Narra Dalia.
Definitivamente, mi jefe es un idiota, por su culpa perdí un buen ingreso anoche por faltar al club, lo bueno que tenia un guardadito, Mi jefa no estaba muy contenta, pero al explicarle mi situación y de quien se trataba la razón del por qué había faltado, ella cambió su estado de animo y me la “perdonó” pensaba dejar esa vida una vez que tuviera este trabajo, pero como van las cosas, dudo que pueda hacerlo, ya que ayer, ese amargado, le dijo al sr. Lennox, que me despediría por impuntual, lo que hizo que llorara aun mas de lo que estaba haciendo, y en caso de ser así, lo mejor es presentar mi renuncia.
Sé que le debe causar repulsión mi apariencia y la verdad no me importa, sin embargo, me tomé la libertad de preparar mi renuncia en caso de que se atreva a despedirme.
—Como lo odio. —Digo entre dientes.
—¿Qué dijo? —La voz del sr. Lennox me hizo saltar de mi asiento con preocupación.
—Yo… no he dicho nada. —¡Yo y mi boca!
—No te preocupes, no le diré nada a tu jefe. —Sonríe y me guiña un ojo. ¡Es muy guapo! De seguro tiene a muchas mujeres a sus pies.
—Es usted muy amable. —Digo apenada.
—Descuida. —Se despide y se va a su oficina.
¡Que horror! Debo tener mas cuidado de lo que digo y mas si lo hago en voz alta.
—¿Qué ocurre? —Dice Melina, la asistente de ese bombón. ¡Dios! ¿En qué estoy pensando?
—Nada importante. —Digo sonriendo con nerviosismo y ella entre cierra los ojos.
—No te creo. Pero está bien sino me quieres contar. —Vaya que es dramática.
—Bien. —Digo resignada. Y se sienta frente a mí para prestarme atención.
—Estoy de mal humor por el comportamiento de mi jefe hacía conmigo, así que hace un momento dije que como lo odio y tu jefe me escuchó y por eso estaba muy apenada. —Digo y ella me mira sorprendida.
—Ya veo. ¿Qué piensas hacer? —Creo que ni yo sé la respuesta.
—¿Debería renunciar? —La miro y veo que no me presta atención
—Srita. Harrison ¿No tiene trabajo? —¡Tierra trágame por favor!
Melina no dice nada y mejor se va a su lugar sin mirarme más.
—Y usted, venga a mi oficina. —Creo que llegó mi fin en este trabajo.
—Dígame. —No les voy a negar que estoy muy nerviosa, presiento que voy a ser despedida. Bueno, al menos me queda el club.
—Quiero que empaque sus cosas, pasaré por usted a las 6 pm. —¿Qué dijo? Lo miro sin entender.
—¿Disculpe? —¿No me va a despedir?
—Viajaremos a Londres. —¡Esto no puede estar pasándome!
Esperen… no puedo viajar, y no sólo por mi hija, sino también por mi trabajo en el “Egyp” ya mi jefa me la perdonó una vez. Seguro ella me corre de ahí.
—Sr. McCarthy, no puedo… —Me interrumpe.
—No le estoy preguntando, es su deber como mi asistente, acompañarme. —Me dice con frialdad.
Si le llevo la contraria es capaz de que me despide y no me puedo dar el lujo de perder este empleo.
—Está bien. —Debo hablar con Megan, espero que me pueda apoyar con mi hija.
¡¿Yo?! ¿de viaje con mi jefe?
…
—No puedo. Lo siento. —No puede ser.
—¿Por qué? — Estoy muy angustiada. Y justamente cuando mi jefa del club me dio la oportunidad de faltar, sólo porque soy asistente de uno de sus clientes mas frecuentes.
—Bien, no tengo más opción para que cuiden de mi pequeña. — Sólo espero que mi jefe no se moleste.
Le envié un e-mail a su profesora que no tenia con quien dejar a mi hija para llevarla a sus clases, ella lo entendió y que me enviaría la tarea para que no se atrase en clases.
…
Estaba terminando mi maleta, cuando el timbre suena, debe ser él.
—¡Yo abro! —Se va a quedar en shock cuando lo mire. Tomo mis cosas y de las de mi hija y bajo las escaleras.
Y bien lo dije, mi amiga está petrificada en su lugar sin dejar de mirarlo.
—Buenas noches, Sr. McCarthy. —Lo saludo con cortesía. Como si lo mereciera.
—Buenas noches, srita. Carter. —Saluda con seriedad.
—Bueno, yo me voy. Fue un gusto. —Dice Megan sin dejar de coquetear con mi jefe. No cambia.
—Un placer. —Este hombre parece un tempano de hielo.
—¿Nos vamos? —Dice y yo asiento. Tomos las cosas y a mi hija.
—Espere… ¿Qué cree que hace? —Me mira sin entender.
—No puede llevar a su hija, no es un paseo, es trabajo. —Está muy molesto.
—Disculpe, sr. McCarthy, pero no tengo con quien dejarla. Mi amiga tiene otros compromisos. —Niega con la cabeza.
—Podemos dejarla con mi hermana, ella cuidará de su hija. —¿Escuché bien? Lo veo y no lo creo.
