Magnus Mafia, lujo, y traición.
Magnus Mafia, lujo, y traición.
Por: Kristal Yu
Magnus

Prefacio

Esta historia es totalmente original, lo escribí basado al conocimiento general que tengo acerca de los temas mencionados.

Con crear una historia así, no ha sido mi intención ofender o crear menos distención o ninguna índole, solo he creado material para tener entretenimiento en la lectura.

Gracias por elegir leer este libro.

...

El hombre detrás del mito.

Dos semanas antes había sido invitado a un evento al cual iba camino, cuando en el paso ya cerca del lugar al cual iba, una joven cruzó corriendo al auto en el que iba, mi rabia fue de inmediato, pero cuando levanté mi vista, observé a una especie de identidad angelical, sentí un impacto al ver la silueta de esa joven bajo la lluvia que empezaba a caer.

Su rostro aterciopelado, brillaba con el contacto de la lluvia, ella no estaba para nada molesta del mal momento, si no que sonreía como la criatura mas hermosa sobre la tierra.

Yo era uno de los invitados especiales de aquel evento al cual iba en camino, el alcalde había insistido en que me presentara, y aunque sabía que las intenciones del hombre era que yo conociera a su hija, no me negué a ir, pues quería que después de hoy, no volviera a pedirme algo así.

Una vez en el banquete, me sentí aburrido hasta los huesos, me parecía que la presencia de todos me eran obsoletos, el señor alcalde era muy empalagoso y a leguas se notaba de sus intenciones absurdas, estaba tratando de adular, quería lograr más beneficios de los que le había dejado tener, pero al parecer deseaba más de mí.

Cuando estuve a punto de irme del lugar, apareció en escena aquella misma joven del de más temprano, ella se hallaba entre un grupo de jovencitas con discapacidad, bailaba entre ellas e invitaba a las chicas a divertirse.

De pronto me ví entretenido mirando su perfecta silueta al moverse de un lado a otro haciendo piruetas bailando.

Sin darme cuenta una sonrisa sutil había aparecido en mi rostro.

Ella de pronto levantó la vista se sonrió, su sonrisa era encantadora, de algún modo al ver sus ojos hermosos, me sentí prendado por esa mirada llena de pureza.

Al terminar el baile, ella se fue por un pasillo anexo, esperé varios minutos a que ella apareciera, pero no volví a verla, así que seguí por el mismo pasillo a buscarla.

La busqué por todos lados, seguí el rastro de una fragancia peculiar, llegando hasta una habitación, entonces la ví hablando y tranquilizando a aquellas niñas que no eran comprensibles de su entorno al cien por ciento.

Ella de pronto me miró y se acercó a mi de inmediato, me había sentido feliz, estupendo, con una sensación de agradable momento, pero solo fue para decirme que yo no debía estar ahí, que me fuera recto hacia la derecha e iba a encontrar al resto de los invitados —me sugirió nada mas.

En ningún momento vi en sus ojos o gesto la intención de mirarme como a un prospecto, coquetear conmigo, o querer acercarse a mi, todo lo que ella quería era mostrarme el camino para que me fuera de ahí.

Nunca una mujer me había hecho sentir un cero a la izquierda, asi que me enfadé internamente, la miré por última vez y di la vuelta para marcharme. Aunque antes de irme, aspiré su fragancia.

Al salir por el otro lado, me encontré al alcalde y a su hija, ella si empezó a coquetear conmigo de inmediato, me quejé de nuevo de la actitud de aquella mujer, me dije a mi mismo entre dientes.

"Mujeres hay muchas" aunque en mi interior una voz me respondiera de inmediato, "mujeres muchas, pero como ella ninguna otra."

Soy Magnus, me dije, tratando de dar respuestas a mi corazón, estaba tratando de convencerme de que entendía mi propia posición.

Mi apodo significaba grandeza, soy un capo de la mafia Newyorkina, la mafia no me absorvió y me convirtió en lo que soy, si no que me engendró dentro de ella, soy mafioso de sangre y estirpe.

Vivo plagado de hombres y mujeres del bajo mundo; todos llenos de ambiciones, de vanidades y excesos, hoy me sentí atraída a un ser impecable, angelical y preciosa, mis ojos la observaron lo suficiente como si se tratara de tenerme hechizado o hipnotizado a ella por su belleza indescriptible y su aura encantadora.

—Señor Magnus, que gusto verlo aquí —dijo Rania.

No podría decir lo mismo, pensé molesto sabía que mi molestia era por que esta mujer creía poder lograr su objetivo conmigo.

