CAPÍTULO 23: HASTA QUE DIGAS QUE SÍ.—¿Tienes hambre? —preguntó André, atrapando a Julieta mirándolo fijamente. Ella no pudo evitar perderse en la escena. No todos los días tenía el privilegio de ver a un hombre rudo cocinando. Aquella visión le provocó un calorcito especial en el pecho, así que, sin pensarlo mucho, se acercó a él y lo abrazó por detrás.—Un poco —susurró suavemente.André sonrió y siguió moviendo la pasta en la sartén.—Seguro nuestro hijo tiene hambre —dijo, con un tono dulce y divertido que le arrancó una sonrisa. Julieta escondió el rostro en su espalda, sintiendo cómo el calor subía a sus mejillas. Pero de repente, el pensamiento sobre su hermana la golpeó de nuevo, y su sonrisa se desvaneció.—¿Qué pasa, dolcezza? Desde aquí puedo sentir que algo te preocupa —preguntó André, al notar el cambio en ella.Julieta se tomó un momento antes de responder, respirando hondo.—Es que... pienso en cómo se lo va a tomar Natalia cuando... —sus palabras quedaron en el aire mie
CAPÍTULO 24: SECRETOS Y PECADOS.La camioneta Mercedes-Benz G-Class negra, lujosa y amplia, se acercaba con suavidad por el camino privado hacia la mansión en Palermo. Por fuera, el vehículo parecía la imagen perfecta de elegancia y poder, pero dentro de él, el ambiente estaba cargado de una tensión palpable. El silencio entre Marco y Natalia era espeso, tan denso que parecía imposible de romper. Sin embargo, Natalia lo hizo, mirando hacia delante con expresión fría y controlada.—Fue un error —dijo, con la voz tan gélida como sus palabras.Marco giró la cabeza y sus ojos azules se clavaron en ella, analizándola con una mezcla de molestia y curiosidad. Aunque la frialdad de Natalia lo incomodaba, prefirió no contradecirla. Sabía que no tenía mucho sentido fingir otra cosa, ya que él tampoco estaba construyéndose ilusiones.—¿De qué hablas? —replicó con un tono burlón, como si intentara molestarla—. Lo que haya pasado… se borró de mi memoria.Natalia tragó, escondiendo cualquier emoción
CAPÍTULO 25: ÉL PADRE DE MI BEBÉ.—Claro que sí —dijo de repente una voz fría—, porque estás muerto ahora mismo.André giró la cabeza, y al voltear, se encontró con Marco, quien sostenía una pistola apuntando directamente hacia él. La sorpresa paralizó a André por un momento, pero Marco mantenía una expresión imperturbable, llena de una furia contenida que parecía a punto de estallar. Julieta tragó saliva y sintió cómo su corazón se le subía a la garganta; rápidamente se apartó de André y comenzó a vestirse a toda prisa.En ese instante, Natalia entró, y al ver la escena, la furia y el dolor se apoderaron de ella. Con la voz temblorosa, explotó contra su hermana:—¡Eres una zorra, Julieta! —espetó, con los ojos llameando de rabia y desprecio.Julieta apenas pudo intentar defenderse, y se volvió aún más pálida que antes.—Natalia… déjame explicarte… no es como…Pero Natalia no la dejó continuar; dio un paso firme hacia ella, ignorando las súplicas, y le dio una bofetada.—¡¿No es lo qu
CAPÍTULO 26: DOBLE MORAL.La bala voló y terminó perdiéndose en el agua de la piscina. Ambos hombres comenzaron a forcejear, sus movimientos torpes pero llenos de fuerza. André empujó a Marco, mientras que este intentaba liberar su brazo para recargar el arma. Fue una pelea breve pero intensa, con la tensión flotando en el aire.De repente, una voz helada y autoritaria rompió el enfrentamiento.—¡Paren con esta tontería ahora mismo! —Santino, con una expresión sombría y amenazante, su tono congeló a André y a Marco en su lugar.Ambos hombres se apartaron, aunque sus miradas seguían cargadas de furia contenida. Marco no estaba dispuesto a dejarlo así; sus ojos buscaron a Julieta con una mezcla de resentimiento y sed de venganza.—Esto no se queda aquí —gruñó Marco, clavando los ojos en ella como si quisiera grabar su promesa en el aire—. Me cobraré esta ofensa, puedes estar segura de eso.Pero André no pensaba quedarse callado ni permitir que amenazara a Julieta. Sin dudarlo, dio un pa
