#13:
Cuando regresó a la casa, específicamente a su habitación, pensó en checar algunos e-mail pendientes en su viejo y destartalado portátil, el que estaba justo donde lo había dejado, pero junto a este había un Mac. Un reluciente y precioso Mac, nuevo y con un gran lazo rojo pegado encima.

—Oh, Dios mío.— Susurró, acariciándolo con los dedos.

— ¿Te gusta?

Escuchó que él preguntaba.

Se giró y vio a Hiro a un metro de ella, sopesando la expresión de su rostro, intentando adivinar lo que estaba pasando por su cabeza.—¿ Por qué...?

—¿Te gusta?— insistió él.

Aiko resopló, se volvió a dar la vuelta para admirar aquella belleza que dominaba su escritorio, y volvió a girarse hacia él. —¿Es una broma?

—Para nada.

— Hiro… es… no puedo aceptarlo—le dijo con una suspiro, pero suplicándole con la mirada.

—Claro que puedes aceptarlo. Es un regalo, uno que necesitas y que puedo hacerte.

Ella abrió la boca para hablar y la volvió a cerrar. —No es justo— lo amonestó, y se recogió el cabello detr
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