Ella está inadvertida, las mujeres no me son un problema, tengo a tantas a mi disposición que parecen como el arroz en mi tazón.

—Magnus, ¿Que hacias alli en ese pasillo solo? Auch, ¿me buscabas? —dicho eso, la atrevida mujer intentó besarme, no es que no fuera buena su atrevida acción, era que a mí me gustaba cazar a mi presa, ¡las mujeres eran mi presa!

Y no todo lo contrario, Rania me poner en la posición de cazador cazado.

Actuando instintivamente la empujé y la aparté de mi, ella me miró algo desconcertada, así que le aclaré.

—No te acerques tanto a mi —mis ojos me delataban mi extraño comportamiento.

—Lo siento —dijo aturdida —Creí que yo te gustaba y mucho —a lo que le respondí.

—Suelo pasar una noche con alguien, pero no por gustarme tanto, me gusta cazar a las que tengo bajo de mi cuerpo.

Al alejarme lo suficiente de la hija del alcalde, le dije a mi hombre de confianza, quien siempre me acompañaba a todos lados.

—Averigua quien es la Chica que bailaba hoy; quiero saber si quien es, como se llama, con quién se acostó en los últimos diez años, de que familia es y a qué se dedica —ordené al señor Mendraco, mi leal y calificado asistente.

—Señor Magnus, ¿Se refiere a la señorita del disfraz de Hada? — ella es ...

—Averigua a mas tardar hoy si es posible quiero saberlo todo de ella —volví a repetir mi petición a mi asistente.

—Si señor —dijo mientras empezara a llamar a sus contactos para empezar a averiguar sobre la joven.

Cuando volví a mi Empresa base, así le llamo yo a mi depósito de produccion u otros afines al negocio, me senté en mi escritorio, quería tratar sobre una carga que venía al día siguiente, debía tratar este negocio con el distribuidor asignado, yo solo quería cerrar con la oferta e irme, estaba justo en eso cuando ella me vino en la mente.

Me reí de recordar su cara bonita, sus facciones suaves, su boca apetecible, ciertamente ella tenía un nuevo admirador y ese era yo.

De pronto alguien tocó en la puerta, volví mis ojos hacia la puerta y dije.

—Mendraco, solo ven si me traes la información que te pedí más temprano.

Una voz suave y sensual sonó detrás de la puerta, era una de las putillas a la que había llamado a mi oficina en unas ocasiones, ella era una mujer voluptuosa y de trasero grande, pero no me sentía conectada a ella, usé su boca en dos ocasiones nada mas, pero hoy ella venia por su cuenta.

Me puse serio al verla bajo el umbral de mi puerta, traía un vestido rojo ceñido, las mujeres son tan obvias.

—¿Que quieres mujer? —dije observando sus movimientos. Ella hizo señas con sus manos llevando su mano a la boca e insinuando su intención haciendo gestos obscenos de mamarme con su boca.

—¡Quiero mamarte la gaver! —enseguida se explicó.

—No tienes que pagarme esta vez, solo quiero hacerlo por placer propio, me dice con cara de gata callejera.

—¿Me dejas? —murmuró.

El problema era que yo pagaba cuando quería sex'o, no me ataba a nadie por placer y sentimientos, nunca me acosté con alguna mujer más de dos veces, por que ya habría sentimentalismos de por medio.

—Si yo deseara algo de ti, hubiera mandado a buscarte —dije mirando las tet'as a la mujer que se le rebotaban.

—Pero, ya ha pasado un mes y no me has buscado —dijo ella.

Ahí estaba el problema al que me refería, ella ya creía que por buscarla dos veces, esperar a que la buscara una tercera vez.

¡Mujeres y sus sentimentalismos, me dije.

—Ven, hazlo entonces —le ordené.

—Pero si te atreves a venir de nuevo. Te enviaré al burdel mas bajo a que te cojan cien hombres en un solo día —advertí para que no se tomara el atrevimiento de venir hasta mi oficina otra vez.

Ella no pareció tomar en serio mis palabras, por que me sonrió y se arrodilló para quitarme la bragueta de mi pantalón, me sacó la gaver y se la llevó a su boca.

Empezó a lamerlo y mirarme, eso realmente odio de las mujeres, no sé que intentaba, y estaba a punto de tener mala fama por culpa de esta mujer, por que la cosa mía no se paraba, o sea, estaba en un estado catatónico, inmerso en acallar, de revelarse con el látigo de la indiferencia.