—¿En… en verdad? —Estoy muy sorprendida.
—Si. Y ya salgamos de aquí o se hará tarde. — Él me ayudó con las maletas, mientras que yo cargaba a mi pequeña.
…
La casa de mi jefe es enorme…
Bajamos del carro y su hermana espera por nosotros, y se encontraba cargando a un bebé, muy hermoso, por cierto, durante el camino le había llamado para pedirle ese favor de cuidar a mi hija, lo cual ella no se negó en lo mas mínimo.
—Hola, pequeña. —La saluda con una sonrisa y mi hija es un poco tímida con los extraños.
—Es un poco tímida. —Digo algo apenada.
—Entiendo, no me conoce. —Es muy linda, lo contrario al ogro de su hermano.
Me disculpé con ella por ayudarme a cuidar a mi hija, lo cual ella me dijo que no había ningún problema.
Nos despedimos y salimos con rumbo al aeropuerto. Es curioso, porque pensaba en cosas como esta de viajar junto a él, y que, sin embargo, lo vi nulo, que jamás pasaría. Y yo pensando en renunciar, tal vez me paguen estas horas extra.
Narra Damián¿Cómo se le había ocurrido a mi asistente querer llevar a su hija con nosotros a un viaje de negocios? Ni que fueran vacaciones familiares. Así que le pedí el favor a mi hermana de que la cuidara y ella encantada de hacerlo, siempre le han gustado los niñ*s, sé que ella será una excelente madre en su momento.Me encontraba en el jet privado viajando y de vez en cuando miraba a mi asistente, ella se encuentra durmiendo, ya que la señorita le teme a las alturas y se marea con un poco de facilidad, así que, le dieron una pastillita para que pudiera dormir.—¡Dios! Que le puedo hacer, es necesario su presencia en este viaje.Y yo que estaba pensando seriamente en unas vacaciones con mi hijo. Se lo merece. Sin embargo, se presentó este viaje de ultimo momento con el matrimonio Harrison.…—Señorita, ya llegamos. —Le dice la azafata a Carter.Ella con mucho trabajo comienza a despertar.—¿Qué? ¿Dónde estamos? —Está algo desorientada, así que soy yo quien la ayuda.—Estamos en B
Narra DaliaJames nos llevó a uno de los mejores clubs que hay en la ciudad, y no sólo eso, sino es más exclusivo y lujoso. La verdad quería desestresarme, sé que venimos por trabajo, sin embargo, con el mal humor que tiene mi jefe… uf, ¿A quién no lo estresaría?—Ten, deber tener sed. —Dice James cerca de mi oído, ya que la música está muy fuerte.—Si… muchas gracias. —Le acepto la bebida y me la tomo de un trago. Miro a mi jefe quien está solo en la barra, no quiso estar con nosotros. Amargado.—Ven, te invito a bailar. —¡Dios, no! Digo se bailar, pero… es la primera vez que alguien me invita, a pesar de la apariencia que tengo.—Yo, no… —Siento como me levanta sin lastimarme y vamos a la pista. Es tan guapo. ¿Qué cosas pienso?—Tienes unos hermosos ojos, Dalia. —Sus palabras me hacen sonrojar, o quizás sea el efecto de la bebida.—Yo… debo ir al tocador. —Digo y salgo casi corriendo de ahí. No puedo hacer eso… además me siento muy mareada y siento que no he bebido mucho.Entro al t
Narra DaliaNo, no y no… No puedo tener esos pensamientos y menos con semejante dios griego frente a mí, tengo una hija a quien debo ver por mi cuenta, después de que mi exesposo me dejara después de saber que estaba embarazada. Nunca se lo perdoné, sin embargo, en parte le agradezco por tan bello regalo, mi hija. —Bueno, nosotros nos retiramos, aun tengo cosas que hacer. —Dice Erick, quien no deja de sonreír.—Perfecto. Nosotros debemos descansar porque mañana viajamos de regreso. —¿Tan pronto?—Fue un gusto haber hecho negocios. —Dice el padre de ese dios griego.—Cielo, no olvides llamarme, pronto estaré por New York. —Abraza a mi jefe y le planta un beso en la mejilla, y no sé por qué, pero hizo que me molestara.—Yo me adelanto al hotel. Permiso. —Salgo de ahí sin esperar respuesta alguna.Me sentí muy incomoda con la presencia de esa mujer y mas que no dejaba de posar su mano en la pierna de el idiota ese.—¿Estás bien? —¿Qué? ¿Erick me alcanzó?—¿Disculpa? —Me extraña su preo
Narra Dalia No podía creer lo que ese idiota me había dicho, ¿Qué jamás tendría intimidad conmigo? ¡¿En serio? ¿Me cara de p**a, o qué? Eso jamás de lo perdonaré. Llego al hotel y al salir del ascensor, me encuentro con el otro idiota de mi jefe. Pregunta si ocurre algo, lo cual no le doy mucha importancia. Prefiero estar encerrada en mi cuarto por el resto del día. Me voy a dar una ducha para poder relajarme, realmente lo necesito. Al salir, veo una llamada perdida de Megan, lo cual me extraña, así que le devuelvo la llamada. —Hola, Dalia. ¿Cómo estás? —Dice con alegría. —Bien gracias. ¿Y tú? —Digo un poco cansada. —Bien, extrañándote, además, Becky dice extrañarte también. —Megan es la única amiga fuera del club que sabe a lo que me dedico, a parte de Becky, quien fue la que me convenció en trabajar ahí cuando más lo necesité. Son las únicas que me han visto sin esta apariencia que normalmente tengo de día. —Yo también las extraño. Pero ya mañana nos estaremos viendo por al
