CAPÍTULO 31: EL BRONCEADOR.

CAPÍTULO 31: EL BRONCEADOR.

—¿Qué demonios crees que estás haciendo? —bramó Artem, conteniéndose para no gritar.

Liana abrió los ojos lentamente, mirándolo a través de sus gafas de sol con una calma desquiciante, como si la situación fuera de lo más normal.

—¿Qué quieres decir? Solo estoy tomando el sol —respondió, con una sonrisa que parecía querer provocarlo.

Artem resopló, presionando el puente de su nariz con evidente frustración.

—¡Liana... estás prácticamente desnuda frente a mis hombres! —gruñó, señalando su bikini—. ¿Te parece bien andar así delante de ellos?

Ella se alzó de hombros, sus ojos brillando con una pizca de diversión.

—Son tus guardaespaldas. No les importo de esa manera.

—Pues lo que veo es a mi esposa exhibiéndose de más —la recriminó, con los ojos clavados en su bikini diminuto.

«Malditos trajes de baño deberían ser ilegales», pensó, tragando saliva ante la visión que lo tentaba.

Liana alzó una ceja con arrogancia, desafiándolo.

—¿Desde cuándo tomar el sol es un
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