CAPÍTULO 109: UNA GUERRA DECLARADA.Tatiana bebió un sorbo de agua, pero la tensión en su rostro no desaparecía. Apretó el vaso con ambas manos, como si eso la ayudara a reunir fuerzas para contar lo sucedido.—Alexei iba en su auto… con su chofer de siempre —comenzó, con la voz temblando—. Todo parecía normal. Salía de una reunión con uno de los contactos en el puerto. Iban por una avenida sin mucho tráfico, no había señales de peligro. Pero de repente… un auto negro se puso a la par del suyo. Primero no pensaron que fuera nada, pero entonces, sin previo aviso, —Tatiana cerró los ojos por un segundo, intentando calmarse—. Los disparos… llegaron de la nada. El chofer no tuvo tiempo de reaccionar. Murió al instante, y Alexei… —se interrumpió, tragando saliva— intentó cubrirse, pero lo alcanzaron… recibió dos balas. El auto chocó, y si no fuera porque la seguridad llegó rápido, no estaría vivo ahora.Artem escuchaba y cada palabra encendía más su ira. A su lado, Liana sentía la tensión
CAPÍTULO 110: PEQUEÑAS ALIANZAS.El aire en la sala pareció hacerse más pesado, y Santino, que pocas veces se veía intimidado, notó de inmediato el peligro en la postura de Artem. Sabía que la situación era grave, pero la intensidad en el rostro dejaba claro que no iba a aceptar un “no” como respuesta.Se cruzó de brazos, alzando una ceja. Él, en fondo, el respeto que sentía por Artem era real, pero también lo era la necesidad de mantener su posición.—¿Y si no acepto? —respondió con un tono neutral, aunque sabía que, en el fondo, su decisión ya estaba tomada. Artem miró a Santino con ojos fríos y serenos. Al escuchar la negativa inicial del italiano, lanzó una amenaza directa pero calculada:—Vas a aceptar, porque ambos sabemos que Alexei es importante para los dos. Esto no es solo por mí.Santino sostuvo la mirada de Artem por un momento, sopesando las palabras y la situación. Finalmente, sin decir una palabra, se dejó caer de nuevo en su silla e hizo un gesto para que Artem se sent
CAPÍTULO 111: SIGUE MI JUEGO.En el balcón de la imponente mansión, las luces de Palermo brillaban a lo lejos. André dejó salir lentamente el humo de su cigarrillo, observando el resplandor en el horizonte, aunque su mente estaba concentrada en la conversación. A su lado, un hombre anciano, de unos setenta años, sostenía un puro entre sus dedos, mirándolo con ojos agudos y calculadores. El anciano era don Salvatore Ricci, uno de los mafiosos más antiguos y poderosos de Italia, un hombre que había construido su imperio con sangre, astucia y sin miedo a hacer lo necesario para mantenerse en la cima.—Entonces —dijo don Salvatore, tras exhalar una larga bocanada de humo del puro—, me estás pidiendo que haga negocios con Santino en su cruzada por el control de los Estados Unidos. ¿Y qué gano yo con eso, ragazzo? ― sopesando cada palabra con años de experiencia y desconfianza.André lo miró a los ojos, sin perder la calma.—Don Salvatore, con su influencia en los círculos políticos de Ital
CAPITULO 112: PASA UNA NOCHE CONMIGO.El impacto del beso tomó a Andre completamente por sorpresa. Sus labios se unieron con los de ella de forma abrupta, pero en cuestión de segundos, algo en el ambiente cambió. Quizás era el efecto del alcohol que corría por sus venas, o tal vez había algo más, una atracción inesperada que lo atrapaba. Los labios de ella eran suaves, tentadores, y, sin poder evitarlo, dejó caer la maceta que tenía en la mano. El objeto cayó al suelo, quebrándose en pedazos, pero él no se dio cuenta. Su mente solo registraba a la mujer que lo estaba besando.Lentamente, André deslizó su lengua, buscando la de ella, encontrándola, y el beso se transformó en algo más profundo, más intenso. La mano que antes sostenía la maceta ahora rodeaba con firmeza la cintura de la mujer, acercándola más a su cuerpo. Su otra mano subió con decisión hasta su nuca, sujetándola, controlando el ritmo, intensificando la conexión.Ella, por su parte, también sintió cómo el miedo que la ha
