- Abuelo por favor no me haga eso, yo no me quiero casar con una desconocida.
Le rogaba Leonardo al señor Miguel Bustamante, quién le está obligando a casarse para poder nombrarlo como heredero de sus múltiples empresas.
- Pues si no lo quieres hacer no lo hagas, pero yo ya di mi última palabra y está en ti si acatarla o no.
Le respondió el abuelo.
- Papá ayúdame a convencer a mi abuelo para que me herede los negocios sin necesidad de obligarme a hacer algo de lo que yo no estoy de acuerdo.
Suplicaba Leonardo a su padre en aquella oficina donde están reunidos los tres.
- Hijo, sabes que a mí no se me da muy bien esto de los negocios y por eso me estoy jubilando temprano y tú eres el indicado para que sigas con el legado de las empresas "Imperial's" .
Ya conoces a tu abuelo y sabes que no dará marcha atrás a esta condición que te a puesto, porque él quiere que al momento de que tú tomes el mando de las empresas seas un hombre que además de proteger los negocios, también tengas una familia por la que luchar y se te quite lo inmaduro.
- Sí papá yo te entiendo pero entiéndeme tú a mí también, que yo si me caso debe de ser con mi novia Marcela.
- Pues cásate con ella mi muchacho y desde ese día le cederás el puesto de presidencia a tu primo Daniel. Yo no te voy a obligar a que hagas algo que no quieres hacer.
- Abuelo y usted tanto que desea que me case, entonces porque no me permite hacerlo con Marcela, ella es mi novia desde hace un tiempo y es con ella que me gustaría formar un hogar y una familia.
- Ya te lo dije Leonardo, para mañana quiero que me tengas la respuesta. Pero eso si, piensa bien lo que vas a decidir, si seguir en la empresa o retirarte de ella.
Dijo el abuelo y se levantó de su silla para salir de la oficina.
Recuerda que tu primo Daniel no se puede hacer cargo de los negocios porque él está castigado de por vida por abusar de una niña y al no haber un representante en la familia, las empresas pasarán a manos de desconocidos que probablemente nos hundirán en deudas al manejar mal nuestro presupuesto.
- Está bien abuelo haremos las cosas como usted diga y me casaré con la desconocida, pero no crean que este matrimonio funcionará.
Respondió Leonardo finalmente dándose por vencido y el abuelo sonrió satisfecho.
En un pequeño pueblo en las afueras de la ciudad de Tegucigalpa, vive un anciano junto a su nieta a la cual pretende casar con el nieto de su anterior jefe, el señor Miguel Bustamante como promesa de que él se la cuide.
- Abuelo yo sé que usted quiere lo mejor para mí, pero soy muy joven para casarme. Le decía Aixa a su abuelo, ya que este le ha comentado que él está enfermo y tiene que viajar a otra ciudad por unos meses para ponerse en tratamiento para su enfermedad y ella no puede quedarse sola aquí.
- Mi niña, tú y tu hermano son lo más importante para mí y quiero que siempre sean felices.
- Pero entonces por qué no le dices a tu amigo que me dejas a cargo de su familia por mientras tú regresas y así no me caso con ese chico.
- Porque ellos andan en busca de una esposa para su hijo y me propusieron que por mientras yo esté alejado, tú te cases con el muchacho para que estés dentro de la familia y goces de muchos beneficios.
Te lo ruego Aixa acepta lo que te estoy pidiendo, ¿o es que no quieres que vaya y me recupere de esta enfermedad?
- Si quiero que te recuperes abuelo, pero entonces llévame contigo para seguir cuidando de ti.
- No te preocupes por mí cariño, vive tu vida y sé feliz como tu hermano. A mí me cuidarán los médicos mientras esté interno.
- ¿Pero cómo quieres que sea feliz si quieres que me casé con un desconocido?
- Aprenderás a quererlo y serás feliz mi niña, hazlo por este pobre viejo enfermo y harás que me recupere con mucho más ánimo.
- Prométeme que cuando regreses de tu viaje me traerás nuevamente contigo si las cosas entre ese hombre y yo no salen bien.
- Todo saldrá bien mi niña y tarde o temprano me lo agradecerás.
El abuelo no quiso hacerle la promesa a su nieta porque sabe que él no regresará porque es un viaje sin retorno.
