OLVIDALO

Después de decirle aquello, alejé mi mirada de la suya y rompí cualquier conexión entre ambos. En un segundo, el ambiente se volvió incomodo, extraño.

—Pero ¿qué haces aquí esta noche? —le pregunté intentando aligerar la tensión, quizás era la pregunta que debía hacer al comienzo.

Él sonrió un poco al ver mis esfuerzos por seguir una conversación. Luego meneó la cabeza y miró detrás de mí.

—Supongo que me equivoqué, no es que estuviese siendo considerado conmigo, solo me estaba castigando.

Fruncí el ceño y volteé la mirada. En ese momento, el señor Riva se despidió de mi padre en las puertas del hotel, intercambiaron unas palabras que no alcancé a oír debido a la distancia, y luego él salió.

Caminó hacia nosotros.

—Lleva un rato vigilándonos —musitó Alan—. Aunque no te angusties, no nos escuchó.

Antes de darme cuenta, sus ojos negros ya estaban fijos en mí. Su abrigo era largo, grueso y seguro pesado, pero él se dirigió hacia nosotros con soltura, erguido y seguro de sí.

Si,
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