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Luego de nuestra reconciliación en el estacionamiento de la empresa, muchas cosas sucedieron en torno a nuestra relación. Aunque yo estaba muy enamorada y Gabriel era de lo más atento y dulce conmigo, más allá de nuestra felicidad las cosas eran diferentes. Pronto los medios supieron quién era la esposa del Ceo Bastián y se enteraron sobre su regreso a la ciudad; hubo muchas especulaciones, como una reconciliación entre ellos, hasta que Melissa había regresado para obtener una fortuna con su divorcio. Así que enteré más cosas sobre Melissa Keller, como que pertenecía a una buena familia, dueña de gigantes en el sector salud, como hospitales y centros de investigación. También supe que ella tenía 27 años y que había tenido al menos 2 parejas más después de separarse de mi esposo tres años atrás. Sobre mí, los medios hablaron cosas como que yo era una amante que debería irse, incluso dijeron que posiblemente mis bebés no eran del Ceo Bastián; pues se enteraron la clase de persona que era
—¿Qué clase de mujer eres, Susan? Su voz susurrante me hizo estremecer. Había una gran sonrisa en su voz. —¿Qué tipo de mujer se intoxica de sustancias y se mete en la cama de un hombre que no conoce? Todo mundo te creía una chica educada y dulce, que sin duda merecía tener un matrimonio con un hombre poderoso como Gabriel. Qué gran burla eres ahora, Suzy. Sus manos en mis hombros me sujetaron con gran fuerza, quizás pensaba que podía escaparme y huir, pero yo ni siquiera era capaz de moverme. Estaba paralizada. —Aunque, después tu perfecta reputación cayó en picada cuando ese chico, tu amigo, dijo a todos que esa noche estabas ebria y perdida en alcohol. Y yo te preguntó, ¿qué mujer eres? ¿Qué pasaría contigo sí sé llega a saber qué eres una adicta y no solo la borracha que todos creen? Sus delgados dedos se clavaron en mi piel. Y sus amenazas fueron el eco de lo mismo que me había dicho Israel: ¿Qué harás cuando todo mundo sepa que concebiste a ese bebé en una noche donde
—Al lado de alguien como ella, ¿qué eres tú, Susan? No tienes dinero, tampoco eres tan influyente como ella. Y, para colmo, tampoco tienes ya tu matrimonio con ese hombre, porque incluso ella te arrebató eso. La miré fijamente, y me esforcé por no soltar ninguna lágrima. Sabine era mi mamá, ¿entonces por qué era tan dura e insensible conmigo? ¿Me había buscado solo para hacerme sentir miserable? —Sé... sé bien lo poco que soy al lado de alguien como ella —musité y con un dedo me limpié la sangre de la boca—. ¿Crees que no sé todo eso, mamá? ¡Sé perfectamente que ella es mejor que yo, y que él podría volver con ella y nadie lo juzgaría! De repente, mi voz ganó fuerza y seguridad. Aunque por dentro era un manojo de incertidumbre y miedo, ella no tenía por qué saberlo. —Sé que él es su marido, y que yo me he convertido en la amante que lo retiene con un embarazo. ¡Sé que todos creen que la noche de esa m*****a fiesta yo me acosté con él sabiendo que tenía esposa, y que no me impor
Tiempo atrás en una de mis dos pocas visitas al penhouse, había descubierto ese anillo por casualidad, oculto en el vestidor de mi marido, enterrado dentro de un obscuro cajón. En ese entonces no sabía a quién había pertenecido. —Esperaba que vinieras esta noche —saludó Melissa con una sonrisa deslumbrante, sujeta al brazo de Adam y mirando con ojos brillantes a Gabriel. Miré el anillo en su dedo y noté una desazón en el corazón. Ella había recuperado esa costosa joya, ¿cómo? —Contrario a ti, yo no esperaba encontrarte aquí —Gabriel le devolvió secamente el saludo, pero de reojo lo vi mirar brevemente el anillo en el dedo de su exmujer. Esperé a que él comentara algo sobre eso, pero hábilmente apartó la mirada y su expresión no demostró nada. —También esperaba que volviéramos a encontrarnos, Susan —dijo Melissa, volviéndose hacía mí y estirando la mano derecha para saludarme. Observé por un segundo su anillo de casada y pensé en no estrechar su mano. Sin embargo, no quer