El abuelo no le quería comentar a su nieta de que él tiene una enfermedad terminal y no quiere que se quede sola cuando él muera, ya que su hermano mayor está en otro país.
Él se lo comentó a su amigo y este le planteó que la casara con su nieto, y le prometió que la cuidará mientras tenga vida y le dará un buen futuro, todo por la amistad que ellos formaron cuando el abuelo de Aixa trabajó en la empresa del abuelo de Leonardo.
El día previsto para realizar la boda llegó, habían muchas personas en la ceremonia pero lo curioso de esto es que los que se van a casar aún no se conocen. Aquí se verán por primera vez y todo eso se debe a que Leonardo no quiso asistir a la cena que prepararon para las dos familias en donde los presentarían. El joven Leonardo entró del brazo de su madre, quién a regañadientes asistió a esa boda pues a ella no le agrada para nada la decisión del abuelo de no tomar en cuenta a Marcela para esposa de su nieto. Poco después hizo la entrada nupcial la novia, esta viene del brazo de su abuelo, quién con un nudo en la garganta y dolor en su corazón le entregará su nieta a otra familia pero todo por el bien de ella ya que él pronto partirá de este mundo. - Vaya, para ser la primera vez que veo a mi futura esposa puedo decir que se ve mucho mejor de lo que me imaginaba. Se dijo Leonardo en su mente cuando la joven se acercó a él. En todo el desarrol
- Disculpe señorita, puedo hacer una llamada desde el teléfono fijo-. Preguntó la inocente Aixa a una de las muchachas que a diario llegan a hacer el aseo. - Claro que sí puede hacerlo señora. Le respondió la muchacha amablemente, pues como ya saben que en ese hotel solo se hospedan las personas con alto nivel económico entonces ellos tienen la orden de hablar con respeto cuando se dirijan a los huéspedes. - ¿Podrías ayudarme por favor, es que no sé cómo se maneja eso-. Comentó la joven Aixa y la muchacha creyó que ella se estaba haciendo la que no podía solo para molestarla a ella. Pero de igual forma su deber como empleada de ese lugar era orientarle y así lo hizo. Aixa llamó a su abuelo y le comentó que aquí la está pasando de lo mejor, aunque lo extraña mucho a él pues nunca se han separado por varios días. Sólo lo hacían durante el día que la chica salía a trabajar pero por la noche siempre regresaba con él a casa. - Ay hijita, que Dios te bendig
- Pero qué te pasa animal, acaso no sabes que ese muchacho al que tú le diste ese golpe es el yerno del dueño de este lugar-. Le reclamó Aixa enojada a Leonardo, pues le preocupaba que tomaran represalias en contra de ellos. - Jaja pero quién te ha dicho semejante mentira mujer, el dueño de este lugar yo lo conozco muy bien y no tiene ninguna hija. Por lo tanto este imbécil no puede ser su yerno. - ¿Y por qué lo golpeaste si no estaba haciendo nada malo? - Vaya no lo puedo creer, mi esposa defendiendo a otro hombre delante de mí. Hay que ver que eres una oportunista, solo te dijo ese tipo que era de dinero y ya andabas detrás de él. - Eso no es cierto, no me acuses sin saber. - A mi no me vas a estar contradiciendo m*****a perra, si yo digo que así son las cosas es porque así lo son. Y te lo advierto desde ahorita, si te vuelvo a ver junto a otro hombre esta vez no va a ser él quien va a ganar su merecido, vas a ser tú, eso que te quede claro
El joven Leonardo en todo el viaje no le prestó atención a su esposa, por ratos se ponía a trabajar en el ordenador o si no, cerraba los ojos y se recostaba en el asiento haciéndose el dormido. Y todo para no ver el hermoso rostro de su esposa, y su mente que es tán traicionera que a cada momento le recuerda el episodio de sexo que tuvieron antes de salir de la isla de Roatán. Finalmente el viaje terminó y llegaron a la casa del abuelo que era en dónde se supone que vivirán, porque Leonardo allí ha estado viviendo toda su vida en la mansión familiar. - Mis queridos nietos ya están de regreso, cuéntenme cómo les fue-. Preguntó el abuelo emocionado, aunque él ya sabe que con el carácter que tiene su nieto no cualquiera lo soporta y además por obligación se fue a ese viaje. - Ya estamos aquí abuelo, por favor muéstrale la habitación donde se quedará ella-. Dijo Leonardo refiriéndose a Aixa. - Te exijo respeto para tu esposa Leonardo, y claro que
