Una vez en casa, mis hijos me miran esperando una respuesta, Orange está alterado, Zhevy se debate entre la ira y la tristeza, Matt se deja caer cerca del sofá, nervioso y tenso.
- Vamos a mi oficina - digo sacándome los tacones y guiándolos, Frank estaba vivo, pero las emociones son demasiado incluso para mí.
- ¿Por qué no nos recuerda? - suelta Zhevy una vez que cerramos la puerta, mi pequeño siempre suelta primero los puños y luego se siente mal al respecto - ¿Por qué a él sí?
Mi dolor de cabeza regresa en cuanto se van, Viktor me mira sin saber qué hacer, y yo me dejo caer en el sofá, midiendo las posibilidades, Matt...había huido de mí, se había ido con ella...Cierro los ojos, intentando entender mi mente, Matt sigue siendo un pequeño niño que no sabe caminar, ni siquiera recuerdo sus primeros pasos por el amor de Dios, y ahora él está viviendo con una mujer a la que llama mamá.- ¿Qué hacías en el hospital? - pregunta, yo suspiro. — Mamaaa — llama Anya, despertándome, mi cabeza duele y me siento miserable en cuanto recupero la conciencia, al mirar a mi nenita sonreírme con dulzura - hambre mamii - se queja poniendo su carita junto a la mía.- Entonces vamos por algo de comer, princesa - digo levantándome de la cama, luego de la noche anterior, había tomado a Anya y dormí junto a mi pequeña, jugamos un rato antes que se quedara dormida en la cama y decidí hacer lo mismo, necesitando un descanso - ¿quieres que corte la fruta como te gusta? - pregunto haciéndole cosquillas, y ella asiente, abrazándome y rodeándome con sus piernas,Natasha
- Que tienes una hija con ella -suelta, abofeteándome, la sorpresa amortigua el dolor, la mujer golpea con fuerza.- Lucía tuvo una hija - murmuro sin entender por completo, el dolor en sus ojos verdes me atraviesa como una cuchilla, la culpa me atormenta de inmediato, durante mi tiempo en la isla...quise creer que no tenía familia, que me habían incluso abandonado a la deriva...pero las lágrimas que rodean sus mejillas y la imagen en mi mente de los pequeños pelirrojos hacen que mi pecho duela - Nath...- Frank - dice apretando los labio
Al acabar, la mirada en sus ojos me resulta dolorosa, he pasado los últimos años deseando una mirada similar de su parte, o siquiera poder ver sus ojos azules, las arrugas alrededor de sus ojos y una en su frente a causa de la concentración, además de las canas, bien podría pasar por tener cuarenta años en lugar de cincuenta y cuatro.— Eres preciosa — susurra con anhelo, y mi corazón se detiene cuando se acerca a mí, con dificultad al hace uso de su hombro para apoyarse — quiero besarte &
Es acción de gracias, y por primera vez en años, lo celebramos a lo grande, Natasha olvida su insistencia en trabajar y entre ella y su madre se encargan de la comida, y huele tan malditamente bien que mis hijos y yo intentamos colarnos dentro, incluso Matthew intenta tomar un par de galletas que la madre de Nath acababa de sacar del horno.— Aún no, lindura — lo riñe la mujer, quien es una presencia divertida y refrescante.Mi niño lo miró con ambas cejas levantadas, pr&aa
Despertar en los brazos de Frank se siente como un sueño hecho realidad...o una cruel broma del destino.Estoy recostada sobre su pecho de la manera en que solíamos despertar siempre, con su brazo derecho me rodea y me tiene sujeta, casi como si tuviera miedo de perderme.Con cuidado, deslizo mi mano sobre su pecho bronceado, las cicatrices se extienden desde el muñón de su hombro, donde la piel es tensa y gruesa, hasta algunas en su abdomen, lo recorro con mi dedo, cautivada por la forma en que había cambiado su cuerpo, incluso sus rasgos eran un poco más toscos de lo normal. Por primera vez desde que lo vi
Antes de entrar al quirófano, Chris se presenta en la habitación, el momento es incómodo, normalmente no soy violento, pero los celos me sobrepasaron.— Entonces — empieza Chris enseñándome la prótesis — esta es tu prótesis ¿ya hiciste las pruebas?— Un par de veces — digo, asintiendo — pero...¿cómo la voy a manejar?— La operación es...para insta
La brisa fría del aeropuertoprivado me hace encogerme dentro de mi chaleco, Frank había sido operado hace tres días, pero no me atrevía a verlo a la cara.Luego de la noche que pasé con él, me di cuenta de que jamás estaré tranquila hasta que sepa la verdad. Así que hice un par de llamadas, y Videl Castro, su esposa Katia, su hija Mariana, Lucía Rivera y la pequeña Teresa, acaban de aterrizar en NY.Cuando empiezan a bajar, estoy tan nerviosa que me entra la risa tonta, no podía creer que realmente estaba haciendo esto.
Último capítulo