Salieron entusiasmadas y se dirigieron al lugar donde Gabriel, escondido junto a Oli y Darío —quien grabaría el video— las esperaba. Al llegar y sentarse en el banco, Elvira se levantó como si fuera a comprar algo a un señor cercano. Era el momento que Gaby esperaba; avanzó rápidamente y se puso de rodillas frente a Evelin, quien lo miró sorprendida.— ¿Gaby...?—Eve, apareciste en mi vida y me completaste. Todo cobró sentido: el brillo de tus ojos, tu olor, tu calor hicieron palpitar mi corazón. Yo nací para vivir y morir a tu lado, Eve. Y aún después de muerto, mi alma estará fundida con la tuya por toda la eternidad. Estar a tu lado, escuchar tu voz, tu risa alegre es lo único que deseo en esta vida y en todas las demás. Evelin Rossi, ¿me harías el honor de ser mi esposa? —Y le extiende un impresionante anillo de compromiso. Evelin se queda mirándolo, realmente impresionada. Su corazón late acelerado. Ha pasado tiempo desde que lo viera allí, arrodillado, suplicándole que se casar
No había manera de escapar, por mucho que traté de que papá no se diera cuenta de que estaba en mi habitación, me descubrió y ya inició con su cantaleta de siempre.— ¡Papá, no necesito que me busques un novio! — exclamé, tratando de expresar mi frustración.Su mirada paternal me demostró su preocupación mientras respondía muy serio como siempre que hablaba de lo mismo.— Eve, no quiero que te pase igual que a mí. Que pasé casi toda mi vida solo — dijo con un deje de tristeza que me llamó la atención.Me quedé mirándolo fijo sin comprender lo que quería decir con aquello, su matrimonio era un misterio para mí. Suspiré sabiendo que tenía buenas intenciones, pero también me incomodaba la insistencia de buscar un novio para mí.— Papá, te casaste con mi madre — mencioné, esperando entender su perspectiva.— Si le puedes llamar a eso estar casados — dijo, con una mezcla de tristeza y nostalgia en su tono. Sus palabras me intrigaron y no pude evitar preguntar:— ¿Qué quieres decir con eso?
Decidí mantenerme oculta y escuchar hasta el final la conversación entre ellos, necesitaba saber hasta qué punto había sido engañada. Con el corazón roto y la confianza hecha añicos, continué escuchando desde mi escondite.— ¡No es por eso! ¡Ella es muy buena chica! —siguió alegando Miranda y casi estaba convencida de que en verdad era mi querida amiga. Pero lo que siguió hizo añicos mi corazón. — Pero no te voy a negar, que también me agrada que me miren más a mí que a ella, ji, ji, ji...— ¡Lo sabía! —exclamó Rusell, sintiendo que no estaba solo en su farsa de engañarme. — Yo estoy con ella porque me interesa su dinero y que me haga los trabajos. Mis notas han subido mucho desde que ella las hace.Me quedé petrificada. ¿Qué dinero? Si nosotros vivíamos con lo mínimo que se ganaba mi padre en su trabajo en el hospital, casi sin dormir por las horas extras para ganar lo suficiente para no pasar hambre y pagar el alquiler, mi educación y todo lo demás. ¿De dónde había sacado la idea de
Miro fijamente el mar, sentado al otro lado del banco en el que me he acomodado sin darme cuenta de que estaba ocupado. Las lágrimas fluyen libremente por mis mejillas, y siento un profundo dolor en mi interior. Me siento perdido y abandonado, y nunca pensé que llegaría el día en el que me encontraría en este estado. He enfrentado desafíos difíciles a lo largo de mi vida, pero esta angustia actual supera todo lo que he experimentado. Observo el mar a lo lejos, buscando respuestas en su inmensidad, y luego vuelvo a posar mis ojos en ella. Es hermosa, de una manera única y cautivadora. Hay un aire de misterio y desenfado que la rodea, y me siento inexplicablemente atraído hacia ella. Sus ondas de pelo bailan con la brisa del mar, mientras el sol del atardecer ilumina su figura con tonos dorados. Es en este momento que decido hablarle, de abrirme y compartir mi dolor con ella. Quiero encontrar consuelo en su presencia, alguien que pueda entender y acompañarme en mi sufrimiento. Respi
