se complicaba más de lo esperado. —Sí —confirmó Nikolai—. La invitación estaba a nombre de Vanessa Halen. El nombre Halen me hizo rechinar los dientes. Los Halen eran cazadores, una amenaza que había estado oculta durante años, pero que ahora se estaba infiltrando en nuestro mundo. La idea de que Aria pudiera ser un señuelo enviado por ellos me llenaba de furia. No solo estaba en juego mi reputación, sino la seguridad de toda la manada Volkov. Si ella había sido enviada para exponerme, no tenía otra opción más que deshacerme de ella, sin importar las consecuencias. —Vanessa Halen... esos malditos —murmuré con desdén—. ¿Sabes dónde puedo encontrar a Vanessa? Nikolai asintió con seriedad, sin hacer preguntas innecesarias en asuntos delicados. —He averiguado en qué universidad estudia Aria. Puedo proporcionarte la dirección y los detalles necesarios para localizarla —dijo Nikolai, evitando reproches en su tono. —No preguntes más —le interrumpí—. Dame la dirección. Es hora de ir a buscar a Aria Walker. Nikolai me entregó un papel con la dirección de la universidad. Me dirigí al lugar con determinación inquebrantable. La universidad estaba en una zona alejada, un campus grande y moderno que parecía sacado de una película. Aunque su apariencia era tranquila, mi instinto me decía que pronto se convertiría en un campo de batalla. Al llegar, me sorprendió descubrir que no había rastro de Aria. Su aroma, una mezcla de flores silvestres y algo más sutil, se había desvanecido. Aunque había estado allí, parecía que estaba huyendo. Mi irritación crecía con cada paso que daba en el campus vacío, y mi mente estaba en un torbellino de pensamientos. No podía permitir que la situación se saliera de control. Tenía que encontrarla antes de que el consejo descubriera lo sucedido. Si Aria sabía quién era yo y se escondía, debía estar consciente de las consecuencias. Mis dientes rechinaban al pensar en lo que le esperaba si no resolvía esto pronto. Continué la búsqueda en los rincones más oscuros de la ciudad. Utilicé métodos sutiles para rastrear a Vanessa Halen, quien parecía tener una conexión con Aria. Finalmente, la encontré en un café elegante con otra mujer. Sus miradas eran inquietas, y noté que trataban de no llamar la atención. Me acerqué con una actitud intimidante, dispuesto a obtener la verdad. —Vanessa Halen —dije con voz fría—, necesito saber dónde está Aria Walker. Vanessa me miró con sorpresa y temor, su cuerpo temblando levemente. —No sé de qué estás hablando —dijo, tratando de mantener la compostura. La otra mujer, que estaba sentada junto a ella, parecía igualmente nerviosa. Me acerqué a Vanessa, y mi presencia imponente hizo que sus labios temblaran. —No juegues conmigo —le advertí—. Tengo mis métodos para obtener información, y no tengo tiempo para juegos. Dime dónde está Aria o enfrentarás las consecuencias. Vanessa vaciló, su mirada desesperada buscaba una salida. Finalmente, susurró el nombre de una dirección y algunos detalles vagos sobre el paradero de Aria. Su evasión me hizo sospechar que sabía más de lo que estaba dispuesta a revelar. —Recuerda, Vanessa —dije con voz tajante—, si estás ocultando algo, me aseguraré de que pagues por ello. Dejé el café y me dirigí a la dirección proporcionada por Vanessa. La casa era modesta, en un vecindario tranquilo. Mi instinto me decía que debía actuar con cautela. Me acerqué sigilosamente y observé desde la distancia. Al entrar en la casa, encontré cartas y documentos que confirmaban que Aria no estaba allí. Mi frustración estaba a punto de estallar, y mi mente estaba llena de pensamientos furiosos. El tiempo se agotaba. No podía perder más tiempo. La misión de encontrar a Aria antes de que fuera demasiado tarde se había convertido en una prioridad absoluta. Si la información de Vanessa era falsa, Aria podría estar en cualquier lugar, y mi paciencia estaba al límite. Sabía que debía mantener la calma. Resolver este problema requería no solo fuerza, sino estrategia. La marca que llevaba Aria debía ser eliminada para proteger la seguridad de la manada Volkov. No había lugar para errores, y debía actuar con precisión. La noche cayó mientras me dirigía a mi oficina, cargado de frustración y determinación. No podía permitir que mi misión fracasara. Mi lobo interno estaba agitado, y la necesidad de resolver esta situación se hacía más apremiante. No había