CAPÍTULO 89: SU ANIVERSARIO.Artem apretó las cejas al ver a Larissa parada delante de él, con un ramo de flores en las manos. Sus ojos se encontraron con los de ella, y la tensión entre ambos se hizo palpable al instante.—¿Qué haces aquí? —le preguntó con frialdad.Larissa, sin inmutarse, desvió la mirada hacia la tumba de Susana, luego volvió a fijarla en Artem. Su expresión era dura, pero había algo en sus ojos, una mezcla de desafío y dolor acumulado durante años.—No eres el único que recuerda su aniversario, Artem —respondió, sosteniendo el ramo con más fuerza—. Además, Susana era mi amiga.Las palabras cayeron como una piedra en el aire. —Te advertí que no volvieras a aparecer delante de mí —gruñó ―Creí haber sido claro.Larissa resopló, sus labios curvándose en una sonrisa amarga.—El cementerio no es tuyo —dijo con una frialdad—. Puedo venir a ver a mi amiga cuantas veces quiera.Pasó a su lado y dejó las flores con cuidado sobre la tumba. El aroma de las flores se mezcló c
CAPÍTULO 90: ELLA DEBE CASARSE.Cuando Artem abrió la puerta del estudio, apretó con demasiada fuerza la manija, sus nudillos se pusieron blancos. Allí estaban Santino y Andre, quienes le devolvieron la mirada con la misma frialdad.—¿Qué hacen ellos aquí? —preguntó Artem, cerrando la puerta tras de sí.Alexei se levantó tranquilamente y fue directo a la mesa de licores, sirviéndole un trago a su amigo. Le entregó el vaso al mismo tiempo que decía:—Calma tus hormonas, Artem. Tanto Santino como André tienen las respuestas que necesitamos y han venido a ayudar.Artem bebió un sorbo, sus ojos clavados como dagas en Andre. En ese momento, su molestia no era con Santino, sino con su mano derecha. Lo odiaba desde que el día en que se atrevió en poner sus ojos en Liana. Quería romperle cada hueso por el simple hecho de respirar el mismo aire que él.Miró a Alexei, sus labios torciéndose en una mueca burlona.—Creí que este asunto se manejaría discretamente —espetó, la ironía en su voz cortan
CAPÍTULO 91: HARÉ QUE ME AME.El silencio que siguió fue absoluto, roto solo por el sonido del vaso de whisky que Artem dejó caer sobre la mesa. —¿Qué dijiste? —su voz era baja, peligrosa.Santino mantuvo la calma, aunque sabía que había tocado un punto delicado.—André tiene un primo líder de la mafia rival de Al-Rashid, así que si Liana se casa con alguien de poder, alguien con los recursos para protegerla, Al-Rashid y su gente pensarán dos veces antes de atacarla. Necesita una alianza sólida que garantice su seguridad.Artem lo miró con ojos encendidos de furia.—Ahora si voy a partirte la cara, Santino.La furia de Artem fue tan rápida como un rayo. Sin pensarlo, cegado por el odio, se lanzó hacia Santino, su puño cerrándose con la intención de destrozar cualquier cosa a su alcance. No pensaba con claridad, no le importaba. Solo quería hacer daño.Pero antes de que pudiera conectar el golpe, André se interpuso, recibiendo el impacto con su propio cuerpo. —¿Qué demonios crees que
CAPÍTULO 92: UNA BODA EN PUERTAS.Tatiana miró a su esposo, claramente desconcertada.—¿Qué está pasando? ¿Por qué tienen esas caras?Alexei tragó saliva, tratando de escoger sus palabras cuidadosamente, pero Andre soltó de golpe:―Liana tiene que casarse conmigo.El anuncio cayó como una bomba, dejando a las mujeres atónitas y a Artem con el deseo intenso de arrancarle la lengua.—¿Casarme? —balbuceó Liana, finalmente reaccionando.—Sí, la mina… —André comenzó a explicar, pero Artem lo interrumpió bruscamente.—¡Ella no se va a casar contigo!—No hay otra solución, Artem. ― André, exclamó impaciente ―Deja de ser tan egoísta y piensa en ella. ¿O acaso crees que Jamal se va a contener? Tú no tienes nada, ni a nadie, ni siquiera una organización. Por el amor de Dios, ¿cómo vas a protegerla?—¡Puedo protegerla mejor que tú! No necesito nada de eso para mantenerla a salvo.Liana, miro a los dos hombres confundida y explotó de repente:—¡Cállense los dos! —gritó —. ¿De qué están hablando?
