CAPÍTULO 76: ÉL NO LO MERECE.En el baño, Liana se apoyó contra el mármol del lavabo, luchando con todas sus fuerzas por no dejar que las lágrimas que ardían en sus ojos se derramaran. Respiraba con dificultad, sus dedos aferrándose al borde del lavamanos. La puerta se abrió con un leve crujido, y al ver a Sophia entrar, rápidamente intentó recomponerse, erguirse y fingir que todo estaba bien.Sophia no le dio tiempo a decir nada. Se acercó a ella con pasos suaves y con una mirada cálida, casi maternal.—¿Estás bien? —preguntó, aunque ya conocía la respuesta.Liana asintió en silencio, intentando mantener la fachada, pero su rostro, sus ojos enrojecidos y su expresión dolorida decían otra cosa. Sophia la miró durante un largo momento, y luego, sin previo aviso, la abrazó con firmeza.—No, Liana, no estás bien —susurró suavemente.Liana cerró los ojos y durante un segundo, solo uno, se permitió desmoronarse un poco. Pero su orgullo la obligó a mantenerse firme, a no ceder ante el nudo
CAPÍTULO 77: TE PERTENEZCO.Los pasos de Artem resonaron suavemente en el mármol. Liana lo vio acercarse y su mirada se llenó de resentimiento.—¿Ahora también te metes a los baños de mujeres? —dijo, con voz fría, cargada de sarcasmo.Él la ignoró, avanzando con determinación hacia ella. Liana, de manera instintiva, retrocedió hasta que su espalda chocó contra el lavabo. Y antes de que pudiera reaccionar, él ya la había acorralado, su cuerpo firme pegándose al de ella, atrapándola entre sus brazos.Con una suavidad que contrastaba con la intensidad de su cercanía, sus manos subieron lentamente desde su cintura hasta llegar a su cuello. Con la palma de su mano, le acunó el rostro, mirándola con una mezcla de deseo y preocupación.—Me vuelves loco... —le dijo en un susurro profundo, mientras sus ojos recorrían cada detalle de su rostro—. No dejo de pensar en ti. No puedo.Por un momento, Liana sintió cómo su corazón palpitaba más fuerte, cómo el nudo en su estómago se aflojaba, emociona
CAPITULO 78: MI UNICA JOYA.Esas palabras la atravesaron como una descarga, y sus dedos se hundieron con fuerza en el cabello de Artem, aferrándose a él, buscando más de esa sensación. Cerró los ojos, permitiéndose disfrutar de su toque, de cómo su lengua jugaba con su piel, encendiendo cada rincón de su cuerpo.De repente, él regresó a sus labios, apoderándose de ellos con un hambre renovada. Su mano, mientras tanto, apartó la tela de su tanga, encontrando su clítoris con una precisión que la hizo arquearse contra él. El placer la sacudió con cada movimiento de sus dedos, mientras las lenguas de ambos jugaban en una danza incesante y sensual. Gemidos ahogados llenaron el baño, cargándolo de deseo y una electricidad que hacía que todo a su alrededor desapareciera.Artem siguió jugando con el centro de Liana, sintiendo cómo su cuerpo reaccionaba a cada caricia. Sus movimientos se aceleraron, mientras ella se tensaba, sus muslos temblaron y un gemido gutural escapó de sus labios. Sabía q
CAPÍTULO 79: LEGADO PERDIDO.Liana llegó a casa, pero Artem no estaba allí. Las luces del salón apenas iluminaban su rostro, reflejando el malestar que empezaba a brotar en su pecho.—¿Se fue con Daisy? —se preguntó con una punzada de celos que no pudo controlar. La idea la atormentaba, y aunque intentaba deshacerse de ella, no podía evitar pensar en cómo ella se pegaba a el cómo cualquier sanguijuela.Mientras tanto, Artem, había conducido hasta las afueras de la ciudad. Sentado en su auto, sostenía una botella en una mano y miraba una foto de Liana en la otra. Observaba la imagen de ella con una expresión perdida, sus ojos cansados reflejando una profunda tristeza. Bebió un sorbo más, sin apartar la mirada.—¿Qué he hecho? —murmuró para sí mismo, sintiendo que el alcohol no hacía más que profundizar su error.Su corazón se sentía pesado, como si cada latido doliera más que el anterior. Se preguntaba si ella también lo estaría pensando, pero sabía la respuesta. Había cometido errores