tiempo para distracciones; el destino de Aria Walker y la seguridad de la manada dependían de mi éxito. Mientras revisaba los informes en mi oficina, sentí un peso en el pecho. La incertidumbre me atormentaba, pero también me impulsaba a seguir adelante. No podía rendirme. Mi misión era clara: encontrar a Aria, resolver el enigma y proteger a mi manada a toda costa. La noche avanzaba, y el cielo estrellado se extendía sobre la ciudad. Sabía que mi búsqueda continuaría hasta que encontrara a Aria y resolviera este enigma de una vez por todas. La marca que ella llevaba era una amenaza que debía ser eliminada para preservar la seguridad de la manada Volkov y mantener el equilibrio en nuestro mundo secreto. Mi determinación era inquebrantable, y no descansaría hasta cumplir mi misión.★ Aria WalkerNo podía creer lo que había escuchado. Esa noche en la fiesta había sido una trampa. Mis mejores amigas, Vanessa y Gloria, me habían vendido. Me quedé paralizada al enterarme de la verdad, sintiendo cómo la traición me aplastaba el corazón. La rabia y el dolor se mezclaban en mi interior, formando un nudo que me ahogaba. Decidí enfrentarlas en la universidad, necesitaba saber por qué lo habían hecho.—¿Por qué me hicieron esto? —pregunté con la voz temblorosa mientras las miraba a los ojos.Vanessa se rió, una risa cruel que me hizo estremecer.—Porque fue fácil, Aria. Siempre has sido tan ingenua. Solo pensamos en divertirnos un poco.Gloria añadió con una sonrisa burlona.—¿De verdad pensaste que éramos amigas? Eras solo un peón en nuestro juego.Sentí cómo las lágrimas comenzaban a formarse, pero me negué a dejarlas caer. No les daría esa satisfacción. Miré a mi alrededor, viendo cómo los demás estudiantes comenzaban a murmurar y a señalarme. Sabía que no me quedaba o
La búsqueda de esa mujer se intensificó con una desesperación abrumadora. Mis lobos rastreadores, entrenados en el arte de seguir el rastro más débil, se desplegaron por el territorio siguiendo las indicaciones que les había dado. Sin embargo, nunca les mencioné que la mujer que buscábamos era humana, un detalle que, en mi desesperación, consideré irrelevante en ese momento. La obsesión por encontrarla se apoderaba de cada pensamiento y acción, convirtiéndose en una carga constante sobre mis hombros. La marca interna que había dejado en ella me otorgaba un sentimiento de posesión que me atormentaba y me mantenía en un estado de búsqueda incesante.Después de días de un rastreo infructuoso, los lobos regresaron con la cola entre las patas, una imagen que reflejaba mi creciente desolación. No habían encontrado ni rastro de ella. Habían buscado entre las manadas, pero sus esfuerzos resultaron en vano. Con el tiempo, la resignación comenzó a hacer mella en mí. La realidad de que tal vez
Varios años habían pasado desde aquel oscuro episodio. Ahora, me encontraba nuevamente en el epicentro del poder, reflexionando sobre los murmullos de aquellos que se debatían si mi vínculo con la luna aún persistía. A pesar del tiempo, yo seguía siendo capaz de transformarme a voluntad, sin sacrificar mi humanidad.Lo que pensaran los demás me era indiferente. La opinión del consejo, de sus mentes cerradas y temerosas, no tenía cabida en mi mundo.Estaba en mi oficina, contemplando la ciudad a través del enorme ventanal. La gente iba y venía, insignificantes en comparación con el vasto y oculto mundo mágico que coexistía a su alrededor. Un mundo donde la sangre y el poder eran la verdadera moneda, donde el más fuerte gobernaba. Y en ese reino, yo era el indiscutible rey.Cerré los ojos, inclinándome en mi asiento, permitiendo que el silencio me envolviera. Fue entonces cuando escuché la puerta abrirse. No necesitaba girar para saber quién era; su aroma me lo decía todo. Luna estaba a
Al llegar a casa, me di cuenta de que la prioridad era preparar mi currículum para enviarlo a la empresa.Mi mente estaba abrumada por las posibilidades y las dudas, pero me concentré en perfeccionar mi documento. Con la luz de la tarde filtrándose a través de la ventana, el bullicio de la ciudad parecía una melodía lejana mientras tecleaba.Al enviar el currículum, sentí un pequeño alivio, como si hubiera lanzado un anhelo al viento, esperando que llegara a un buen destino.Luego, me dirigí a la cocina para prepararme algo delicioso para comer. Mientras removía la pasta y cortaba vegetales con una precisión casi quirúrgica, me di cuenta de que, de alguna manera, cocinar era mi terapia. La cocina se convirtió en mi santuario en medio de la tormenta que estaba viviendo.—Sabes, Tobirama, si te gustara ayudarme con las tareas de la casa, tal vez estaría menos estresada —murmuré mientras le daba de comer a mi fiel perro.Tobirama era un bulldog con cara de pocos amigos, me miraba con ind