¿Por qué siempre termina así? Con el corazón retorciéndose en tu pecho, siendo incapaz de irte, aunque en tu mente ya corres lejos... ¿O solo me sucedía a mí? —Amor, ¿ya lo ves? Pude haberle dicho todo cuando fui a tu casa y la vi, pero me contuve porque sabía que te enfadarías. No le dije nada, no le dije que esa noche, cuando ibas a cenar con ella, en realidad estuviste conmigo —dijo Melissa y yo tuve que morderme el labio para acallar un repentino sollozo. La miré apoyar la frente en el pecho de él y suspirar. Gabriel siguió acariciándole la cabeza, ya no parecía querer alejarse de ella. —Agradezco que no le hayas dicho nada —murmuró él—, porque no sabes lo mucho que me arrepiento de lo que hice, de la forma en que le estoy haciendo daño. Mientras yo bajaba la cabeza, oculta en la penumbra de los árboles, Melissa alzó la mirada y con sus delgados y finos dedos, tomó el rostro de quién aún era su esposo. —Sé que esperas 2 hijos con ella, pero no la amas, Gabriel. Yo lo sé,
—Yo podría... encargarme de ti de ahora en adelante, Susan —me dijo Adam, aun abrazándome, apretándome entre sus brazos cómo si nunca fuese a soltarme. Permanecí quieta, pues no sabía cómo reaccionar. Mi vida acababa de derrumbarse frente a mí, y ahora él me confesaba estar enamorado de mí, justo en el momento más inoportuno y doloroso en mi vida. —Susan, quiero decirte tantas cosas... —agregó, estrechándome contra su cuerpo, calentando mi helada ropa—. Quiero decirte muchas cosas que he reprimido por tanto tiempo... Por favor, Susan... Sin dejarlo decir más, luché y rompí su abrazo. Lo miré con ojos húmedos. —Adam, hoy no... Aun no digas nada, te lo ruego. Solo... quiero descansar, dormir y dejar de pensar... En sus ojos celestes vi una añoranza por mí, y sus sentimientos que por fin podía expresar. Al fin fui capaz de ver lo que Vanessa había querido decir, al fin vi la pasión en él y el amor que me tenía. —Por favor... —le supliqué—, solo llévame contigo y no permitas qu
—Nunca más volveré con él. Se terminó —eso fue lo que dije y estaba determinada a cumplirlo, aunque fuese difícil y me hiciera sentir miserable. No iba a volver con un hombre que me había sido infiel, aunque fuese él, a quién más había amado. Ya no me importaba que mis bebés fuesen suyos, pues como al inicio, volvían a ser solo míos. Por su parte, Adam cumplió su palabra y se quedó a mi lado, fue mi apoyo y con quién podía llorar. Estuvo para mí tal como prometió, mientras corrían los días y se filtraba a los medios mi separación con el Ceo Bastián; aunque la razón nunca se dijo, y eso me dio algo de paz. Durante los siguientes días no vi a nadie, ni siquiera salí de la casa de Adam. Sabía que Gabriel seguía buscándome sin descanso y tratando por todos los medios de encontrarme, también negaba que nos hubiésemos separado y se resistía a creer que me hubiese ido. Incluso Adam me dijo que Nora intentaba ponerse en contacto conmigo, estaba preocupada por mí y mis bebés. Me sentí m
Después de ese inesperado beso en su jardín, yo lo alejé de mí y volví a mi habitación. Por la noche, en la cena, Adam se disculpó conmigo y dijo que lo hizo por impulso, yo lo entendí, pero le pedí no volver a hacerlo nunca más. Él comprendió y todo siguió igual entre los dos. Durante esa semana planeamos la revelación de sexo de mis bebés, y por ese tiempo pude olvidarme de él y de ella. Me sentí feliz organizando todo, conversando con Adam, imaginando qué colores revelarían las bengalas. Incluso al fin fui capaz de tomar el teléfono y llamar a Nora. Ella se sorprendió mucho con mi llamada, y más cuando le dije donde me encontraba. Y no dudo en ir a verme. —¡Dios, Suzy! —dijo cuando abrí la puerta de la casa y ella se lanzó a mis brazos—. Debiste decirme lo que pasaba, yo te hubiera ofrecido mi casa, mi apoyo. La estreché, agradecida de tenerla conmigo. —Perdona, no podía, él sabe dónde vives y yo no quiero... verlo aún. Nora me comprendió, y más cuando le hablé de lo que