Narra Damián.
Sé que yo mismo me podía preparar mi café como siempre lo hago, sólo que quiero que esa… mi “asistente” se cansé de todo esto y decida renunciar por voluntad propia, en verdad que su imagen es un insulto a mis ojos. ¿Qué no le gusta arreglarse, aunque sea un poco?
—¿Cómo te va con la nueva? —Entran Frank y Carlo con cara de idiotas burlándose de mí.
—Eres un desgraciado, Frank. —Digo de pésimo humor.
—Sabes que es la indicada para tu asistente, y hasta te enamores de ella. —Dice entre risas y estallo en su contra.
—Vete al diabl0. —Lo golpeo haciéndolo caer al suelo y Carlo en seguida lo ayuda a levantarse.
—Sabes muy bien que no busco esposa, y menos me casaría con espanto como ese de allá afuera. Por mi fuera la habría rechazado, pero insististe mucho y no sabes cómo me arrepiento de ello. —Y es la verdad.
—Eres un amargado. —Sale de mi oficina junto con Carlo. Me siento en el sofá y halo mi cabello con frustración.
—¡Maldición! —Tocan a la puerta e ignoro de quien se pueda tratar, tampoco digo que entren porque quiero estar solo.
Insisten en tocar, me levanto y camino hacia la puerta, la abro y es el espanto de mi “asistente”.
—¡¿Qué quieres?! —Digo aun molesto y veo que se asusta y se queda como piedra ahí parada.
—Se… sr, tiene una comida con la señorita Amelia Cooper. —Dice con voz temblorosa. La ignoro y salgo de ahí antes de que me desquite con alguien más.
Apenas tiene unas horas y no la soporto.
…
—Cariño. —Se acerca Amelia a mí y me deja un cálido beso en la mejilla.
—Hola, Amelia. —Sigo aun intranquilo por la situación con Frank, se supone que es mi amigo y, sin embargo, parece más mi enemigo.
—¿Qué te pasa? Te veo muy mal. —Amelia es mi mejor amiga desde la universidad, aunque más de Marce que mía, incluso fuimos novios, pero apareció Mariana y me cautivó el corazón.
—Problemas con el trabajo. —Miento, no quiero preocuparla con esas tonterías.
—¿De qué tipo? —Es muy curiosa.
—Mi nueva asistente, ja, si la vieras, te asustarías. —Sólo de recordarlo me recorre un escalofrío por la espalda.
—¿Tan mal está? —Me mira con curiosidad.
—¿Mal? Es poco comparándola con una mujer normal. —Digo con ironía.
—¡Dios! ¿Qué tienes en contra de tu asistente? —Veo que se molesta conmigo.
—No es nada agraciada por decirlo así, he escuchado rumores que sólo un loco la contrataría, y ese loco fue Frank, es inteligente, no lo niego, pero… —Me interrumpe.
—Eso no significa que debas hacerla menos, todos tienen el derecho de trabajar. —¡Vaya que si se molestó!
—Cuando la veas cambiaras de opinión. —Digo y prefiero cambiar de tema.
…
Al menos después del tema de mi asistente, me la pasé muy bien en su compañía. Voy de regreso a la empresa y en cuanto llego, veo a mi asistente con los ojos rojos ¿Habrá llorado? Hasta eso tengo que soportar.
—Srita. Carter, a mi oficina. —reacciona con un ligero brinco y me sigue.
—Dígame. —Su voz se escucha apagada.
—Acaso ¿usted estaba llorando? —No sé por qué le pregunto, no es de mi interés.
—Disculpe si le molesta, prometo que no volverá a suceder. —Se disculpa, evitando mirarme.
—Eso espero, sus problemas personales sepárelos del trabajo. Ahora, quiero que me diga cómo está mi agenda para más tarde. —Digo y ella rápido la abre y busca.
—A las 7 pm tiene una cena con el señor Anderson. —ese idiota.
—Bien. Póngase un poco más presentable, me va a acompañar. —Digo y me mira con sorpresa.
—¡¿Yo?! — es desesperante.
—Si, usted. —La voy a hacer sufrir, no debió aceptar este trabajo. Prefiero a una más guapa e inteligente, sé que ella lo es, pero no lo primero.
