CAPÍTULO 29: CONFUSIÓN DE SENTIMIENTOS.André abrió la puerta de la habitación que compartía con Julieta y sonrió al ver la ropa que ella había dejado sobre la cama. Caminó hacia el baño con una expresión divertida y en tono coqueto murmuró en italiano:—Facciamo la doccia insieme? (¿nos duchamos juntos?)Pero al abrir la puerta, no encontró a nadie. Sus cejas se fruncieron mientras miraba alrededor y murmuraba:—¿Donde estas, monella?Salió del baño y revisó el resto de la habitación sin encontrar rastro de ella. La ansiedad comenzó a instalarse en su pecho mientras bajaba las escaleras en busca de alguien que pudiera haberla visto. Se acercó a uno de los guardaespaldas y, con un tono que apenas disimulaba su preocupación, le preguntó:—¿Has visto a la señora?El guardaespaldas negó con la cabeza, y André, aún más inquieto, continuó:—¿Y a la otra, la que acababa de llegar? La hermana de mi mujer.El hombre respondió con rapidez:—La señorita Natalia está en el estudio, señor… se veí
CAPITULO 30: EL VERDADERO ENEMIGO.Julieta despertó sobresaltada en una habitación desconocida, sin ventanas, con una sola puerta cerrada. El silencio denso la rodeaba, y la ansiedad comenzó a invadirla. Sentía su respiración entrecortada y sus manos temblorosas cuando, de pronto, recordó la conversación con su tío.«—Principessa… —dijo, con un tono pausado que le hizo percibir un matiz de dolor real—. Tu padre… tu padre me pidió que...Julieta sintió un nudo de incertidumbre en el pecho. La voz de su tío sonaba más grave de lo normal, y sintió un impulso de estar cerca de él, era la última figura familiar que le quedaba.—¿Dónde estás, tío? ¡¿Puedo verte?!Rocco suspiró, y cuando habló de nuevo, había un rastro de dureza en su voz.—A mi hermano lo vendieron, ¿entiendes? Lo entregaron como un animal. Y si alguien va a cobrar esa deuda de sangre, esa serás tú. No hay nadie más que pueda llevar esta carga. Nadie en quien yo confíe como en ti.Las palabras calaron hondo en ella, encendi
CAPÍTULO 31: EL VERDADERO ENEMIGO (II)Julieta apenas podía procesar las palabras de su tío. Rocco la observaba con una sonrisa torcida, disfrutando del terror y la confusión en sus ojos. Ella había adorado a su tío como a un segundo padre, confiado en él ciegamente, y ahora todo se desmoronaba como un castillo de naipes.—¿Quieres saber por qué, verdad? —dijo Rocco con una sonrisa burlona y nada de culpa en sus ojos—. Bueno, siempre pensé que era yo quien debía heredar el imperio de los Ricci, no tu padre. Pero papá decidió otra cosa. Decidió hacer "Don" a Salvatore y relegarme a mí, su primogénito. ¿No te parece injusto?La voz de Julieta tembló de rabia y dolor cuando respondió, tratando de asimilar cada palabra.—Mi... mi papá te adoraba…Rocco soltó una carcajada amarga, inclinándose hacia ella para que pudiera oír cada palabra con claridad.—¿Adorarme? Sí, lo sé. Salvatore siempre fue la estrella, el favorito, el buen hermano, el digno. El que se quedaba con todo —gruñó esto últ
CAPÍTULO 32: SÉ DÓNDE ESTÁ.André caminaba de un lado a otro en el estudio, su rostro sombrío y cada músculo tenso mientras intentaba mantener la calma. Santino lo observaba, los ojos oscuros llenos de preocupación.—André, ¿dices que Julieta no está en la propiedad? —preguntó Santino, la voz baja pero con una inquietud palpable—. Esto no es buena señal, y menos como están las cosas.André golpeó el escritorio con un puño cerrado, frustrado. Las sombras en sus ojos eran profundas, y la desesperación apenas contenida mientras pensaba en ella… y en el bebé que venía en camino.—Lo sé, maldición, lo sé… —respondió entre dientes, intentando sofocar el pánico.En ese momento, la puerta se abrió, y uno de los guardaespaldas entró rápidamente, extendiéndole un dispositivo USB.—Aquí tiene los videos de seguridad de la casa, señor.Sin perder un segundo, André conectó el dispositivo a su laptop, sus manos moviéndose con rapidez mientras adelantaba las horas de grabación. Sus ojos escaneaban c
