Años y años esperando este momento y al fin otra página dolorosa acababa de ser finalizada. Peter me miró interrogante y solo asentí con la cabeza, él ya sabía que es lo que tenía que hacer. Luego, mi guardia de seguridad, me llamó unos momentos mientras los policías esposaban a Eleazar, explicándome como habían ocurridos los hechos. Una vez que terminamos de hablar, bajé las escaleras y me sorprendí al ver a Nereida acompañada por dos hombres. —Perdóname Emerson… espero que algún día puedas hacerlo —murmuró y rápidamente los hombres se llevaron dentro de uno de los patrulleros que estaban estacionados en la acera. No podría creer la bajeza que tenia esta familia. Era inaudito todo lo que habían hecho por tan solo conseguir dinero. Unos brazos rodearon mi cintura haciendo que la calma tardara pocos segundos en aparecer. Su aroma era inconfundible para mí, siempre oliendo exquisitamente a fresas. La estreché fuertemente a mi cuerpo sin decir una sola palabra. Esto era lo que necesi
NARRA BERENICEFui de a poco volviendo hacia la realidad desde el maravilloso mundo de los sueños. Sentía una placentera caricia a lo largo de mi columna vertebral que lograba que un estremecimiento recorriera todo mi cuerpo. Esas caricias, comenzaron a convertirse en pequeños besos a lo largo de mi espalda. Escondí mi sonrisa tratando de mantener la postura de “dormida”.Los suaves besos de mi novio comenzaron a presionar la sensible piel de mi cuello, lo que hizo que la piel se me pusiera de gallina—. Sé que estas despierta, pequeña mentirosa —comentó con voz pesada y podría jurar que una socarrona sonrisa se instalaba en sus labios.Escondí mi cabeza entre las almohadas y me permití disfrutar de las hermosas caricias mañaneras. Hacía bastante tiempo que no disfrutábamos entre nosotros esta hermosa sensación de tranquilidad.—No estoy despierta —respondí con la voz ronca.—¡No puedo creerlo, estoy manteniendo una conversación con tu consciencia! —bromeó colocándose arriba de mí, per
—Un placer —respondí estrechando su mano con una sonrisa, la cual ella devolvió. —Llamaré a John —avisó y cerró la puerta. La entendía, yo tampoco dejaría entrar a extraños a mi casa al primer momento. Sentí el brazo de Emerson alrededor de mi cintura y dejé caer mi cuerpo hacia su costado—. ¿Cómo supiste donde vivía? —Peter —fue su repuesta besándome la frente. Debía suponerlo, Peter se había convertido en una valiosa pieza para descubrir todo lo sucedido. No alcanzarían las palabras para agradecérselo. La puerta volvió a abrirse y la figura de un muchacho se dejó ver. Era un poco más alto que yo, y todavía su rostro mostraba rasgos infantiles. Tenía sus ojos marrones muy grandes y nos miraba con cierto temor. —Hola John —saludó Emerson en tono amigable. —Ho… hola, señor Harker —respondió en un hilo de voz, luego me miró curioso. —Buenos días, John. Soy Berenice —me acerqué hasta él y le di un beso en la mejilla, se sonrojó un poco. —No le hará daño a mi familia, ¿verdad? ¡U
NARRA EMERSON—¡Mami, papi! —correteó mi pequeño cuando nos vio ingresar al departamento de Rosario y Ernest.—¡Cuidado te puedes… —avisó Berenice a Dante cuando éste tropezó y si no fuera porque yo fui lo suficientemente rápido se habría ido de boca al suelo—… caer —terminó la frase mi ángel reprimiendo una carcajada.—No puedes negar que es tu hijo, Berenice —comentó Ernest mirándonos graciosamente —. Heredó tus dos pies izquierdos.Tomé a Dante en mis brazos y le di un beso en su mejilla—. ¿Estás bien, campeón?—Si papi, estoy bien —respondió y Berenice se acercó para abrazarlo ligeramente.Rosario salió del umbral de la cocina con la pequeña Mía en sus brazos. Nos saludó a cada uno y le entregó a su bebé a Berenice.—Está creciendo rapidísimo —comentó fascinada mi ángel. La miré con ternura, ¿Qué otra imagen más tierna existía que la de mi Berenice con un bebé en brazos? La respuesta era fácil: ninguna.Sentí un codazo en la parte baja de mi abdomen—. Tienes baba allí —se carcajeó