- Marcela que gusto verte de nuevo cariño-. Le dijo sorprendido el joven Leonardo a su novia, ya que esta no le había comunicado de que vendría al país y mucho menos que vendría a la oficina a verlo. - A mi padre le salió un negocio para estos lados, entonces aproveché para venir con él y hacerte una pequeña visita-. Dijo la chica, pero en realidad ella ha venido porque la madre de Leonardo le llamó y le contó todo lo sucedido. Pero está tranquila, pues sabe que Leonardo odia a esa otra chica, bueno eso fue lo que su suegra le comentó. - Aixa salió a buscar trabajo en la ciudad pero nadie la quería contratar ya que no cuenta con una profesión o una carrera universitaria. Y eso hace que se desespere, pues ya casi va anochecer y aún está un poco largo de su casa y lo peor es que anda a pie porque no tiene dinero propio y su esposo ya le advirtió que no le dará nada de su dinero. Regresó a su casa con la esperanza de que mañana volverá a salir y con suer
- Suegra le cuento que en este momento voy para la casa de Leonardo, ya ha pasado una semana desde la primera vez que fuimos y no encontramos a la baja novios, ojalá hoy sí la encuentre-. Le comunicó Marcela a la madre de Leonardo. - Yo también voy contigo mi muchacha, nos vemos en el mismo café de siempre para que mi suegro no vea que voy a salir contigo, sabes muy bien que tú no eres santo de su devoción. - Muchas gracias por apoyarme en este duro proceso de ver a mi novio casado con otra persona-. Le dijo Marcela agradeciéndole hipócritamente a la madre de Leonardo. Aixa al llegar a su casa colocó los productos alimenticios en su lugar y se puso a limpiar la cocina, el timbre de la puerta sonó y entonces ella dejó de hacer lo que estaba haciendo y fue a abrir pensando que era Leonardo que tal vez venía borracho y había olvidado la llave. - Buenas tardes ¿puedo ayudarle en algo? Preguntó Aixa al ver a la elegante mujer de pie en la entrada.
- ¡Dios mío! ¿pero qué te ha pasado Leonardo? Preguntó Aixa preocupada y salió al encuentro de su esposo cuando lo vio todo magullado. - Nada grabe mi amor-. Le respondió el joven, pero ella ni se fijó que él le llamó así. Los guardias lo entraron a la casa, lo acomodaron en el sofá y luego él les ordenó que se marcharan a hacer lo que les pidió. Aixa corrió por el botiquín de primeros auxilios a traer lo que se necesita para limpiarle la sangre. - Pero qué haces tonta, acaso he pedido de tu ayuda-. Habló Leonardo muy histérico. - Te ves muy mal, por favor deja que te cure. - Vete a dormir yo estoy bien, no necesito que tú estés al pendiente de mí. - Bueno me iré pero si necesitas algo por favor no dudes en hablarme y yo vendré corriendo. - Ya lárgate mujer, pareces lora solo hablando. Ya te dije que tú para mí no vales nada, así es que no te molestes en querer ayudarme. Aixa se fue a su habitación y aunque no q
Aixa regresó con la cena para su esposo y con el hambre que Leonardo tenía no le pudo despreciar tan apetitoso menú y se comió toda la comida delante de ella y cuando terminó ni siquiera le dio las gracias. Pero cómo Aixa ya lo conoce como es de engreído ya no le importa si él le agradece o no. Luego le curó la herida que tiene en la cabeza y le cambió la venda qué el médico le puso por la mañana, y a regañadientes Leonardo le permitió que le ayudase a subir a su habitación para descansar. Aixa se retiró de la habitación no sin antes recordarle que si necesita de su ayuda puede hablarle nuevamente, Leonardo no protestó y tampoco agradeció la amabilidad de su esposa. - ¿Por qué será que esta chica me trata tan bien, si sabe que yo la trato como la porquería que es? Yo la odio, la odio porque por su culpa yo ya no me voy a casar con Marcela, no sé en qué momento esta muchachita se cruzó en el camino de mi abuelo para que él la eligiera como mi esposa. Seguramen