CAPITULO 114: CAMINOS SEPARADOS.Daisy cerró los ojos con fuerza, luchando contra el remolino de emociones que la invadía. Por primera vez en su vida, tenía la oportunidad de tomar una decisión por sí misma, de no seguir las órdenes de su padre ni vivir bajo su control. Una chispa de claridad se encendió dentro de ella, y lo supo. Lo quería. A él.Abrió los ojos, y con un movimiento decidido, levantó sus manos para acunar el rostro de Andre. Él la miró, sorprendido, con sus ojos oscuros llenos de intensidad.—No importa quién soy —susurró ella, con la voz temblando—. Lo único que importa es lo que ambos sentimos ahora.Andre no respondió con palabras. En cambio, sus ojos se hundieron en los de ella, llenos de una mezcla de deseo y confusión. Daisy se inclinó suavemente hacia él, rozando apenas sus labios. El suave aroma a fresas inundó sus sentidos, y en ese instante, ella sacó la lengua, trazando un suave recorrido por sus labios.El cuerpo de Andre se tensó al instante, un gruñido b
CAPÍTULO 115: SOLO NOSOTROS DOS.Con un gruñido, Andre la atrajo de nuevo hacia él, sus labios descendiendo de nuevo hacia sus pechos, esta vez más despacio, más deliberado. Sabía que cada segundo que pasaba era una provocación, y a ella le encantaba. Tomó su tiempo, saboreando cada beso, cada caricia, hasta que el aire entre ambos se volvió denso, casi insoportable.Daisy dejó escapar un gemido suave cuando él comenzó a chupar con mayor intensidad, su cuerpo reaccionando con una mezcla de placer y necesidad. Se arqueó contra él, sus manos buscando algo a lo que aferrarse, mientras Andre volvía a mirarla a los ojos, esta vez sin dejar de besarla.—Te gusta esto, ¿no? Ella mordió su labio, intentando contenerse, pero en ese momento, no quedaba espacio para el orgullo.—Si… —respondió, entre jadeos entrecortados, su cuerpo encendiéndose bajo el toque de Andre. Era una batalla perdida. —Me vuelves loca… —logró decir, su voz apenas audible mientras él aumentaba la intensidad de sus caric
CAPITULO 116: UN ERROR.Andre no dijo nada, pero sus ojos, oscuros como el pecado, lo decían todo. Volvió a besarla, esta vez con una intensidad arrolladora, mientras sus manos la aferraban con fuerza, como si temiera que pudiera desaparecer en cualquier momento. Y Daisy, entregándose completamente al momento, bajó las manos al botón de su pantalón, sus dedos temblorosos pero decididos.Él la dejó hacer, sin apartar la mirada de la suya, sus respiraciones sincronizadas, creando una tensión palpable en el aire. Los labios de ambos permanecían a solo centímetros, como si cualquier palabra o suspiro pudiera romper la fina línea entre el control y el caos. Cuando finalmente Daisy liberó su erección, se quedó sin aliento. Todo tuvo sentido para ella. Ahora entendía por qué las mujeres se derretían por él, por qué había algo en Andre que las hacía perder la cabeza.—Dios… —susurró sin poder evitarlo, con los ojos fijos en la manifestación de su deseo.Andre sonrió, esa sonrisa, viendo su exp
CAPÍTULO 117: CARA A CARA.El sol atravesaba la ventana de cristal, los rayos se posaron sobre el rostro dormido de André, quien lentamente abrió los ojos. Aun medio perdido entre el sueño y la realidad, su mano se deslizó por la cama, buscando a la mujer que la noche anterior había compartido su pasión.Después de aquel intenso interludio en el auto, Daisy había aceptado acompañarlo a su casa en Palermo. Una vez allí, la lujuria que había crecido entre ellos los consumió por completo. Se entregaron el uno al otro hasta saciar las ansias, aunque, para André, aquello no había sido suficiente. Había algo en ella que lo dejaba con hambre, un vacío que no había logrado llenar del todo.Al tocar la sábana fría junto a él, se incorporó de inmediato. Su mirada recorrió la cama y el cuarto, pero Daisy no estaba. Se levantó rápidamente, recorriendo la habitación con pasos apresurados. No la encontró. Tomó su bata y salió al pasillo, recorriendo el resto de la casa. Estaba vacía. Se había ido.
