CAPÍTULO 87: DÉJAME SER FELIZ.Artem la había cargado en brazos hasta la habitación, al llegar, la dejó suavemente en el suelo, sus ojos grises clavados en los de ella, esperando ver en sus pupilas ese mismo deseo que lo estaba consumiendo por dentro.Justo cuando abrió la puerta, Liana hizo un movimiento rápido y decidido. Y antes de que Artem pudiera reaccionar, ella ya había entrado en la habitación y, con un sonido seco y determinante, cerró la puerta en su cara. El eco del cerrojo resonó en el aire, dejando a Artem atónito, congelado por la sorpresa.Su reacción fue inmediata: su cuerpo se tensó y golpeó la puerta con la palma de la mano, frustrado.—¡Liana! —gritó—. ¡¿Qué demonios estás haciendo?! Ábreme la puerta.Del otro lado, ella apoyó la espalda contra la puerta, respirando con dificultad. Había tomado esa decisión impulsada por algo más profundo que el mero deseo. No podía seguir dejándose arrastrar por la pasion de Artem, no iba a permitir que él siguiera usándola como e
CAPÍTULO 88: LA ÚLTIMA VEZ.Uno de los guardaespaldas se acercó con las manos entrelazadas frente a ella.—Todo está listo, señor. Las cosas han sido empacadas en cajas y serán enviadas a la organización benéfica.Artem, de pie junto a la ventana, asintió.Las palabras de Liana seguían resonando en su mente. Después de la conversación, había tomado la decisión que ya no podía postergar: deshacerse de todo lo que pertenecía a Susana. «Ella tiene razón» pensó, mientras observaba las cajas que representaban los recuerdos de otro tiempo. «No puedo amar a otra mujer mientras el recuerdo de Susana siga aquí, entre nosotros»Sin embargo, le faltaba una cosa por hacer. Deslizó la mano en su bolsillo, tocando la fría argolla que guardaba ahí, como si el metal aún contuviera el peso de lo que había sido su vida con Susana. Tomó aire profundamente y se giró hacia la empleada. —Voy a ir al cementerio —dijo con voz baja pero firme—. No estaré mucho tiempo. El hombre asintió en silencio y se
CAPÍTULO 89: SU ANIVERSARIO.Artem apretó las cejas al ver a Larissa parada delante de él, con un ramo de flores en las manos. Sus ojos se encontraron con los de ella, y la tensión entre ambos se hizo palpable al instante.—¿Qué haces aquí? —le preguntó con frialdad.Larissa, sin inmutarse, desvió la mirada hacia la tumba de Susana, luego volvió a fijarla en Artem. Su expresión era dura, pero había algo en sus ojos, una mezcla de desafío y dolor acumulado durante años.—No eres el único que recuerda su aniversario, Artem —respondió, sosteniendo el ramo con más fuerza—. Además, Susana era mi amiga.Las palabras cayeron como una piedra en el aire. —Te advertí que no volvieras a aparecer delante de mí —gruñó ―Creí haber sido claro.Larissa resopló, sus labios curvándose en una sonrisa amarga.—El cementerio no es tuyo —dijo con una frialdad—. Puedo venir a ver a mi amiga cuantas veces quiera.Pasó a su lado y dejó las flores con cuidado sobre la tumba. El aroma de las flores se mezcló c
CAPÍTULO 90: ELLA DEBE CASARSE.Cuando Artem abrió la puerta del estudio, apretó con demasiada fuerza la manija, sus nudillos se pusieron blancos. Allí estaban Santino y Andre, quienes le devolvieron la mirada con la misma frialdad.—¿Qué hacen ellos aquí? —preguntó Artem, cerrando la puerta tras de sí.Alexei se levantó tranquilamente y fue directo a la mesa de licores, sirviéndole un trago a su amigo. Le entregó el vaso al mismo tiempo que decía:—Calma tus hormonas, Artem. Tanto Santino como André tienen las respuestas que necesitamos y han venido a ayudar.Artem bebió un sorbo, sus ojos clavados como dagas en Andre. En ese momento, su molestia no era con Santino, sino con su mano derecha. Lo odiaba desde que el día en que se atrevió en poner sus ojos en Liana. Quería romperle cada hueso por el simple hecho de respirar el mismo aire que él.Miró a Alexei, sus labios torciéndose en una mueca burlona.—Creí que este asunto se manejaría discretamente —espetó, la ironía en su voz cortan