Parpadea varias veces, hasta que reacciona.
—Está bien. —Sale de la oficina y voy al bar por un vodka. Sólo pensar que estará en mi auto.
…
El tiempo pasó rápido y voy saliendo de mi oficina, ella ya está esperándome, al menos se peinó, parecía un nido de aves. ¿Qué va a pensar la gente? Que no es una empresa, sino un hospital de salud mental.
—Vamos. —Digo y ella asiente.
Estar a su lado en el ascensor es sofocante.
Estaba por comentarle algo, cando su móvil suena y enseguida lo responde.
—Mi pequeña. ¿Qué pasa? —¡¿Tiene una hija?! Y yo creyendo que era virgen, que nadie se fijaría en ella, al parecer está casada.
—Descuida, pronto estaré ahí. Adiós, amor. —Cuelga y evita mirarme como siempre.
—No sabía que era casada. —¿Por qué me importa?
—No lo estoy. —Dice y no sé por que me siento aliviado.
—Pensé, como tiene una hija. —sigue sin ser de mi incumbencia.
—Así es. Pero soy madre soltera. —Dice aun sin mirarme.
…
Durante todo el camino al restaurante, nadie dijo una palabra más, lo cual agradezco y mucho.
Entramos al lugar y Anderson ya estaba esperándonos.
—Pero que bella dama te acompaña. —Es broma ¿verdad? O está ciego o sólo lo dice para no hacerla sentir mal. Toma su mano y deposita un beso en ella, la miro y se ve incómoda.
—¿Cómo se llama, linda dama? —Dice y la mira con ¿Interés?
—Dalia, sr. Anderson. —Dice y quita su mano con discreción.
—Dime, Robert. — es un descarado.
—Tomemos asiento, venimos por negocios y no a que cortejes a mi asistente. —Digo con evidente enojo.
Cuando estábamos hablando sobre un proyecto en la bahía, notaba que de vez en cuando la miraba y le sonreía, y eso me molestaba, y mucho.
¿Por qué te molestas? Si lo que quieres es que se vaya de la empresa a como dé lugar.
—Bueno, entonces no hay problemas. —Dice y firma el contrato y hago lo mismo.
—Nos retiramos. —Digo y él toma de la mano a la srita. Carter.
—No creo que ella quiera irse. —Dice y ella se pone nerviosa.
—Lo siento, mi hija me está esperando. — Veo que se sorprende, pero sonríe nuevamente.
—Entiendo. Si cambia de opinión, le dejo mi número. —Le da una tarjeta y ella la toma de su mano.
Acaso ¿está interesado en ella? ¡¿En serio?!
—La llevo a su casa. —¿Por qué debo ser cortes con ella?
—Descuide, no es necesario, tomaré un taxi. —pasa por mi lado sin mirarme.
—Es tarde, y no puede andar sola. —Digo y me ignora, así que tomo tu mano y la atraigo cerca de mí ¿Qué me pasa? No la quiero ni cerca de mí.
—No. — Está muy nerviosa. Se suelta y sale corriendo y antes de que la alcance, aborda el taxi.
Miro mi reloj y falta una hora y media para el espectáculo de Isis, mi diosa. Nunca me lo pierdo y hoy… no será la excepción.
