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Capítulo 5 ¿Enfermó?

Narra Damián.

—Como odio la impuntualidad y aquí todos lo saben. —Digo de mal humor.

—Calma, hombre o te acabarás el hígado de tantos corajes. Además, ella no sabe las reglas de aquí, es nueva, te lo recuerdo, pero seguramente lo entenderá para la próxima. —Dice el idiota de Frank muy relajado.

—No habrá otra, porque después de hoy, la voy a despedir. —Es mi ultima palabra.

—¡¿Qué?! ¡No puedes hacer eso! Ella tiene una hija, es madre soltera. —¡Genial! Ahora todos se ponen de su lado.

—Es una irresponsable. —Lo miro con rabia.

—Como te dije, ella es nueva en esto. O ¿es por lo fea que es y por eso la quieres despedir? —Le dio en el blanco.

—Eso es lo de menos. —Sólo que no le daré el gusto de darle la razón.

—Contigo es imposible hablar. Espero que después no te arrepientas. —Sale molesto de mi oficina.

Tomo el teléfono y le pido a la srita. Carter que se presente a mi oficina.

Tres minutos después entra y tiene los ojos rojos.

—Tenga, tiene que archivar estos documentos. —Se acerca y los toma, la miro y la veo temblar ligeramente.

—Y no se va a ir, hasta que haya terminado. —Digo y ella asiente. No dice nada y sale de la oficina.

¿Me estaré pasando de desgraciado con ella? No lo creo, sólo quiero que haya entendido que debe ser puntual.

Ya es hora de salir y ya dese0 ver a mi diosa, Isis, ya que ayer no pude verla, me dijeron que ya se había ido, espero que no la haya ofendido con mis rosas y esa nota que le dejé.

Salgo y veo a la srita. Carter concentrada en su trabajo, paso de largo sin dirigirle la palabra, aun estoy molesto por su impuntualidad. —O mas bien te molestó el hecho de que se fuera a comer con tu amigo. — Ignoro a mi conciencia, nada que ver. Jamás me fijaría en ella.

Llego a casa y subo a ver a ver a mi hijo, casi no lo he visto por mi trabajo y por ir a ese lugar, me gustaría no hacerlo, sin embargo, esa mujer me atrae desde que la conocí. Además, de que siento que tiene un parecido increíble con mi Mariana, tal vez esa sea la razón del por que me atrae.

—Mi pequeñito. —Lo miro en su cuna, ya se encuentra durmiendo.

—Estuvo preguntando por ti. —Dice mi hermana mientras entra a la habitación.

—Como me gustaría tener mas tiempo para él, sin embargo, el trabajo me absorbe mucho. —Digo sin dejarlo de mirar.

—Sumándole que todas las noches sales quien sabe a donde con tus amigos, son mala influencia para ti. —Y aquí vienen sus reclamos.

—Tienes razón. —Y es verdad, sólo que soy necio.

—Te prometo delante de mi hijo que sólo saldré de vez en cuando y estar mas tiempo con ustedes. —Está vez la miro, ella duda por un momento y termina asintiendo.

Me voy a mi habitación, y me doy una ducha rápido, pensando en aquella mujer.

Me visto y salgo rumbo al club, donde ya estoy ansioso por verla.

—Buenas noches, Caballeros, les traemos malas noticias, nuestra Diosa Isis, no podrá presentarse esta noche por cuestiones de salud. —Dice la presentadora y todos abuchean.

¿Enfermó? ¡Genial! Lo que faltaba.

Cierro los ojos y no sé por qué me viene a la mente la srita. Carter.

—¡Rayos! Es verdad, la dejé sola en la empresa.

Salgo y le llamo, sólo que no responde. Y recuerdo que no tengo su numero personal. ¿Qué hago? Ya sé.

Llamo al guardia de seguridad.

—¿Diga? —Responde Mateo.

—Mateo, buenas noches. Quería pedirte un favor. —Digo un poco preocupado.

—Dígame. —Espera por mi respuesta.

—Necesito saber si la srita. Carter sigue en la empresa. —Creo que si me pasé.

—Ella tiene 5 minutos que salió. — dice y me siento un poco aliviado.

—Muchas gracias. —Digo con más tranquilidad.

—No tiene que agradecer. Excelente noche. —Nos despedimos y cuelgo.

Subo a mi auto y mejor ir a casa con mi pequeño. Mi hermana tiene razón, lo he abandonado mucho, pero lo bueno que la tengo a ella para que me ayude a cuidarlo.

A la mañana siguiente…

Una vez que salgo de bañarme, bajo a desayunar y ya están Marcela y mi hijo, al verme extiende sus bracitos, lo cargo y le doy un beso en su frente.

—Papi. —Lo miro y sonríe. Y pensar que está por cumplir su año.

—Mi pequeño. —A veces no me siento capaz de cuidarlo yo sólo.

Como te extraño mi cielo, nos haces tanta falta.

Me despido de ellos y me voy camino a la empresa.

Llego y no veo a mi asistente.

—Y quieren que le dé una oportunidad.

Estaba por entrar a mi oficina cuando la veo con mi asistente con mi café, la miro y se ve muy ojerosa y con los ojos hinchados. De verla así me hace sentir mal.

—Pase. —Abro la puerta para que pueda entrar. La veo dejar la taza sobre mi escritorio.

—¿Quiere unas galletas para acompañar su café? —Dice sin mirarme.

—Si, por favor. —¿Desde cuando soy tan amable? Y mas con ella.

Pasa por mi lado nuevamente y no dejo de mirarla. Quien me viera va a pensar que me siento atraída por ella y no es así.

—Es una pena que la Diosa Isis no se presentara anoche. —Dice Frank con decepción en su voz.

—Mejor, así Cindy tuvo mas oportunidad de brillar. —Como se pelean por unas mujeres que ni conocen.

—Ya déjense de tonterías y pónganse a trabajar. —Espeto con mal humor.

—Por cierto ¿Ya no vas a despedir a la fea de allá afuera? —Este si que me quiere volver loco.

—Ya vete a trabajar. —Digo y el se va resignado.

Una vez que se van, cubro mi rostro con ambas manos. Uno por mas que quiera tener tranquilidad, sólo parece lo contrario, nunca faltan las personas que molestan.

Lo mejor es tomarme unas vacaciones, lo merezco, sólo con mi hijo y nadie más.

Así que por ahora me concentro en el trabajo y nada más.

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