XOXO
CAPITULO 25: MENTIRAS Y PESADILLAS. —¡¿Tenías que poner eso allí?! —exclamó Tatiana, cruzándose de brazos y lanzándole una mirada acusadora—. ¡Fue bastante desagradable, Artem! ¡Mírala, seguramente la dejaste traumada! Artem bufó, pasándose las manos por el cabello, y luego miró en dirección a Liana, que aún no había despertado. La preocupación se reflejaba en su rostro; la posibilidad de que algo le hubiera pasado por su culpa lo tenía al borde de perder el control. —¿Y yo qué iba a saber que aparecería de la nada? —replicó, a la defensiva—. Creí que estaba en su habitación, joder. La vi subir las escaleras... Tatiana suspiró, claramente exasperada. —Pues tendrás que medirte, Artem. Es solo una chiquilla y no está acostumbrada a este mundo. No hagas tus reuniones aquí. Artem soltó un suspiro de frustración, sintiendo cómo la presión se acumulaba en su pecho. —¿Y cómo quieres que lo haga, eh? No puedo mostrarme débil o me comerán vivos todos esos cabrones. Además, tu marido es
CAPÍTULO 26: PEQUEÑA DESCARADA.—¿Artem? —susurró Liana, asustada y confundida.Los ojos de Artem, oscuros y aún desorientados, la miraron con intensidad, como si estuviera atrapado entre el sueño y la realidad. La tensión en su cuerpo era palpable, y Liana sintió cómo su propio corazón latía aún más rápido, no solo por el miedo, sino por la intensidad del momento.Liana sonrió, aliviada al ver que los ojos de Artem estaban abiertos, mirándola fijamente.—Gracias a Dios, ya empezabas a asustarme —susurró, y trató de ponerse de pie.Pero antes de que pudiera hacerlo, la mano de Artem rodeó su cintura, impidiéndole moverse.—¿Artem? —preguntó, vacilante, mientras su mirada caía sobre el torso desnudo de él, cubierto de tatuajes.—Yo... no quería molestarte, solo estaba preocupada. Luego me di cuenta de que estabas teniendo una pesadilla y... no podía dejarte así —dijo rápidamente, con la voz temblorosa.Artem ladeó la cabeza, sin dejar de mirarla, y su agarre en la cintura de Liana se hi
CAPÍTULO 27: LA ARQUITECTA.Al día siguiente, Liana bajó a desayunar con la esperanza de que Artem ya se hubiera ido. No tenía idea de cómo enfrentarlo después de lo que había hecho. Mientras bajaba las escaleras, los pensamientos la asaltaron con intensidad.«Dios mío, me aproveché de un sonámbulo...» se reprochó. «¡La madre superiora tenía razón! Soy una pecadora... Y todavía me faltan diez rosarios...»Se llevó una mano a la frente, sintiéndose abrumada por la culpa, pero luego una vocecita traviesa en su mente la interrumpió.«¿Pecadora? Sí, pero al menos te lo disfrutaste, ¿verdad?» Liana tuvo que contener una risita, negando con la cabeza. «¡No, no, no puedes pensar así!» se regañó, tratando de mantenerse seria. «Lo que hice estuvo mal... Fue muy rico, pero malo.»Suspiró y terminó de bajar. Sin embargo, para su mala suerte, cuando llegó al comedor, ahí estaba él, sentado con una taza de café y una revista de economía en la mano. El corazón de Liana dio un brinco, y trató de evi
CAPITULO 28: UN CAMBIO RADICAL.Cuando Liana llegó a su habitación, se quedó frente al espejo, observando su reflejo con detenimiento. Las palabras de la mujer en el estudio resonaban en su mente:«¿Esa simplona? ¿Ella no puede darle lo que usted necesita?» Sus manos se apretaron en puños mientras miraba su ropa, sencilla y sin gracia. De hecho, la mujer tenía razón. El único vestido atractivo que poseía era el que Artem le había regalado la noche anterior; los demás eran los mismos vestidos aburridos que había usado en el convento.Un pensamiento se instaló en su cabeza, y lo murmuró en voz baja:—¿Es por eso, que me ignoras? ¿Porque no soy atractiva?Y en lugar de dejarse llevar por la tristeza, sonrió con determinación.—Bien, eso tiene solución —dijo, decidida—. Es hora de un cambio radical.Tomó su teléfono del tocador y marcó un número. La llamada se conectó casi al instante.—Hola, ¿cómo amaneces? —saludó Tatiana al otro lado de la línea.Pero Liana fue directa al grano.—¿Pue
