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Capítulo 3. Muerta de miedo

Priscila no pensó mucho en que decirles a esos rufianes, para que la dejaran en paz, ya que apenas se había alejado un poco de aquel individuo. Observó un árbol de gran magnitud, mientras lo señalaba, y decía: detrás de ese árbol puede ser, con permiso, y estaba a punto de tomar su camino. Sin embargo, no se percató de que todavía tenía sus dos manos atadas.

Ella apenas se dio cuenta de esto, dijo, pero antes de irme, por favor me pueden desatar mis manos, ya que estando de esta forma es muy difícil bajarme los pantalones.

Aquel hombre que le decían orejas comentó, ¿y tú nos crees estúpido, o qué?, ¿acaso, crees que te vamos a dejar ir sola?, si quieres hacer tus necesidades, te va a tocar hacerla delante de nosotros.

Priscila no se esperaba esto, ya que ella lo único que pretendía hacer cuando estuviera fuera de la mirada de esos tipos era echar a correr como alma que lleva el diablo y sin mirar atrás. Aunque sí tenía un poco de ganas de orinar, pero esta se la podía aguantar hasta cuando ya estuviera lejos de estos hombres, sin embargo, no esperaba que fueran tan astutos, puesto que tenían caras de idiotas.

Luego, al pensar que quizás no tenía salida, ya que si regresaba el que parecía que era el líder, ahí si no tendría otra mejor oportunidad, puesto que Bryan parecía que estaba haciendo la llamada a sus familiares, dijo, como suponen que voy a hacer mis necesidades delante de ustedes.

No saben que una dama requiere su privacidad para ciertas actividades, además no tengo a dónde ir, ya que ni siquiera sé en qué lugar nos encontramos y, sin duda, si me escapo, me comerá un animal salvaje. Así que prefiero estar con ustedes, ya que por lo menos sé que lo único que quieren es dinero y estoy más que segura de que no me harán ningún daño.

Pues, si me tocan un cabello, mi familia no les dará ni un centavo y más bien los buscará por aire y tierra para cobrárselas, una por una todo lo que me hicieron, solo esperaba que con estas palabras se les quitarán las ganas que tenían de violarla.

Luego recordó que necesitaba que la soltaran y volvió a mostrar sus manos para ver si la desataban de una vez por todas. 

No obstante, contó con una mala suerte, ya que apenas había puesto sus manos para que le quitaran la cinta, se les acercó el que parecía el líder de entre los cuatro, dando instrucciones. De un instante a otro se vio recostada a un árbol y le había roto la camisa de su uniforme, quedándose así con un top de color blanco y con los pantalones todavía puestos y muerta del miedo.

En ese momento ella gritó al sentir el frío en su piel y al verse semidesnuda, ya que se imaginó lo peor y no era para menos, porque en ese mismo instante el tal Bryan la estaba besando por el cuello y los otros tres discutían para ver quién iba de segundo, ella se había quedado paralizada por los acontecimientos.

Y lo único que hacía era derramar lágrimas sin siquiera poder defenderse y necesitaba hacer algo, pero en ese instante no sabía qué más podía hacer, para evitar que la violaran y mientras pensaba que iba a hacer sintió que aquel tipo le estaba acariciando sus senos por encima del top.

Priscila de inmediato reaccionó y lo empujó con toda su fuerza, contando con tan buena suerte que logró desequilibrarlo un poco y trató de salir corriendo, pero aquel tipo se había recuperado muy rápido, ya que le metió tremenda cachetada que pudo sentir el sabor de la sangre en su boca.

Y la agarró con fuerza por el cuello y la volvió a arrinconar al mismo árbol, mientras ella trataba de respirar y zafarse del agarre de ese malandro, pero le era imposible soltarse, puesto que él, le apretaba con mucha fuerza su garganta.

Luego lo escucho decir, te sientes asqueada por mi toque, pero entre todo te vamos a enseñar una lección, ya que ahora te lo vamos a hacer entre nosotros cuatro, solo espero que disfrute de todas las cosas que te vamos a hacer y de inmediato llamó a sus compañeros para que comenzaran su vil acto juntos.

Priscila, que estaba que moría de miedo con el toque de ese solo tipo, al imaginarse que ya no sería una sola mano, sino varias, prefería morir allí mismo.

Y Bryan, después de llamar a sus compañeros para que le ayudara a desnudarla, fue que le soltó el cuello y ella pudo respirar un poco mejor.

Igual no le dieron tiempo de recuperar su respiración, pues de inmediato sintió que le iban a quitar el pantalón y ahí fue que comenzó a gritar como una loca pidiendo ayuda, aunque sabía muy bien que en ese lugar era imposible que alguien le escuchara sus gritos.

Pero eso era lo único que le quedaba por ahora, pues sabía muy bien que, si dejaba que esos tipos la violaran, no podía seguir con su vida como lo venía haciendo antes, con ese trauma. Mientras gritaba uno, le decía: grita todo lo que quieras, total, aquí en esta selva nadie te va a escuchar.

¿Por qué crees que te trajimos hasta este lugar?

No me digas que pensaste que era para que vieras la naturaleza, y mientras decían estas palabras, se reían entre ellos.

Priscila ahora si estaba más que arrepentida de no haberle hecho caso a sus padres, solo esperaba que la pudieran perdonar, porque apenas tuviera la oportunidad se quitaría la vida ella misma, antes de que le dieran el dinero de su rescate a estos desgraciados.

Ya que no podía seguir viviendo, ni un instante más y menos viendo como esos tipos, saldrían victoriosos de todo esto y dejándola a ella en la desgracia absoluta. 

Pero ella, que estaba perdida con sus pensamientos internos, no se dio cuenta cuando había llegado aquel hombre musculoso a salvarla.

Solo sintió como les quitaban a aquellos mal nacidos de encima y no tuvo tiempo de reaccionar, pues, en un momento a otro, un hombre sin camisa, la había puesto detrás de su espalda, mientras peleaba con los cuatro secuestradores.

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