CAPÍTULO 91: HARÉ QUE ME AME.El silencio que siguió fue absoluto, roto solo por el sonido del vaso de whisky que Artem dejó caer sobre la mesa. —¿Qué dijiste? —su voz era baja, peligrosa.Santino mantuvo la calma, aunque sabía que había tocado un punto delicado.—André tiene un primo líder de la mafia rival de Al-Rashid, así que si Liana se casa con alguien de poder, alguien con los recursos para protegerla, Al-Rashid y su gente pensarán dos veces antes de atacarla. Necesita una alianza sólida que garantice su seguridad.Artem lo miró con ojos encendidos de furia.—Ahora si voy a partirte la cara, Santino.La furia de Artem fue tan rápida como un rayo. Sin pensarlo, cegado por el odio, se lanzó hacia Santino, su puño cerrándose con la intención de destrozar cualquier cosa a su alcance. No pensaba con claridad, no le importaba. Solo quería hacer daño.Pero antes de que pudiera conectar el golpe, André se interpuso, recibiendo el impacto con su propio cuerpo. —¿Qué demonios crees que
CAPÍTULO 92: UNA BODA EN PUERTAS.Tatiana miró a su esposo, claramente desconcertada.—¿Qué está pasando? ¿Por qué tienen esas caras?Alexei tragó saliva, tratando de escoger sus palabras cuidadosamente, pero Andre soltó de golpe:―Liana tiene que casarse conmigo.El anuncio cayó como una bomba, dejando a las mujeres atónitas y a Artem con el deseo intenso de arrancarle la lengua.—¿Casarme? —balbuceó Liana, finalmente reaccionando.—Sí, la mina… —André comenzó a explicar, pero Artem lo interrumpió bruscamente.—¡Ella no se va a casar contigo!—No hay otra solución, Artem. ― André, exclamó impaciente ―Deja de ser tan egoísta y piensa en ella. ¿O acaso crees que Jamal se va a contener? Tú no tienes nada, ni a nadie, ni siquiera una organización. Por el amor de Dios, ¿cómo vas a protegerla?—¡Puedo protegerla mejor que tú! No necesito nada de eso para mantenerla a salvo.Liana, miro a los dos hombres confundida y explotó de repente:—¡Cállense los dos! —gritó —. ¿De qué están hablando?
CAPÍTULO 93: CABALLO DE TROYA.Sentado en una silla de metal oxidada, Michell apenas podía mantener los ojos abiertos. Su rostro hinchado por los golpes le hacía difícil ver al hombre que lo observaba desde las sombras, pero el olor a tabaco lo delataba. El humo envolvió su rostro, y entre las volutas de humo apareció Mijail Vasiliev, inclinado lo suficiente como para que Michell sintiera la frialdad en sus ojos, la falta absoluta de compasión.—Tú y yo teníamos un acuerdo —dijo Vasiliev en voz baja, pero implacable—, y no cumpliste tu parte.Michell intentó hablar, pero las palabras murieron en su garganta. Porque antes de poder formular una respuesta coherente, Vasiliev continuó, con su tono mortalmente tranquilo.—Y por eso… —dijo acercándose más, dejando que el miedo impregnara cada sílaba—, tu buen padre va a pagar por tu ineptitud.Michell se removió en su silla, luchando contra las cadenas que mantenían sus muñecas atadas con fuerza. El frío metal le cortaba la piel; aun así, e
CAPÍTULO 94: EXPLOSIÓN DE CELOS.Artem se reclinó en su silla de cuero, observando con atención los registros de llamadas de Michell. Tras su desaparición, habían revisado minuciosamente su apartamento y, entre las pertenencias, encontraron un teléfono que no parecía de uso habitual. Sabía que ese dispositivo podría ser clave para entender qué había pasado realmente. Porque a pesar de los problemas que enfrentaba, había algo más en juego, algo que olía a traición.—¿Tienen información de a quién pertenece el número? —preguntó sin apartar la vista de los registros, dirigiéndose al hombre que estaba de pie frente a su escritorio.El empleado, un experto en tecnología y rastreo del gobierno, asintió mientras manipulaba una tableta.—Sí, señor —respondió con tono neutro, mientras señalaba un punto en el mapa digital que proyectaba en la pantalla—. El número sigue activo, y lo hemos rastreado hasta aquí. —Su dedo marcó una ubicación en el mapa, una zona que Artem reconoció de inmediato. El