CAPITULO 27: PRESTAME TU CUCHILLO.El rostro de Marco se convirtió en un poema de sorpresa e incomodidad, y Santino lo miraba con una expresión burlona. —No te lo esperabas, ¿eh? —continuó, sin disimular su satisfacción—. Pues que sepas que siempre voy un paso adelante, Marco. No iba a enviarte a una misión sin alguien que me informara. Yo, al igual que tú y André, estoy interesado en descubrir quién putas es el líder de Mano Oscura. Y vaya sorpresa me llevé cuando mi informante me contó que los gemidos de la habitación en la que te quedaste con Natalia… fueron bastante altos. Los ojos de Marco se abrieron, desconcertado por el giro de los acontecimientos. —Entonces… ¿qué me dices a eso? ¿Tengo o no tengo razón? —preguntó Santino, dejando claro que no iba a tolerar doble moral. Marco no respondió de inmediato. De hecho, se sintió incómodo y avergonzado, aunque en el fondo no sentía culpa alguna. Y mientras analizaba la situación, tampoco pudo sentir dolor al recordar a Julieta con
CAPÍTULO 28: HE PERDIDO UNA HERMANA.Julieta corrió tras Natalia, logrando alcanzarla con el corazón en la garganta. La agarró del brazo y, desesperada, le pidió que se detuviera.—¡Por favor, Natalia, espera!Natalia se apartó con brusquedad, girándose para mirarla con los ojos rojos, llenos de enojo y resentimiento.—¿Vienes a regodearte de haberme humillado una vez más?Las palabras de Natalia lastimaron profundamente a Julieta, pero ella negó con la cabeza, mirándola con sus ojos también enrojecidos. Se acercó cautelosamente, sintiendo el pecho apretado al ver cuánto sufría su hermana, y peor aún, saber que era en gran parte por su culpa.—Yo... nunca he querido lastimarte... Todo...Pero Natalia rió con burla, aplaudiendo con sarcasmo.—Claro, porque una hermana que le roba el novio a la otra, ¿no es lastimar, verdad?Julieta la miró en silencio, sintiendo una mezcla de tristeza y rabia. Estaba allí para explicarle, para lograr que entendiera cómo sucedió todo, porque a pesar de
CAPÍTULO 29: CONFUSIÓN DE SENTIMIENTOS.André abrió la puerta de la habitación que compartía con Julieta y sonrió al ver la ropa que ella había dejado sobre la cama. Caminó hacia el baño con una expresión divertida y en tono coqueto murmuró en italiano:—Facciamo la doccia insieme? (¿nos duchamos juntos?)Pero al abrir la puerta, no encontró a nadie. Sus cejas se fruncieron mientras miraba alrededor y murmuraba:—¿Donde estas, monella?Salió del baño y revisó el resto de la habitación sin encontrar rastro de ella. La ansiedad comenzó a instalarse en su pecho mientras bajaba las escaleras en busca de alguien que pudiera haberla visto. Se acercó a uno de los guardaespaldas y, con un tono que apenas disimulaba su preocupación, le preguntó:—¿Has visto a la señora?El guardaespaldas negó con la cabeza, y André, aún más inquieto, continuó:—¿Y a la otra, la que acababa de llegar? La hermana de mi mujer.El hombre respondió con rapidez:—La señorita Natalia está en el estudio, señor… se veí
CAPITULO 30: EL VERDADERO ENEMIGO.Julieta despertó sobresaltada en una habitación desconocida, sin ventanas, con una sola puerta cerrada. El silencio denso la rodeaba, y la ansiedad comenzó a invadirla. Sentía su respiración entrecortada y sus manos temblorosas cuando, de pronto, recordó la conversación con su tío.«—Principessa… —dijo, con un tono pausado que le hizo percibir un matiz de dolor real—. Tu padre… tu padre me pidió que...Julieta sintió un nudo de incertidumbre en el pecho. La voz de su tío sonaba más grave de lo normal, y sintió un impulso de estar cerca de él, era la última figura familiar que le quedaba.—¿Dónde estás, tío? ¡¿Puedo verte?!Rocco suspiró, y cuando habló de nuevo, había un rastro de dureza en su voz.—A mi hermano lo vendieron, ¿entiendes? Lo entregaron como un animal. Y si alguien va a cobrar esa deuda de sangre, esa serás tú. No hay nadie más que pueda llevar esta carga. Nadie en quien yo confíe como en ti.Las palabras calaron hondo en ella, encendi