★ Damien.El consejo se había reunido en el corazón del bosque, un claro rodeado de árboles centenarios cuyas ramas se entrelazaban, filtrando la luz de la luna en haces plateados. No había tenido tiempo de asistir a mi oficina, pero no me preocupaba; sabía que mi beta, Nikolai, se encargaría de todo con eficiencia. El tema de la reunión era una preocupación que los ancianos del consejo tenían desde hacía tiempo: querían que tomara una pareja y procreara. La acalorada discusión giraba en torno a mí, era el foco de todas las miradas y comentarios.—No puedo creer que aún la diosa luna no te haya asignado una pareja y estés como si nada —murmuró uno de los ancianos, cargado de incredulidad.—Si es para que la maldición de la luna llena ya hubiera reclamado tu lobo interno, es impresionante —agregó otro, sacudiendo la cabeza.—Quizá la luna tiene compasión de su alfa —susurró una anciana con voz temblorosa, mientras se ajustaba su capa de lana.—Lo hemos decidido —intervino la anciana c
★ Aria.Me levanté por los ladridos de mi perro Tobirama, que comenzaba a rasguñar la puerta como si quisiera salir de casa. Nunca lo había visto tan desesperado.—Tobi, cariño, ¿qué te pasa? —pronuncié acercándome a él, pero no paraba de ladrar y chillar a la puerta.Tomé el pomo de la puerta y la giré. Entonces mi amado cachorrito salió corriendo en sus cuatro patas.—¡Tobi! —grité a gran voz. —¡Tobi!Salí corriendo mientras una pantufla se me caía al momento de salir. Demonios, estaba descalza y Tobi no paraba de correr.—¡Tobi!Corría como loca detrás de él. Tobi corría entre las calles hasta que terminó en un callejón oscuro y mi corazón se aceleró. No quería entrar en ese callejón; tenía miedo, estaba muy oscuro, pero tenía que rescatar a ese perro mal agradecido.—Cariño —mencioné y entré en el callejón.Mientras me adentraba, mi vista se posó en la figura de un hombre que cargaba a mi traidor canino en sus brazos. Era extraño; Tobi ya no se iba con extraños.—Disculpe, ese es
No fue hasta el tercer día que recibí una llamada de las Empresas Volkov.—¿Sí? —respondí, tratando de ajustar el moño deshecho en mi cabeza mientras veía el último episodio de mi novela de Telesa en la pantalla del televisor. El sonido de la serie se mezclaba con mi ansiedad, y el brillo del televisor me hacía parpadear.—Señorita Walker, habla Nikolai del área administrativa de las Empresas Volkov. Le informo que ha sido seleccionada para el puesto. ¿Cuándo podría presentarse? —dijo una voz profunda y grave al otro lado de la línea, que transmitía un tono de formalidad intransigente.Me tambaleé ligeramente al escuchar la noticia, sintiendo que el corazón me latía con fuerza en el pecho. Casi se me cae el teléfono de la mano.—En un mes —tartamudeé, sin darme cuenta de la incoherencia de mi respuesta.—Señorita, ¿por qué esperaría un mes para empezar? Si ya no está interesada en el puesto de asistente, por favor, hágamelo saber y hablaré con mi jefe para buscar a otra persona —dijo
—No quiero que me acuses de acoso laboral, señorita Walker —dijo él con una sonrisa que contenía un matiz de desafío.—¿A dónde vamos? ¿Por qué no vamos a la oficina? —pregunté, intentando cambiar el rumbo de la conversación y desviar la atención de lo que estaba sucediendo entre nosotros.Él se acomodó en su asiento, tragando en seco mientras me observaba con una mezcla de interés y reserva. Algo debía estar pasando, me preguntaba si también sentía la misma atracción que yo sentía hacia él.—Tengo una reunión —respondió finalmente—. ¿Nikolai te habló de tus responsabilidades?—Nikolai es un idiota —mencioné sin pensar, dándome cuenta de inmediato de que había dicho algo inapropiado en voz alta.Él me miró con una ceja levantada, claramente sorprendido por mi comentario.—¿Te dijo algo que no debía? —preguntó él, con una voz áspera que denotaba una molestia que no podía ocultar.Sus ojos fríos y calculadores, ahora se veían más oscuros, como si la preocupación por lo que Nikolai pudie
