NARRA EMERSON Nunca se me había pasado por la cabeza fumar un cigarrillo, pero en estos momentos estaba considerándolo muy seriamente. Necesitaba despejar mi frustración de cualquier manera, ya el café no estaba haciendo efecto. Estaba nervioso, ansioso… necesitaba a mi lado a mi ángel, pero no quería arriesgar su seguridad. Esa era la orden que había impuesto: dejarían que Berenice y Dante se resguarden en la casa hasta que yo pidiera lo contrario. Habíamos dispuesto de la mayoría de los hombres de Peter para estar seguros; tanto yo como el resto de mi familia. —¿Sigue sin haber noticias de él? —pregunté nuevamente. —Sabe que James no llegó a destino, de seguro sospechará algo —contestó Peter. Bufé exasperado, no dejaría que se escapase… esta la iba a pagar muy caro junto a todo lo demás que hizo, por supuesto. El viejo Esposito había decidido darme un golpe bajo. Él sabía que Berenice era mi punto débil y que la defendería con uñas y dientes… y se aprovechó de ello armando tod
—Es la última propiedad que le quedó —comenzó a explicar Peter—. Aunque técnicamente ya no le pertenece, la ha vendido hace meses, necesitaba dinero de donde sea. Supongo que por eso se imaginó que jamás íbamos a encontrarlo aquí ya que no figura como propietario, pero por suerte esa conjetura es errónea.Asentí y entramos. Me sentía como en una película de acción en donde por fin habíamos dado con el jefe de la mafia. Peter había dispuesto de casi todos sus hombres, hasta yo me había sorprendido de cuantos tenía a su cargo. Le debía una muy grande a Peter, gracias a él estábamos llegando al final de esta horrible etapa.Subimos las escaleras y nos dirigimos a la segunda puerta.Ahí estaba el hombre que había considerado como un tío en mi adolescencia, pero que luego ese sentimiento fue disminuyendo con el paso del tiempo.—¡Oh! El gran Emerson Anthony Harker ha llegado —fingió darme la bienvenida—. Es un placer volver a verte —exclamó con una sonrisa falsa en sus labios—. Tus matones
Años y años esperando este momento y al fin otra página dolorosa acababa de ser finalizada. Peter me miró interrogante y solo asentí con la cabeza, él ya sabía que es lo que tenía que hacer. Luego, mi guardia de seguridad, me llamó unos momentos mientras los policías esposaban a Eleazar, explicándome como habían ocurridos los hechos. Una vez que terminamos de hablar, bajé las escaleras y me sorprendí al ver a Nereida acompañada por dos hombres. —Perdóname Emerson… espero que algún día puedas hacerlo —murmuró y rápidamente los hombres se llevaron dentro de uno de los patrulleros que estaban estacionados en la acera. No podría creer la bajeza que tenia esta familia. Era inaudito todo lo que habían hecho por tan solo conseguir dinero. Unos brazos rodearon mi cintura haciendo que la calma tardara pocos segundos en aparecer. Su aroma era inconfundible para mí, siempre oliendo exquisitamente a fresas. La estreché fuertemente a mi cuerpo sin decir una sola palabra. Esto era lo que necesi
NARRA BERENICEFui de a poco volviendo hacia la realidad desde el maravilloso mundo de los sueños. Sentía una placentera caricia a lo largo de mi columna vertebral que lograba que un estremecimiento recorriera todo mi cuerpo. Esas caricias, comenzaron a convertirse en pequeños besos a lo largo de mi espalda. Escondí mi sonrisa tratando de mantener la postura de “dormida”.Los suaves besos de mi novio comenzaron a presionar la sensible piel de mi cuello, lo que hizo que la piel se me pusiera de gallina—. Sé que estas despierta, pequeña mentirosa —comentó con voz pesada y podría jurar que una socarrona sonrisa se instalaba en sus labios.Escondí mi cabeza entre las almohadas y me permití disfrutar de las hermosas caricias mañaneras. Hacía bastante tiempo que no disfrutábamos entre nosotros esta hermosa sensación de tranquilidad.—No estoy despierta —respondí con la voz ronca.—¡No puedo creerlo, estoy manteniendo una conversación con tu consciencia! —bromeó colocándose arriba de mí, per
