Antes

Ponta Delgada - Portugal

Despierto con el sonido de las gaviotas, el sabor a sal en mis labios y la sensación de mi brazo faltante empieza a ser una molestia.

— André — me llama Videl, abriendo la puerta de mi habitación — Es tarde, tenemos un pedido grande ¡arriba hombre!

— Ya voy — me quejo rondando en la cama y poniéndome de pie, mis piernas ya no dolían, pero trabajar con un solo brazo le daba serios problemas a mi espalda — ¿Hay desayuno? —

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