Narra Dalia.¡Dios! Yo tratando se huir de esos dos idiotas y por su culpa casi llego tarde a mi otro trabajo, apenas y llegué a tiempo, mis compañeras me ayudaron a vestirme y maquillarme como lo que represento, una diosa egipcia. Les doy las gracias y salgo al escenario, y como es de todos los días, ahí está él, Damián en primera fila, antes no me provocaba nada que me mirara, pero después de que lo tuve de cerca la otra noche, confundiéndome con quien pudiera ser con mi hermana, ahora me pone nerviosa, trato de ignorarlo y hago mi baile.…Como siempre, todos me felicitan y me regalan ramos de rosas rojas, sólo que hoy veo en uno de esos ramos una tarjeta, la tomo y la leo.“Para la Diosa más hermosa que ha cautivado mi corazón.Damián McCarthy”¡No puede ser! ¡¿Es en serio?! ¿Por qué haría algo como esto? No quiero que se acerque a mí, ya tuve suficiente de eso hace unas horas cuando insistía en llevarme a casa. Sumándole que como jefe es muy frio y arrogante, pero de noche y fuer
Narra Damián.—Como odio la impuntualidad y aquí todos lo saben. —Digo de mal humor.—Calma, hombre o te acabarás el hígado de tantos corajes. Además, ella no sabe las reglas de aquí, es nueva, te lo recuerdo, pero seguramente lo entenderá para la próxima. —Dice el idiota de Frank muy relajado.—No habrá otra, porque después de hoy, la voy a despedir. —Es mi ultima palabra.—¡¿Qué?! ¡No puedes hacer eso! Ella tiene una hija, es madre soltera. —¡Genial! Ahora todos se ponen de su lado.—Es una irresponsable. —Lo miro con rabia.—Como te dije, ella es nueva en esto. O ¿es por lo fea que es y por eso la quieres despedir? —Le dio en el blanco.—Eso es lo de menos. —Sólo que no le daré el gusto de darle la razón.—Contigo es imposible hablar. Espero que después no te arrepientas. —Sale molesto de mi oficina.Tomo el teléfono y le pido a la srita. Carter que se presente a mi oficina.Tres minutos después entra y tiene los ojos rojos.—Tenga, tiene que archivar estos documentos. —Se acerca y
Narra Dalia.Definitivamente, mi jefe es un idiota, por su culpa perdí un buen ingreso anoche por faltar al club, lo bueno que tenia un guardadito, Mi jefa no estaba muy contenta, pero al explicarle mi situación y de quien se trataba la razón del por qué había faltado, ella cambió su estado de animo y me la “perdonó” pensaba dejar esa vida una vez que tuviera este trabajo, pero como van las cosas, dudo que pueda hacerlo, ya que ayer, ese amargado, le dijo al sr. Lennox, que me despediría por impuntual, lo que hizo que llorara aun mas de lo que estaba haciendo, y en caso de ser así, lo mejor es presentar mi renuncia.Sé que le debe causar repulsión mi apariencia y la verdad no me importa, sin embargo, me tomé la libertad de preparar mi renuncia en caso de que se atreva a despedirme.—Como lo odio. —Digo entre dientes.—¿Qué dijo? —La voz del sr. Lennox me hizo saltar de mi asiento con preocupación.—Yo… no he dicho nada. —¡Yo y mi boca!—No te preocupes, no le diré nada a tu jefe. —Son
Narra Damián¿Cómo se le había ocurrido a mi asistente querer llevar a su hija con nosotros a un viaje de negocios? Ni que fueran vacaciones familiares. Así que le pedí el favor a mi hermana de que la cuidara y ella encantada de hacerlo, siempre le han gustado los niñ*s, sé que ella será una excelente madre en su momento.Me encontraba en el jet privado viajando y de vez en cuando miraba a mi asistente, ella se encuentra durmiendo, ya que la señorita le teme a las alturas y se marea con un poco de facilidad, así que, le dieron una pastillita para que pudiera dormir.—¡Dios! Que le puedo hacer, es necesario su presencia en este viaje.Y yo que estaba pensando seriamente en unas vacaciones con mi hijo. Se lo merece. Sin embargo, se presentó este viaje de ultimo momento con el matrimonio Harrison.…—Señorita, ya llegamos. —Le dice la azafata a Carter.Ella con mucho trabajo comienza a despertar.—¿Qué? ¿Dónde estamos? —Está algo desorientada, así que soy yo quien la ayuda.—Estamos en B