CAPÍTULO 33: TORTURA.—Figlio di puttana… ¡maledetto bastardo! ¡Va a pagar por esto!Santino, a su lado, también estaba a punto de explotar, con los puños apretados. Mientras, Natalia observaba en silencio, con el corazón hecho pedazos, tratando de procesar lo que acababa de descubrir.—No... no puede ser... —murmuró ella, con la voz temblorosa—. Tío Rocco es...André le quitó la fotografía de las manos y la miró con furia, las aletas de su nariz se ensanchaban mientras apretaba los dientes. Su sangre hervía.—El bastardo estaba cerca, y no lo sabíamos —escupió con desprecio—. Ahora entiendo por qué cuando Salvatore murió, no regresó. Rocco lo mató, tenía todo planeado.Los ojos de Natalia se llenaron de lágrimas. La idea de que Rocco, su propio tío, pudiera tener algo que ver con la muerte de su padre era demasiado dolorosa para asimilar.—¿Y si él no...? —comenzó a decir, sin fuerzas.André la miró con dureza, cortándola de inmediato.—¿No ves las pruebas? ¡Rocco es el líder de Mano
CAPÍTULO 34: JUNTOS.Natalia miró a André con firmeza, sus ojos totalmente decididos.—Voy a ir, André —espetó, con una actitud desafiante—. Se trata de mi hermana, ¿recuerdas? No me voy a quedar de brazos cruzados.André resopló, cruzándose de brazos con una expresión molesta.—No, no vas a ir —contestó—. Es demasiado peligroso, y no tengo interés en andar cuidándote.Ella levantó una ceja, mirándolo con desdén.—¡Yo me sé cuidar! No soy una niña.—Claro, claro. Seguro que eres una experta en eso —dijo, haciendo un gesto con la mano—. ¿Acaso te crees invencible? ¿O de goma? Antes de que lo veas venir tendrás una bala en el cerebro.—¡No soy invencible, pero sé defenderme! —replicó Natalia.André rodó los ojos, claramente exasperado.—¡Maledizione! La testarudez viene de familia —murmuró, sin mirarla, y comenzó a caminar hacia el auto.Natalia lo siguió, apretando los dientes.—¡Te escuché, sabes! ¡Y tú eres un idiota! —gritó, sin importarle que lo oyera.André estaba a punto de girar
CAPÍTULO 35: TRAGEDIA.La serie de autos se detuvo frente a la mansión, y la tensión en el aire era palpable. Rocco estaba en la entrada, sujetando a Julieta por el cabello, su rostro iluminado por una sonrisa cruel. Alrededor de él, sus hombres se colocaron en posiciones defensivas, listos para cualquier ataque.Los hombres de André y Santino emergieron de los autos, armados y con miradas decididas, listos para un enfrentamiento directo. André salió del auto en medio de todos, su rostro serio y marcado por una determinación feroz. Al ver a Julieta atrapada y sometida, apretó los puños con furia contenida.—Déjala ir. —dijo André, con una voz helada y amenazante.Rocco soltó una risa burlona, claramente disfrutando de la situación.—¿Dejarla ir? —repitió, con una mueca de burla—. ¿Y perderme la diversión? No, André, no tan rápido. Además… —dijo mientras sacudía a Julieta con desprecio—, se que hay algo que te pertenece dentro de ella.Los ojos de André se entrecerraron de furia, y dio
CAPÍTULO 36: DOLOR. Los hombres de Rocco y los de Santino, que hasta entonces se mantenían a la espera, desenfundaron sus armas casi al mismo tiempo. El sonido de las balas llenó la estancia en una ráfaga de fuego y estruendo. Cada disparo cortaba el aire mientras la pólvora y el humo envolvían la escena. Algunos caían, otros retrocedían buscando cobertura, y el enfrentamiento se intensificó con cada segundo. Mientras tanto, Julieta cayó de rodillas junto a su hermana, presionando sus manos sobre la herida en el abdomen de Natalia, tratando de detener la sangre que se deslizaba entre sus dedos. Ella la miró, con una expresión de dolor y alivio, su rostro palideciendo a cada segundo. —No… No te preocupes por mí, Julieta —murmuró con voz apenas audible, haciendo un esfuerzo por sonreír—. Lo importante es que estás bien… esta vez, yo te protegí. Julieta sacudió la cabeza, apretando los labios mientras las lágrimas comenzaban a resbalar por sus mejillas. Presionó con más fuerza la