Me quedo mirando a Gabriel, esperando su respuesta a mi pregunta. Veo cómo su cabeza se mueve negativamente, reflejando la confusión que siente. En sus ojos, puedo ver esa misma confusión que me inquieta.—¡No, éramos mejores amigos! —exclamo con frustración—. Eso es lo que hace que no entienda esta cláusula. ¿Cómo es posible que alguien que supuestamente me conoce tan bien como lo era mi papá, me pueda hacer algo así? Te juro que me rompo la cabeza pensando el motivo por el que tomó esa decisión absurda y no la encuentro. Lo miro con comprensión, sabiendo que esta situación debe ser difícil de aceptar para él. A mi me pasaría lo mismo si papá hiciera una cosa como esa. Mi padre es mi amigo, mi confidente, y sin importar lo que quiere hacerme hacer ahora, nunca pondría una cláusula como esa en su testamento obligándome a hacer algo. Por eso lo entiendo tan bien.—¿No será un complot? —sugiero, pensando en la posibilidad de que haya algo más detrás de todo esto.Gabriel asiente, y pu
En ese instante, mi mente se llena de miedos e inseguridades. En un segundo que parece eterno, me pregunto si he tomado la decisión correcta al aceptar la propuesta de Gabriel. ¿Realmente quiero ayudarlo en su problema hasta el punto de casarme con él? ¿O he sido arrastrada por la emoción del momento y el deseo de ayudar a los necesitados?Además, me debato internamente sobre si debo mentirle a mi padre o ser completamente honesta con él. Sé que si le digo la verdad, probablemente se decepcionará y se preocupará por mí. Por otro lado, temo las consecuencias de revelar la verdad. ¿Qué pasará si mi padre se opone rotundamente a esta decisión? ¿Podré convencerlo de que lo hago porque solo quiero ayudar a Gabriel? ¿O se dará cuenta de que en verdad lo que quiero es escapar de las citas a ciegas, sobre todo con el hijo de los Belmont?— ¡Papá! — Grito asustada, bajándome de los brazos de Gabriel.—¡¿Me puedes explicar, quien es este chico, y por qué están dando este espectáculo en medio
Después de ponernos de acuerdo en la historia que le diremos a papá. Caminamos juntos hasta el auto y subimos. Le indico la dirección de mi casa y mientras conducimos, Gabriel parece sorprendido al verla.—¿Son millonarios, Evelin? —pregunta, con curiosidad en su voz.—No, en realidad era la casa de mis abuelos —respondo, aclarando la situación. —Ellos eran los millonarios y desheredaron a papá, nosotros vivimos con el dinero de su trabajo.—Ah, entiendo. Bueno, respira hondo y enfrentemos al lobo —dice Gabriel, tratando de tranquilizarme.—Ja, ja, ja…, no le llames así a mi padre, es muy bueno —respondo, riendo un poco. Aunque en el fondo sé que mi padre puede ser intimidante, no quiero que Gabriel le tenga miedo.—¿Seguro? No me dio esa impresión —comenta Gabriel, con cierta duda en su voz. —Estaba realmente rojo de la furia cuando me vio cargándote.—Ja, ja, ja, confía en mí. No tienes nada que temer. Ven, vamos a bajar —digo, en lo que él estaciona el auto frente a mi casa. Sali
Después de que mi padre arreglara con nuestro abogado la boda, este inmediatamente concertó una cita para el día siguiente en el juzgado. Aunque ya estaba involucrada en todo este lío, mi interior no dejaba de estremecerse de miedo y susto por todo lo que estaba sucediendo. En primer lugar, me preocupaba casarme con un completo desconocido. La idea de unir mi vida a la de alguien que apenas conozco me llena de incertidumbre y temor. Además, el hecho de estar engañando a mi padre es lo que más me atormenta. Ese sentimiento de culpa me ha llevado incluso a sentir náuseas. Gabriel se fue anoche después de cenar y me hizo prometer que no me arrepentiría. Creo que ha pasado toda la noche fuera de casa, lo cual solo aumenta mi ansiedad y preocupación.De repente, mi padre me llama desde abajo, exigiéndome que me ponga el vestido que compró y que baje. Intento argumentar que no me gusta y que es muy ajustado, pero él insiste en que al menos esté presentable. El tiempo apremia, ya que de