CAPÍTULO 29: HOLA, ARTEM.En el auto, Liana se sentía nerviosa, pero al final se armó de valor y habló.—Tatiana... —murmuró, sonrojándose—, ¿cómo es el sexo?Tatiana, sorprendida por la pregunta, casi pisó el freno, pero se recompuso rápidamente.—¿Qué?—Bueno, es que... tengo curiosidad. La última vez me hablaste de la tercera base y... y yo quiero llegar allí.Tatiana estaba sin palabras por un momento. Liana siempre lograba sorprenderla.—Bueno, el sexo es... —ella pensó cómo explicarlo—, es algo increíble cuando es con la persona que amas. Es como una conexión profunda, pero también puede ser divertido, apasionado y... un poco loco a veces. Claro, hay excepciones; a veces la gente tiene sexo sin amor, solo por diversión o curiosidad, pero creo que cuando hay sentimientos de por medio, todo se intensifica.Liana asintió, procesando la respuesta de Tatiana. Se preguntaba si ella quería tener sexo con Artem porque lo amaba o simplemente por curiosidad y deseo de experimentar. La dud
CAPITULO 30: ¿DESDE CUANDO TE GUSTAN LOS CANNOLIS? Liana observaba en silencio mientras Artem estaba bajo la ducha, el agua resbalando por su cuerpo musculoso, delineando cada fibra de su espalda. No podía apartar la mirada. Tragó saliva al ver lo que estaba haciendo. Su mano izquierda estaba apoyada en los azulejos, la tensión visible en cada músculo, mientras la otra mano se movía con firmeza sobre su erección. Los movimientos eran intensos, rítmicos, acompañados de pequeños gemidos. El corazón de Liana latía frenéticamente. Y en lugar de escandalizarse o avergonzarse, se sentía profundamente excitada. Había algo fascinante en ver a Artem, siempre tan rígido y distante, ahora vulnerable, rendido al placer. ¿Qué pasaba por su cabeza en ese momento? ¿Pensaba en ella... o en otra mujer? De repente, la respiración de Artem se aceleró. Y sus movimientos se volvieron más rápidos, más desesperados. Un segundo después, su cabeza se echó hacia atrás, mientras su mano continuaba moviéndos
CAPÍTULO 31: EL BRONCEADOR.—¿Qué demonios crees que estás haciendo? —bramó Artem, conteniéndose para no gritar.Liana abrió los ojos lentamente, mirándolo a través de sus gafas de sol con una calma desquiciante, como si la situación fuera de lo más normal.—¿Qué quieres decir? Solo estoy tomando el sol —respondió, con una sonrisa que parecía querer provocarlo.Artem resopló, presionando el puente de su nariz con evidente frustración.—¡Liana... estás prácticamente desnuda frente a mis hombres! —gruñó, señalando su bikini—. ¿Te parece bien andar así delante de ellos?Ella se alzó de hombros, sus ojos brillando con una pizca de diversión.—Son tus guardaespaldas. No les importo de esa manera.—Pues lo que veo es a mi esposa exhibiéndose de más —la recriminó, con los ojos clavados en su bikini diminuto.«Malditos trajes de baño deberían ser ilegales», pensó, tragando saliva ante la visión que lo tentaba.Liana alzó una ceja con arrogancia, desafiándolo.—¿Desde cuándo tomar el sol es un
CAPITULO 32: RENDIRSE A LOS DESEOS Él la miró atónito, sin saber qué responder. Y antes de que pudiera abrir la boca, Liana avanzó hacia él. —Te vi, Artem. Te vi dándote placer... por mí. El rostro de Artem palideció un instante, pero luego apretó los labios, tratando de mantener el control de la situación. —La próxima vez, pondré seguro en la puerta. Liana se rió suavemente, sin perder esa mirada seductora. —Ese no es el punto. —Dio un paso hacia él, reduciendo la distancia entre sus cuerpos—. Una cerradura no va a hacer que dejes de desearme. Artem negó con la cabeza, pero las palabras de Liana lo desarmaban. Su respiración se volvió más agitada, tratando de contener la tormenta de emociones que ella desataba en su interior. —Lo haces, Artem —continuó ella, con la voz firme, pero cargada de deseo—. Me deseas tanto como yo te deseo a ti. Sin previo aviso, dejó caer su traje de baño al suelo, sus senos ahora desnudos delante de él. Artem tragó duro, sus ojos fijos en l