Narra DaliaJames nos llevó a uno de los mejores clubs que hay en la ciudad, y no sólo eso, sino es más exclusivo y lujoso. La verdad quería desestresarme, sé que venimos por trabajo, sin embargo, con el mal humor que tiene mi jefe… uf, ¿A quién no lo estresaría?—Ten, deber tener sed. —Dice James cerca de mi oído, ya que la música está muy fuerte.—Si… muchas gracias. —Le acepto la bebida y me la tomo de un trago. Miro a mi jefe quien está solo en la barra, no quiso estar con nosotros. Amargado.—Ven, te invito a bailar. —¡Dios, no! Digo se bailar, pero… es la primera vez que alguien me invita, a pesar de la apariencia que tengo.—Yo, no… —Siento como me levanta sin lastimarme y vamos a la pista. Es tan guapo. ¿Qué cosas pienso?—Tienes unos hermosos ojos, Dalia. —Sus palabras me hacen sonrojar, o quizás sea el efecto de la bebida.—Yo… debo ir al tocador. —Digo y salgo casi corriendo de ahí. No puedo hacer eso… además me siento muy mareada y siento que no he bebido mucho.Entro al t
Narra DaliaNo, no y no… No puedo tener esos pensamientos y menos con semejante dios griego frente a mí, tengo una hija a quien debo ver por mi cuenta, después de que mi exesposo me dejara después de saber que estaba embarazada. Nunca se lo perdoné, sin embargo, en parte le agradezco por tan bello regalo, mi hija. —Bueno, nosotros nos retiramos, aun tengo cosas que hacer. —Dice Erick, quien no deja de sonreír.—Perfecto. Nosotros debemos descansar porque mañana viajamos de regreso. —¿Tan pronto?—Fue un gusto haber hecho negocios. —Dice el padre de ese dios griego.—Cielo, no olvides llamarme, pronto estaré por New York. —Abraza a mi jefe y le planta un beso en la mejilla, y no sé por qué, pero hizo que me molestara.—Yo me adelanto al hotel. Permiso. —Salgo de ahí sin esperar respuesta alguna.Me sentí muy incomoda con la presencia de esa mujer y mas que no dejaba de posar su mano en la pierna de el idiota ese.—¿Estás bien? —¿Qué? ¿Erick me alcanzó?—¿Disculpa? —Me extraña su preo
Narra Dalia No podía creer lo que ese idiota me había dicho, ¿Qué jamás tendría intimidad conmigo? ¡¿En serio? ¿Me cara de p**a, o qué? Eso jamás de lo perdonaré. Llego al hotel y al salir del ascensor, me encuentro con el otro idiota de mi jefe. Pregunta si ocurre algo, lo cual no le doy mucha importancia. Prefiero estar encerrada en mi cuarto por el resto del día. Me voy a dar una ducha para poder relajarme, realmente lo necesito. Al salir, veo una llamada perdida de Megan, lo cual me extraña, así que le devuelvo la llamada. —Hola, Dalia. ¿Cómo estás? —Dice con alegría. —Bien gracias. ¿Y tú? —Digo un poco cansada. —Bien, extrañándote, además, Becky dice extrañarte también. —Megan es la única amiga fuera del club que sabe a lo que me dedico, a parte de Becky, quien fue la que me convenció en trabajar ahí cuando más lo necesité. Son las únicas que me han visto sin esta apariencia que normalmente tengo de día. —Yo también las extraño. Pero ya mañana nos estaremos viendo por al
Narra DaliaAun estaba teniendo s**o con Damián y uno que nunca me había imaginado del como se sentiría, ya que con el padre era sólo como si cumpliera su papel de esposo, en cambio con mi jefe, me lleva al cielo, sólo que no duró por mucho tiempo, ya que los toques a la puerta hacen que nos detengamos, tomo una bata y me la pongo, mientras que él sólo se cubre con una sábana.—Isis, ya es tarde y … —Le hago señas para que no hable de más, indicándole que no estoy sola. Me mira con sorpresa y después sonríe con picardía.—Gracias. —Le sonrío con nerviosismo.Cierro la puerta y lo veo ahí aun recostado sonriendo y yo sólo bufo.—Es mejor que te vayas, es tarde y de seguro tienes trabajo. —Digo sin mirarlo mientras me voy vistiendo.—Puedo llegar tarde. —Pero que arrogante. ¿Y a mi si me regaña por 5 minutos que llego tarde? No es justo.—¿Es el ejemplo que le pones a tus empleados? —Lo miro mientras me cruzo de brazos. Él sólo se ríe y me molesto aún más. Se levanta del sofá aun desnud