CAPÍTULO 80: EL LEGADO PERDIDO (II) Liana se detuvo frente a la puerta de la habitación de Artem. Había decidido ir a buscarlo después de dudar en el estudio, pero ahora que estaba allí, su corazón latía desbocado. Tocó suavemente la puerta, pero nadie contestó. Tragó saliva y, sin hacer ruido, la abrió lentamente. Lo vio, tumbado en la cama, profundamente dormido. Se quedó paralizada un instante, su pecho lleno de emociones contradictorias, desde la rabia hasta una atracción que no podía negar. Cerró la puerta sin hacer ruido y caminó hacia él lentamente. Sus ojos recorrieron cada detalle de su rostro. Dormido, Artem parecía vulnerable, sus rasgos relajados, su respiración tranquila. Se sentó a su lado, sin poder evitarlo, y lo tocó. Sus dedos acariciaron con suavidad su rostro, delineando sus pómulos, bajando hasta sus labios, esos labios que tantas veces la habían hecho perderse. De repente, Artem abrió los ojos y, antes de que Liana pudiera reaccionar, él la tomó de las muñecas
CAPITULO 81: COMO SI SE LO HUBIERA TRAGADO LA TIERRA.Él no respondió de inmediato, su mandíbula se tensó visiblemente. Y finalmente, bajó el papel y lo sostuvo con firmeza entre sus manos, sus pensamientos ahora llenos de dudas. El contenido era inquietante: se trataba de una mina de diamantes en una peligrosa zona de conflicto en África. Diamantes de sangre, pensó, su mente girando a gran velocidad mientras trataba de entender cómo Vittorio había logrado obtener algo tan arriesgado y qué implicaciones podría tener para Liana. —¿Dónde lo encontraste exactamente? —preguntó, su tono más brusco de lo habitual. —En un libro de antiguas civilizaciones —respondió ella, extrañada por su cambio de tono—. Estaba al lado de la sección de mapas de mi padre. La palabra "mapas" resonó en su mente y un recuerdo destelló en su cabeza: el interés obsesivo de Michell por los mapas del padre de Liana. De repente, todo tuvo sentido. Él había estado buscando estos documentos, los de la mina de diaman
CAPÍTULO 82: LLAMADA ANÓNIMA.Después de que Artem llamara a Alexei, este había quedado en darle respuestas, sin embargo, Artem llevaba días tras Michell, sabiendo que las respuestas que buscaba sobre su interés en la mina estaban cada vez más lejos. Algo no cuadraba. En el fondo, sentía que Michell no era más que una pieza en un juego mucho más oscuro, algo o alguien más peligroso estaba detrás.Su instinto le decía que la mina no era lo único que le importaba a Michell, pero este había desaparecido sin dejar rastro. Ni una pista, ni una señal.Eso solo hacía que las sospechas crecieran. ¿Quién se aseguraría de borrar su huella tan perfectamente?Frustrado, se sentó frente a su escritorio, rodeado de documentos. Cada hoja era una pieza de un rompecabezas que no podía armar. Mientras revisaba los papeles con la esperanza de encontrar algo útil, su teléfono sonó de repente. Un número desconocido. Algo en su pecho se apretó.—¿Sí? —contestó, sin levantar la vista de los documentos.Del o
CAPÍTULO 83: SIN ELLA, SOY NADA.Artem y Alexei estaban reunidos para discutir los informes, pero el ceño fruncido y la tensión en sus hombros no pasaban desapercibidos para Alexei. —¿Qué carajos te pasa? Tienes la cara hecha un poema de ira.Artem rodó los ojos, visiblemente molesto, pero no respondió al comentario. Se inclinó hacia delante, con la mandíbula apretada.—Ve al grano, Alexei. ¿Qué descubriste?Alexei sonrió de manera despreocupada, encogiéndose de hombros, y sacó varios informes impresos de una carpeta. Los arrojó sobre el escritorio sin mucha ceremonia, observando cómo su amigo hojeaba las hojas una por una.—Vittorio estaba más metido en mierd@ de lo que creíamos. Al parecer, tenía conexiones con la Brigada de la Sangre, una mafia de Europa del Este que controla buena parte del tráfico de diamantes en zonas de conflicto. Se especializan en mover diamantes ilegales, los llamados “diamantes de sangre”, financian guerras y, para que te hagas una idea, no tienen reparos