CAPÍTULO 113: SOLO DIME QUIEN ERESAndre y Daisy salieron corriendo de la mansión bajo la lluvia, sus pasos resonando en el pavimento mojado. Andre la sujetaba de la mano, guiándola hacia su auto, un Lamborghini que esperaba bajo la luz de las farolas. Cuando llegaron, Daisy se detuvo, dudando antes de subir.—¿Qué pasa? —preguntó Andre al notar su reticencia.Ella lo miró con desconfianza.—No voy a ir contigo a ningún lado. No sé quién eres… podrías ser un asesino en serie o algo así…Andre soltó una risa profunda.—¿De verdad tienes miedo de mí? —preguntó con una sonrisa burlona—. ¿Tú, que estabas dispuesta a saltar por un balcón?Daisy bajó la mirada, incapaz de encontrar una respuesta que explicara su situación. No estaba huyendo de cualquier hombre, sino de su padre, con quien había discutido esa misma noche. Después de una fuerte pelea, él la había abofeteado, y aunque se había arrepentido al instante, para ella ya era demasiado tarde.—No es lo mismo… —susurró, mirando al suelo
CAPITULO 114: CAMINOS SEPARADOS.Daisy cerró los ojos con fuerza, luchando contra el remolino de emociones que la invadía. Por primera vez en su vida, tenía la oportunidad de tomar una decisión por sí misma, de no seguir las órdenes de su padre ni vivir bajo su control. Una chispa de claridad se encendió dentro de ella, y lo supo. Lo quería. A él.Abrió los ojos, y con un movimiento decidido, levantó sus manos para acunar el rostro de Andre. Él la miró, sorprendido, con sus ojos oscuros llenos de intensidad.—No importa quién soy —susurró ella, con la voz temblando—. Lo único que importa es lo que ambos sentimos ahora.Andre no respondió con palabras. En cambio, sus ojos se hundieron en los de ella, llenos de una mezcla de deseo y confusión. Daisy se inclinó suavemente hacia él, rozando apenas sus labios. El suave aroma a fresas inundó sus sentidos, y en ese instante, ella sacó la lengua, trazando un suave recorrido por sus labios.El cuerpo de Andre se tensó al instante, un gruñido b
CAPÍTULO 115: SOLO NOSOTROS DOS.Con un gruñido, Andre la atrajo de nuevo hacia él, sus labios descendiendo de nuevo hacia sus pechos, esta vez más despacio, más deliberado. Sabía que cada segundo que pasaba era una provocación, y a ella le encantaba. Tomó su tiempo, saboreando cada beso, cada caricia, hasta que el aire entre ambos se volvió denso, casi insoportable.Daisy dejó escapar un gemido suave cuando él comenzó a chupar con mayor intensidad, su cuerpo reaccionando con una mezcla de placer y necesidad. Se arqueó contra él, sus manos buscando algo a lo que aferrarse, mientras Andre volvía a mirarla a los ojos, esta vez sin dejar de besarla.—Te gusta esto, ¿no? Ella mordió su labio, intentando contenerse, pero en ese momento, no quedaba espacio para el orgullo.—Si… —respondió, entre jadeos entrecortados, su cuerpo encendiéndose bajo el toque de Andre. Era una batalla perdida. —Me vuelves loca… —logró decir, su voz apenas audible mientras él aumentaba la intensidad de sus caric
CAPITULO 116: UN ERROR.Andre no dijo nada, pero sus ojos, oscuros como el pecado, lo decían todo. Volvió a besarla, esta vez con una intensidad arrolladora, mientras sus manos la aferraban con fuerza, como si temiera que pudiera desaparecer en cualquier momento. Y Daisy, entregándose completamente al momento, bajó las manos al botón de su pantalón, sus dedos temblorosos pero decididos.Él la dejó hacer, sin apartar la mirada de la suya, sus respiraciones sincronizadas, creando una tensión palpable en el aire. Los labios de ambos permanecían a solo centímetros, como si cualquier palabra o suspiro pudiera romper la fina línea entre el control y el caos. Cuando finalmente Daisy liberó su erección, se quedó sin aliento. Todo tuvo sentido para ella. Ahora entendía por qué las mujeres se derretían por él, por qué había algo en Andre que las hacía perder la cabeza.—Dios… —susurró sin poder evitarlo, con los ojos fijos en la manifestación de su deseo.Andre sonrió, esa sonrisa, viendo su exp