★ Damien.El consejo se había reunido en el corazón del bosque, un claro rodeado de árboles centenarios cuyas ramas se entrelazaban, filtrando la luz de la luna en haces plateados. No había tenido tiempo de asistir a mi oficina, pero no me preocupaba; sabía que mi beta, Nikolai, se encargaría de todo con eficiencia. El tema de la reunión era una preocupación que los ancianos del consejo tenían desde hacía tiempo: querían que tomara una pareja y procreara. La acalorada discusión giraba en torno a mí, era el foco de todas las miradas y comentarios.—No puedo creer que aún la diosa luna no te haya asignado una pareja y estés como si nada —murmuró uno de los ancianos, cargado de incredulidad.—Si es para que la maldición de la luna llena ya hubiera reclamado tu lobo interno, es impresionante —agregó otro, sacudiendo la cabeza.—Quizá la luna tiene compasión de su alfa —susurró una anciana con voz temblorosa, mientras se ajustaba su capa de lana.—Lo hemos decidido —intervino la anciana c
★ Aria.Me levanté por los ladridos de mi perro Tobirama, que comenzaba a rasguñar la puerta como si quisiera salir de casa. Nunca lo había visto tan desesperado.—Tobi, cariño, ¿qué te pasa? —pronuncié acercándome a él, pero no paraba de ladrar y chillar a la puerta.Tomé el pomo de la puerta y la giré. Entonces mi amado cachorrito salió corriendo en sus cuatro patas.—¡Tobi! —grité a gran voz. —¡Tobi!Salí corriendo mientras una pantufla se me caía al momento de salir. Demonios, estaba descalza y Tobi no paraba de correr.—¡Tobi!Corría como loca detrás de él. Tobi corría entre las calles hasta que terminó en un callejón oscuro y mi corazón se aceleró. No quería entrar en ese callejón; tenía miedo, estaba muy oscuro, pero tenía que rescatar a ese perro mal agradecido.—Cariño —mencioné y entré en el callejón.Mientras me adentraba, mi vista se posó en la figura de un hombre que cargaba a mi traidor canino en sus brazos. Era extraño; Tobi ya no se iba con extraños.—Disculpe, ese es
No fue hasta el tercer día que recibí una llamada de las Empresas Volkov.—¿Sí? —respondí, tratando de ajustar el moño deshecho en mi cabeza mientras veía el último episodio de mi novela de Telesa en la pantalla del televisor. El sonido de la serie se mezclaba con mi ansiedad, y el brillo del televisor me hacía parpadear.—Señorita Walker, habla Nikolai del área administrativa de las Empresas Volkov. Le informo que ha sido seleccionada para el puesto. ¿Cuándo podría presentarse? —dijo una voz profunda y grave al otro lado de la línea, que transmitía un tono de formalidad intransigente.Me tambaleé ligeramente al escuchar la noticia, sintiendo que el corazón me latía con fuerza en el pecho. Casi se me cae el teléfono de la mano.—En un mes —tartamudeé, sin darme cuenta de la incoherencia de mi respuesta.—Señorita, ¿por qué esperaría un mes para empezar? Si ya no está interesada en el puesto de asistente, por favor, hágamelo saber y hablaré con mi jefe para buscar a otra persona —dijo
—No quiero que me acuses de acoso laboral, señorita Walker —dijo él con una sonrisa que contenía un matiz de desafío.—¿A dónde vamos? ¿Por qué no vamos a la oficina? —pregunté, intentando cambiar el rumbo de la conversación y desviar la atención de lo que estaba sucediendo entre nosotros.Él se acomodó en su asiento, tragando en seco mientras me observaba con una mezcla de interés y reserva. Algo debía estar pasando, me preguntaba si también sentía la misma atracción que yo sentía hacia él.—Tengo una reunión —respondió finalmente—. ¿Nikolai te habló de tus responsabilidades?—Nikolai es un idiota —mencioné sin pensar, dándome cuenta de inmediato de que había dicho algo inapropiado en voz alta.Él me miró con una ceja levantada, claramente sorprendido por mi comentario.—¿Te dijo algo que no debía? —preguntó él, con una voz áspera que denotaba una molestia que no podía ocultar.Sus ojos fríos y calculadores, ahora se veían más oscuros, como si la preocupación por lo que Nikolai pudie