★ Damien.Estoy molesto, muy molesto. Estar en el mismo auto con ella es una tortura. Cada instante a su lado es una prueba de paciencia. La forma en que su perfume a vainilla invade el espacio me resulta particularmente irritante, casi como una provocación constante. Esa maldita fragancia parece acentuarse cada vez que nos acercamos, exacerbando la electricidad inquietante que se transmite entre nosotros.Mi mente se debate entre la rabia y la fascinación. No puedo evitar pensar en cómo me gustaría tomarla, empujarla contra el asiento, y reclamar sus labios con una ferocidad tan abrumadora que su frágil cuerpo humano no podría soportarla. La necesidad de adueñarme de ella se vuelve casi incontrolable.Intenté relajarme, así que cerré los ojos, pero en lugar de encontrar paz, me sumí en un sueño ligero. El sonido de su voz y el delicado toque de su mano en mi cabeza me despertaron. Al abrir los ojos, sentí una paz inesperada, casi paradójica. El contacto de su mano era un contraste ta
Ella pasó frente a mí, tarareando una canción, mientras mis ojos no podían apartarse de sus largas piernas, que se destacaban aún más con esos tenis fucsias que llamaban la atención. La falda corta que llevaba cubría lo necesario, y su camiseta con un estampado de gatos parecía estar hecha a medida para resaltar sus encantos. Me sorprendió cuánto había cambiado, y no para mejor, sino de una manera que me resultaba irresistible.¡Maldita sea!Necesitaba llegar a la reunión antes de que hiciera alguna locura con ella justo en las escaleras.Sin previo aviso, la cargué en brazos, y ella se sorprendió visiblemente.—¿Qué sucede? ¡Bájame! —exclamó, temblando por sorpresa y la irritación.—Si seguimos a tu ritmo, jamás llegaré a mi reunión. La próxima vez tomaremos el ascensor, te guste o no —dije con voz autoritaria, y noté cómo tragó saliva, claramente afectada por la intensidad de mi tono.Podía oler el deseo que emanaba de ella. Su excitación era fuerte, y no podía ignorar el hecho de q
★ Aria.Me siento decepcionada cuando el elevador se abre. La fría luz de los fluorescentes ilumina el pequeño cubículo metálico, revelando una realidad que no había querido enfrentar.Tal vez deseaba más tiempo a solas con este cavernícola amargado, sumergirme en la atmósfera de tensión que él emanaba, más allá de las paredes del ascensor.Quizás en el fondo de mi ser, esperaba que él continuara aprisionándome contra el metal frío, sin darme cuenta de que ya estábamos fuera de él, en el vestíbulo.La súbita liberación me dejó aturdida, la confusión se mezcla con la incomodidad de la situación. Mi mente se dispersa entre el desconcierto y el malestar. Tal vez la conversación cargada de recriminaciones me distraía de mis temores.Damien tenía una forma extraña de hacerme olvidar el resto del mundo, de hacerme perder la noción del tiempo y el espacio, de enfocar toda mi atención en su figura imponente.Odiaba el destello de su mirada, su tono de voz áspero, y cómo me reclamaba por mi ve
Su expresión cambió de nuevo, y su frustración se hizo evidente. Era como si las palabras que acababa de decir hubieran tocado un nervio.—Como quieras —respondió con voz tensa.—No me haga patearle sus partes tan temprano, señor gruñón —mencioné con una sonrisa desafiante.Por un momento, sus labios se curvaron en una sonrisa leve, un gesto que sorprendió a ambos.—¿Acabo de ver una sonrisa en sus labios? —pregunté con curiosidad.—No.—Claro que sí. Se ve guapo cuando sonríe.Aunque solo lo dije para provocar una reacción, me di cuenta de que su actitud autoritaria era solo una capa sobre una persona que, aunque no lo demostrara, era capaz de mostrar un lado más suave.—Irás conmigo a la oficina. Es una orden. Puedo soportar verte con esa espantosa falda y esos tenis un rato más.Sus palabras fueron un desafío, pero también un gesto de dominio que me hizo sentir una mezcla de desafío y sumisión. Mientras se giraba para caminar hacia el auto, me sentí intimidada bajo su mirada evalua