CAPÍTULO 93: CABALLO DE TROYA.Sentado en una silla de metal oxidada, Michell apenas podía mantener los ojos abiertos. Su rostro hinchado por los golpes le hacía difícil ver al hombre que lo observaba desde las sombras, pero el olor a tabaco lo delataba. El humo envolvió su rostro, y entre las volutas de humo apareció Mijail Vasiliev, inclinado lo suficiente como para que Michell sintiera la frialdad en sus ojos, la falta absoluta de compasión.—Tú y yo teníamos un acuerdo —dijo Vasiliev en voz baja, pero implacable—, y no cumpliste tu parte.Michell intentó hablar, pero las palabras murieron en su garganta. Porque antes de poder formular una respuesta coherente, Vasiliev continuó, con su tono mortalmente tranquilo.—Y por eso… —dijo acercándose más, dejando que el miedo impregnara cada sílaba—, tu buen padre va a pagar por tu ineptitud.Michell se removió en su silla, luchando contra las cadenas que mantenían sus muñecas atadas con fuerza. El frío metal le cortaba la piel; aun así, e
CAPÍTULO 94: EXPLOSIÓN DE CELOS.Artem se reclinó en su silla de cuero, observando con atención los registros de llamadas de Michell. Tras su desaparición, habían revisado minuciosamente su apartamento y, entre las pertenencias, encontraron un teléfono que no parecía de uso habitual. Sabía que ese dispositivo podría ser clave para entender qué había pasado realmente. Porque a pesar de los problemas que enfrentaba, había algo más en juego, algo que olía a traición.—¿Tienen información de a quién pertenece el número? —preguntó sin apartar la vista de los registros, dirigiéndose al hombre que estaba de pie frente a su escritorio.El empleado, un experto en tecnología y rastreo del gobierno, asintió mientras manipulaba una tableta.—Sí, señor —respondió con tono neutro, mientras señalaba un punto en el mapa digital que proyectaba en la pantalla—. El número sigue activo, y lo hemos rastreado hasta aquí. —Su dedo marcó una ubicación en el mapa, una zona que Artem reconoció de inmediato. El
CAPÍTULO 95: CUMPLIR SU PALABRA.Artem irrumpió en la mansión como una tormenta desatada. No había advertencia, no había contención. El eco de sus pasos resonaba como el rugido de un león a punto de atacar. Los sirvientes se apartaron, aterrorizados, al ver la furia que destilaban sus ojos. Nadie se atrevió a detenerlo. Sabían que algo oscuro y peligroso lo dominaba.Se detuvo delante de Liana y André, pero sus ojos estaban fijos en el italiano.—Me importa un carajo lo que ella haya dicho, no estás casándote con ella, André. No lo harás, si no quieres que te mate ahora mismo.Un segundo después, una Glock salió de la parte trasera de su pantalón. André no se inmutó, tampoco Liana, pero los guardaespaldas ya estaban listos para tomar medidas. Sin embargo, una señal de André los hizo retroceder.Él se metió las manos en los bolsillos y chasqueó la lengua.—Vaya que tienes cojones. Vienes a mi casa, irrumpes como un loco y me apuntas en mi propia casa. Te doy crédito por eso.—No estoy j
CAPÍTULO 96: ÉL ESTÁ DETRÁS DE TODO.La carpeta cayó sobre el escritorio con un sonido sordo. Liana la empujó hacia Artem, quien la miró con cautela.—Este es el testamento de mi padre. Nunca se leyó, pero me reuní unos días antes con el abogado, ¿recuerdas que...? —resopló divertida—. Bueno, fingimos casarnos con bienes separados, ¿no?Artem asintió, como un niño regañado, incapaz de defenderse.—El caso es que —continuó ella, con esa mezcla de seguridad y burla que lo volvía loco—, hay una cláusula en la herencia, y en la herencia está incluida esa mina. Para ser un hombre de la mafia, no leíste lo que debías, ¿sabes?Su tono era burlón, casi provocador. Artem apretó la mandíbula.—No lo hice porque no me interesaba tu herencia. Yo solo quería...—Sí, sí, querías vengarte —lo interrumpió ella, con una indiferencia fingida mientras se sentaba cómodamente en la silla. Liana disfrutaba de tener el control, mientras Artem se mantenía en silencio, intentando comprender hacia dónde iba tod