CAPÍTULO 118: LA TRAMPA DEL TRAICIONERO.La bodega abandonada estaba oscura y desolada. El aire olía a humedad y decadencia, como si el sitio mismo llevara años sin vida.Artem estaba en el centro, inmóvil, esperando. Su mirada fija hacia la entrada, sabía que en cualquier momento aparecería. Finalmente, el ruido de pasos le indicó que no tendría que esperar más.Mijaíl llegó, acompañado de Konstantin. Su sonrisa arrogante lo decía todo; creía que seguía teniendo el control. Caminó hacia Artem con confianza, sus zapatos de cuero resonando en el suelo polvoriento. Se detuvo frente a su hijo y lo miró con esa expresión de superioridad que tanto lo había definido toda su vida.—Hola, Artem —dijo burlón—. ¿Para qué querías verme?Artem lo observó en silencio por unos segundos, cada músculo de su cuerpo tensándose al límite mientras intentaba mantener el control. La ira le hervía en las venas, pero no podía perder la calma. No ahora.—Sabes perfectamente por qué te cité —respondió—. Es hor
CAPÍTULO 119: CAÍN Y ABEL.Artem mantuvo su postura, sin mover un músculo, incluso con las armas apuntándole. Finalmente, habló, su voz tranquila, aunque cargada de dolor y resentimiento reprimido.—Nunca entendí por qué tanta crueldad con mi madre —dijo—. ¿Por qué siempre intentaste destruirme a mí también? ¿Qué ganabas con eso?Mijaíl hizo una mueca de desinterés. Resopló antes de responder.—Tu madre… —empezó con un tono despectivo—. Solo era un estorbo. Una mujer débil, que no merecía estar a mi lado. El único beneficio que me dio fue darme hijos. —Hizo una pausa, mirando a Konstantin con una sonrisa seca—. Bueno, solo uno de ustedes merece heredar todo lo que he construido. Y no eres tú, Artem. —Volvió a mirarlo, con la pistola aún apuntándolo—. Así que… si hoy tengo que elegir… supongo que ya sabes cuál será mi decisión.Mijaíl sonrió de lado y, sin dejar de apuntar a Artem, dirigió su mirada hacia su otro hijo.—Konstantin… esta es tu primera prueba como futuro jefe —dijo lenta
CAPÍTULO 120: ELLA ME AMABA.Las palabras cayeron como una bomba y Artem se quedó inmóvil, observando, mientras la burla en los ojos de Mijaíl solo encendía aún más el odio en Konstantin.Él no respondió de inmediato, pero su mirada lo dijo todo. Mijaíl se burló de la incredulidad de Artem, así que decidió ir más allá, continuó con su ataque verbal, pensando que quizás podría ponerlos en contra. A decir verdad, lo único que le interesaba era su pellejo.—Konstantin cogia con Susana incluso cuando era tu esposa —dijo mirando a Artem y haciendo una mueca—. ¿Ves, hijito? La perra no era buena después de todo. ¿Qué esperabas de una taibolera? Ella le abrió las piernas a tu hermano, no te quería como imaginabas. Pensándolo bien, te hice un favor.Al escuchar esto, la rabia en Konstantin se hizo mayor y disparó. La bala atravesó el hombro de Mijaíl.—¡Ella me amaba! —gritó.Artem apuntó su arma a Konstantin, esperando algún movimiento, pero él solo estaba enfocado en su padre.—Ella me amaba
CAPÍTULO 121: CUIDARÉ TU ESPALDA.Artem estaba perplejo al ver a Liana allí, pero rápidamente salió de su estupor, fue hacia ella y la abrazó con fuerza.—Что ты здесь делаешь, моя любовь? (¿Qué haces aquí, mi amor?) —le dijo, mientras la besaba.Liana sonrió y correspondió al abrazo, mirando los cuerpos de Mijaíl y Konstantin.—Fui a casa y no estabas, así que contacté a Santino… Me dijo que estarías aquí, tenía que venir, Artem… no sé por qué, pero sentí la necesidad de hacerlo.En ese momento, Santino entró corriendo con su arma en la mano, seguido de sus hombres. Al ver la escena, alzó las cejas con sorpresa y luego miró a Artem, disculpándose rápidamente.—No pude detenerla y, por si acaso, la pistola no es mía —dijo, con una media sonrisa—. Alexei tenía razón, ella no nació para ser monja.Liana se rió y se apartó para mirar a Artem, pero vio el dolor en sus ojos. Comprendió que, después de todo, Mijaíl y Konstantin eran su familia.—Ellos no te merecían, cariño. Pero no estás so