Ella me seguía frotando, metía y sacaba de su boca y nada, hasta que en mi mente apareció el rostro de aquella mujer. Entonces como por arte de magia, mi amigo despertó de su ensueño dormido.

Me apoyé sobre el escritorio medio sentado, levanté mi cabeza hacia arriba cerrando los ojos, me imaginé que era ella sonriéndome con esos ojos tan hermosos, mientras ocurría el milagro de despertar a mi anaconda.

—Por cierto, soy Bry —susurró casi sobre mi tímpano, yo estaba tan sumido a mí disfrute que había olvidado que alguien me estaba jalando el ganso.

—Soy difícil de olvidar —susurró de nuevo, de inmediato, sin esperar que terminara el acto, la tomé del cuello y empecé asfixiarla ¿Cómo se atrevía?

Por hoy ya eran demasiados atrevimientos, entonces le dije soltándola.

—¡Vete de aquí ahora! Y... espero no vuelvas por aquí por tu propia voluntad, a menos que yo pida de tus servicios.

Ella cayó al suelo jadeando por aire, era tan atrevida que dijo:

—Al menos déjame terminar lo que empecé, mira como te lo he puesto —dijo con una sonrisa pícara, esta mujer definitivamente no tenía miedo.

—¿Crees que es por ti que está así mi verg*?

Te equivocas chiquita embustera —fueron mis palabras, pero todavía hablando claro, algunas personas tienden a confundirse.

Y se confunden por que quieren, pues ella empezó a reírse de manera sutil y lanzándome miradas candentes.

Acomodé mi pija en su lugar y cerré la bragueta de mi pantalón, tomé a la mujer y la arrastré fuera de la puerta, ella estaba asombrada, hasta para llegar a decirme.

—Te vas a arrepentir de despreciar a una mujer como yo. Aquí todos quieren conmígo y sin embargo yo estaba rechazando a todos.

En eso estaba la escena deplorable cuando apareció Mendraco mi asistente mago, miré en sus manos un folder con documentos, sonreí con aparente regocijo, pregunté.

—¿Es lo que te pedí? —asintió que si, así que casualmente dije.

—Lleva a esta put'a al burdel con más pervertidos, que esté allí por dos días, veremos si le sigue encantando hacer lo que hace —ordené sin mas.

La mujer abrió muy grande sus ojos, ella pensó que bromeaba, pero mi mago Mendraco ya había llamado a dos de nuestros hombres que la llevaron de inmediato fuera de mi vista.

Al entrar a mi oficina, mi asistente me siguió, él me dijo asegurando que yo entendiera acerca de la información.

—Ella es... bueno, ella es hija de una familia de alta alcurnia, si la viste ahí participando es por que a la señorita Sara Lehne le gusta ayudar a las instituciones —me explica Mendraco.

—¿Que has dicho, esta mañana sabías quién era ella? —asintió que si.

—¡¿Y tú no me lo dijiste?! —reclamé enojado.

—No me dejaste hablar, has memoria, intentaba decirte, pero dijiste que querías saber todo sobre ella, y yo solo sabia de qué familia era, su nombre y nada más, no sabía nada de ella, si por ejemplo tiene aventura con alguien no lo sabía.

—Esta bien, acepto tu excusa.

—No es excusa, es la verdad Sr. Magnus.

Doy la vuelta y me entierro en mi silla, le hago señas con los ojos de que se vaya, quiero revisar la información sólo.

Al quedarme solo empiezo a fisgonear en los documentos, "la menor de tres hijas de los Lenhers, abogada de profesión, edad 23 años cumplidos en Mayo del año pasado, lo cual quiere decir que ella cumplirá sus 24 años en dos meses.

"Ohh, tiene novio, llevan un año juntos", eso sí que me hizo querer vomitar. Será que ella ya probó el fruto prohibido con ese patán de novio que tiene? Me pregunté con amargura.

Y ... ¿Realmente que importaba ella y su vida? Me dije mordiendo mi labio inferior.

—¡Al carajo todo! —me dije molesto, tiré todos los papeles al bote de basura y me dispuse a querer trabajar.

Sin embargo mi carácter ya estaba agrio como el vinagre.

Entró Mendraco y en menos de un minuto se dió cuenta que había perdido la tranquilidad, supo que estaba enfadado, sus ojos rodaron al cesto de la basura y luego a mí.

No dice nada, pero se queda pensando, sé que es algo respecto a la chica. Me mofo de su actitud y le digo.

—¿Qué?

—¡Nada! —me dice a lo que le respondo con algo de rabia.

—Asi es, no ha pasado nada aquí. —sisié con rabia contenida.

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