Narra DaliaAun estaba teniendo s**o con Damián y uno que nunca me había imaginado del como se sentiría, ya que con el padre era sólo como si cumpliera su papel de esposo, en cambio con mi jefe, me lleva al cielo, sólo que no duró por mucho tiempo, ya que los toques a la puerta hacen que nos detengamos, tomo una bata y me la pongo, mientras que él sólo se cubre con una sábana.—Isis, ya es tarde y … —Le hago señas para que no hable de más, indicándole que no estoy sola. Me mira con sorpresa y después sonríe con picardía.—Gracias. —Le sonrío con nerviosismo.Cierro la puerta y lo veo ahí aun recostado sonriendo y yo sólo bufo.—Es mejor que te vayas, es tarde y de seguro tienes trabajo. —Digo sin mirarlo mientras me voy vistiendo.—Puedo llegar tarde. —Pero que arrogante. ¿Y a mi si me regaña por 5 minutos que llego tarde? No es justo.—¿Es el ejemplo que le pones a tus empleados? —Lo miro mientras me cruzo de brazos. Él sólo se ríe y me molesto aún más. Se levanta del sofá aun desnud
Narra DamiánEs fin de semana y sé que le había prometido a mi hermana pasar mas tiempo con mi hijo, me vine el club, necesitaba acercarme a Isis, quiero averiguar si se trata de mi esposa y que no haya fallecido en ese accidente, y que, si no me ha reconocido porque pudo perder la memoria, pero si me presento ante ella, me recuerde o que todo esto es sólo producto de mi imaginación.—Lo de siempre. —Le digo al barman y asiente.Estoy esperando a que ella salga y me deleite con esos bailes tan s*******s así signifique que mi amigo despierte.Mi corazón late como loco a punto de salirse de mi pecho e ir hasta donde se encuentra mi diosa, jamás había sentido algo como esto, no después de mi Mariana.Bebo 3 vasos mas de vodka y al fin anuncian su aparición. La veo y tal como lo dije, el bulto debajo de mis pantalones se hace presente y agradezco que no hay mucha luz para que nadie lo note.La veo bailando y por un momento nuestras miradas se encuentran haciéndome sentir una corriente elé
El día pasó muy lento y estoy muy agotada, me gustaría ir a mi casa a descansa, sin embargo, tengo que ir al club. Me gustaría renunciar, pero… apenas comencé en este otro trabajo y aun tengo muchas deudas, unas que ese imbécil me dejó al irse de la casa. Lo importante es salir adelante y todo sea por mi hija.—Srta. Carter ¿La puedo llevar a su casa? —La voz de sr. Lennox me sorprende sacándome de mis pensamientos.—Yo tomaré un taxi. —Digo un poco apenada. Y no lo puedo permitir, debo ir directo al club.—No tengo ningún inconveniente. —Este hombre es muy insistente.—Ella te dijo que no. Ya déjala en paz. —Mi jefe aparece detrás de nosotros y agradezco por ello, así puedo huir una vez mas de ellos y así irme sin inconvenientes.…—¡No puedo creerlo! —Dice Megan casi gritando y tapo su poca con mis manos para callarla.—¿Puedes dejar de gritar? No quiero que nadie nos escuche. —Asiente y quito mis manos.—¿Qué tal es…? Ya sabes. —¡Dios!—Bueno… —¿Qué estoy haciendo?—Déjalo así. Me
Narra Dalia¿Qué hace aquí? En verdad pensé que no lo volvería a ver.Siento su mirada encima de mí y eso comienza a incomodarme. Como me gustaría que esto ya termine.—Estoy de acuerdo con las cláusulas. —Dice muy sonriente. Idiota.—Perfecto. —Por lo que pude entender, sus padres le terminaron cediendo sus acciones en la empresa, no sólo era un proyecto para el dichoso hotel. ¡qué horror! Nunca me había imaginado que los Harrison tenían el 15% de acciones y que ahora son de ese.—Bueno, nos retiramos. —Dice Damián y esa bruja no deja de coquetearle, sin embargo, él no le ha hecho caso en lo más mínimo.—Ya lo alcanzo. —Le digo y él asiente. Necesito refrescarme, siento que he sudado de los nervios que me provoca Erick Harrison, y no son de dese*o, sino todo lo contrario.Salgo y para mi mala suerte, aún sigue aquí.—¿Por qué me has ignorado durante la cena? —Tiene que ser una broma.—No sé de qué está hablando. —Me hago la desentendida.—¿Sigues molestas por…? —Lo interrumpo.—Mire,