—Un placer —respondí estrechando su mano con una sonrisa, la cual ella devolvió. —Llamaré a John —avisó y cerró la puerta. La entendía, yo tampoco dejaría entrar a extraños a mi casa al primer momento. Sentí el brazo de Emerson alrededor de mi cintura y dejé caer mi cuerpo hacia su costado—. ¿Cómo supiste donde vivía? —Peter —fue su repuesta besándome la frente. Debía suponerlo, Peter se había convertido en una valiosa pieza para descubrir todo lo sucedido. No alcanzarían las palabras para agradecérselo. La puerta volvió a abrirse y la figura de un muchacho se dejó ver. Era un poco más alto que yo, y todavía su rostro mostraba rasgos infantiles. Tenía sus ojos marrones muy grandes y nos miraba con cierto temor. —Hola John —saludó Emerson en tono amigable. —Ho… hola, señor Harker —respondió en un hilo de voz, luego me miró curioso. —Buenos días, John. Soy Berenice —me acerqué hasta él y le di un beso en la mejilla, se sonrojó un poco. —No le hará daño a mi familia, ¿verdad? ¡U
NARRA EMERSON—¡Mami, papi! —correteó mi pequeño cuando nos vio ingresar al departamento de Rosario y Ernest.—¡Cuidado te puedes… —avisó Berenice a Dante cuando éste tropezó y si no fuera porque yo fui lo suficientemente rápido se habría ido de boca al suelo—… caer —terminó la frase mi ángel reprimiendo una carcajada.—No puedes negar que es tu hijo, Berenice —comentó Ernest mirándonos graciosamente —. Heredó tus dos pies izquierdos.Tomé a Dante en mis brazos y le di un beso en su mejilla—. ¿Estás bien, campeón?—Si papi, estoy bien —respondió y Berenice se acercó para abrazarlo ligeramente.Rosario salió del umbral de la cocina con la pequeña Mía en sus brazos. Nos saludó a cada uno y le entregó a su bebé a Berenice.—Está creciendo rapidísimo —comentó fascinada mi ángel. La miré con ternura, ¿Qué otra imagen más tierna existía que la de mi Berenice con un bebé en brazos? La respuesta era fácil: ninguna.Sentí un codazo en la parte baja de mi abdomen—. Tienes baba allí —se carcajeó
Todo este tiempo me sentí como un verdadero Cupido: primero fue con mi prima y Gabriel, ahora estaban encaminados Veronica y Jason y… hasta mi guardia de seguridad, Peter, parecía haber encontrado la flecha del amor… ¿Se imaginan de quien hablo? Pues sí, la mismísima Susan Anderson, fue una sorpresa para todos, pero el amor había tocado sus puertas también. Por suerte, la situación de la familia Anderson había cambiado para bien desde que comenzó a trabajar en la empresa, sus niños más pequeños iban al mismo maternal que Dante y los más grandes estaban asistiendo al instituto, a John le llovieron becas para las universidades más importantes debido a sus altas calificaciones. Todo estaba tomando su curso, y por fin, se podía sentir que todos éramos felices con las decisiones que habíamos tomado. —Aquí ta la flor, papi —miré hacia mi costado y Dante me alcanzaba una rosa roja para terminar de armar la fuente del desayuno. —Gracias —tomé la flor en mis manos y la puse a un lado de la
NARRA BERENICE —¿Estás bien, Berenice? Te noto algo extraña —preguntó mi hermana bebiendo de su gaseosa. —Sí, estoy bien —respondí un poco molesta tomando el ultimo bocado de mi comida. Era la cuarta vez que escuchaba esa pregunta en el día. —¿Desde cuándo te gusta el pescado? —hizo una mueca de desconcierto, al igual que yo. ¿Estaba comiendo pescado? ¡Puaj! Lo detestaba… no lo comía desde… —La última vez que vi que lo comías estabas embarazada de Dante —agregó sugerente mi hermana. Rodé los ojos y dejé pasar esas palabras. Antes de responder, el aviso de Dante nos interrumpió el hilo de la conversación. —¡Llegó la hora del pastel! Cuando escuché las palabras de mi pequeño, miré hacia él y venía acompañado de Emerson trayendo un enorme pastel de chocolate. De solo verlo se me hizo agua a la boca. Últimamente se me apetecía todo lo dulce que estaba a mí alrededor, era extraño, porque no era muy fanática de los dulces, prefería lo salado. Pero daba igual. Todos se colocaron a m