#15:
Cuando llegó el lunes, Aiko comprobó que le era imposible caminar.

Apoyar su tobillo inflamado le dolía horriblemente, así que llamó a su supervisor y obtuvo un permiso para trabajar desde casa.

Se encerró en su habitación con su nuevo Mac porque no podía subir las escaleras hasta su oficina.

Siendo completamente honesta, extrañaba los días en los que estaba obsesionada con el trabajo y nada más, y se sentía culpable por pensar que Hiroshi y lo que sentía por él era una distracción.

Hiro, por su lado, estaba distraído.

Su hermano lo había reprendido ya un par de veces por no estar cien por ciento alerta durante las negociaciones con los árabes. Él no lograba concentrarse, queriendo estar junto a su muñequita todo el jodido día y sientiendose frustrado por no saber nada de ella durante horas.

Incluso checaba continuamente su teléfono, para comprobar si lo habían llamado alguna de las empleadas de la casa, porque por alguna razón Aiko nunca lo hacía.

Tendría que apresurar sus plan
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