Todo este tiempo me sentí como un verdadero Cupido: primero fue con mi prima y Gabriel, ahora estaban encaminados Veronica y Jason y… hasta mi guardia de seguridad, Peter, parecía haber encontrado la flecha del amor… ¿Se imaginan de quien hablo? Pues sí, la mismísima Susan Anderson, fue una sorpresa para todos, pero el amor había tocado sus puertas también. Por suerte, la situación de la familia Anderson había cambiado para bien desde que comenzó a trabajar en la empresa, sus niños más pequeños iban al mismo maternal que Dante y los más grandes estaban asistiendo al instituto, a John le llovieron becas para las universidades más importantes debido a sus altas calificaciones. Todo estaba tomando su curso, y por fin, se podía sentir que todos éramos felices con las decisiones que habíamos tomado. —Aquí ta la flor, papi —miré hacia mi costado y Dante me alcanzaba una rosa roja para terminar de armar la fuente del desayuno. —Gracias —tomé la flor en mis manos y la puse a un lado de la
NARRA BERENICE —¿Estás bien, Berenice? Te noto algo extraña —preguntó mi hermana bebiendo de su gaseosa. —Sí, estoy bien —respondí un poco molesta tomando el ultimo bocado de mi comida. Era la cuarta vez que escuchaba esa pregunta en el día. —¿Desde cuándo te gusta el pescado? —hizo una mueca de desconcierto, al igual que yo. ¿Estaba comiendo pescado? ¡Puaj! Lo detestaba… no lo comía desde… —La última vez que vi que lo comías estabas embarazada de Dante —agregó sugerente mi hermana. Rodé los ojos y dejé pasar esas palabras. Antes de responder, el aviso de Dante nos interrumpió el hilo de la conversación. —¡Llegó la hora del pastel! Cuando escuché las palabras de mi pequeño, miré hacia él y venía acompañado de Emerson trayendo un enorme pastel de chocolate. De solo verlo se me hizo agua a la boca. Últimamente se me apetecía todo lo dulce que estaba a mí alrededor, era extraño, porque no era muy fanática de los dulces, prefería lo salado. Pero daba igual. Todos se colocaron a m
NARRA EMERSON ¿Había escuchado lo que creí haber escuchado? Definitivamente el golpe me había afectado. De lo único que estaba seguro, era que mi culo dolía como los mil demonios. Levanté mi mirada desde el suelo hasta Berenice, quien me miraba con una mueca graciosa, apretando sus labios para no reír. —¿Cómo está tu culo? —preguntó con los labios apretujados y sus ojos brillantes aguantando la risa. Rodé los ojos. Me levanté suavemente y refregué mi trasero; de verdad que dolía—. Me he tropezado, no te burles de mí. El culpable fue tu zapato —me agaché y se lo mostré. —¿No vas a decirme nada? —preguntó suavemente, luego que el momento de la risa pasara. —¿Decirte qué? —¿No escuchaste lo que dije? —¿Qué dijiste? —¿Seguiremos con preguntas? —¿Quién hace preguntas? —seguí el juego. —¡Basta! Te acabo de decir que puedo estar embarazada y tú haces el juego de preguntas —bufó dejándose caer en la cama. Me quedé en una pieza, entonces… ¿si había escuchado bien? “Puedo estar e
NARRA BERENICE —Con cuidado —rodé los ojos—. ¡Oh vamos Emerson! Estoy embarazada, no inválida. —Dilo otra vez —sus ojos brillantes hicieron que casi llore, casi. Una suave sonrisa apareció en mis labios. Era la ternura hecha hombre—. Estoy embarazada. —Te amo —dijo besándome una vez más. ¿Cómo era posible que, en menos de veinticuatro horas, mi vida hubiera cambiado tanto? Esta mañana —o bueno, el día de ayer—, amanecía cumpliendo años y ahora… estaba comprometida y embarazada. ¡Menuda manera de empezar mis veinticuatro años! —Entonces… ¿estamos de dos meses? —preguntó como un niño pequeño hundiendo el colchón cuando se acostó a mi lado. —Si los cálculos no andan mal, si. Pero lo sabremos con mayor seguridad cuando hagamos la ecografía. —Soy tan feliz, mi amor —se colocó encima de mí, pero sin apoyar el peso de su cuerpo—. Serás una reina, mi reina… jamás les faltará nada. Los amo tanto, a ti, a Dante y a este pedacito nuestro que viene en camino —agregó besando la piel descub