Una corriente de desconcierto se propaga entre las chicas. Sus miradas se entrelazan, cargadas de preguntas no formuladas, especialmente Evelin. Su mente recorre los incontables desfiles de moda en los que ha participado, todos organizados por su mejor amigo Oliver. Siempre había una boda ficticia, un escenario perfectamente armado pero carente de autenticidad legal. Nunca antes un sacerdote había estado presente, y menos uno que le resultaba vagamente familiar. —Sí, padre, venimos libremente —responden los chicos y les hacen señas a sus chicas para que lo digan también. Ellas, confundidas, pero asintiendo, repiten la afirmación. Evelin vuelve su atención hacia Oli. Él, con una expresión entre el desconcierto y la complicidad, alza los hombros, restándole importancia al formalismo del momento. Con un gesto sutil, le sugiere que siga el juego y responda a todo.—¡Chicas, respondan a todo lo que les pregunten junto con los chicos! —les susurra Oli por lo bajo. Evelin, aún con sospec
Todos los chicos están sentados, mirando a sus lindas esposas bailando felices en el centro de la pista. Ellos les habían dicho que irían a buscar las bebidas.—Bueno, en realidad no sabemos si están embarazadas —dice Salvador mirando a Asiri.—Yo sí estoy seguro —afirma Gabriel—. Ya me molestan todos los olores de la casa.—Y yo también creo que María Isabel lo está; solo quiere comer sandías a todas horas —agrega Filipo.—Yo no he notado nada raro en Fiore —comenta Salvatore, algo desanimado. Pero Filipo le señala que su hermana se la pasa comiendo hielo últimamente, algo que ella jamás había hecho.—¡Eso es verdad! ¡Hasta en las noches me manda a buscar hielo! ¡Tienes razón, Filippo! —exclama Salvatore, que ahora mira a su hermosa esposa emocionado y feliz—. ¡Fiore está embarazada! ¿Cómo no me di cuenta?Salvador se ríe y le da una palmada a su hermano, burlándose de que está estudiando medicina y no se dio cuenta.—Eso solo confirma mi teoría: eres un tonto, hermano —se burla Sal
Mientras tanto, al despertarse, Maximiliano el Greco se encuentra solo, en bóxer, atado de pies y manos y acostado en una cama, con la boca tapada. A su lado, duerme una chica. Le parece estar soñando. ¡Es Fiorella! Sin embargo, la sensación de estar atado no le agrada en absoluto y comienza a forcejear para intentar soltarse, cuando oye una voz.—¡Deja de forcejear, gatito, y déjame dormir! —lo regaña ella—. ¡Acabo de llegar de la boda de mis primas! Esa voz no es la de Fiorella, se da cuenta Maximiliano y recuerda la voz de la chica llamada Coral, aquella que salvó a Fiorella. "Vaya, son idénticas", se dice a sí mismo, recordando haberla visto de niña. Pero no entiende qué quiere ella de él ahora que es adulta. Tras escucharla dormir, sentir cómo se le tiraba encima, lo abrazaba y lo baboseaba, ella abre sus hermosos ojos verdes, idénticos a los de Fiorella.—¿Te gusta lo que ves, gatito? Porque a mí sí me gusta lo que veo —dice mientras le acaricia por encima del bóxer—. Creo que
Gerónimo, sentado en una mesa cerca de la pista, observa cómo todos se alejan. A pesar de haber bebido, no está borracho. Se dirige hacia el bar y, sin querer, choca con una chica que, mirando hacia atrás, se disculpa.—Perdón, perdón —dice ella.—No es nada, también es mi culpa —responde él y trata de continuar su camino, pero ella lo atrapa por un brazo.—Te vi dirigiendo el espectáculo junto con Oliver. ¿Podrías ayudarme con algo, por favor? —le pide angustiada.Gerónimo la observa: es muy hermosa, con ojos verdes y claros, rubia con el pelo largo y rizado, labios rojos y voluptuosos. Su mirada baja hasta los redondos pechos que asoman sensualmente por el escote. Tiene una pequeña cintura que da paso a unas caderas bien formadas. "Es una preciosura", piensa Gerónimo. Sin embargo, sacude la cabeza y le pregunta:—¿En qué puedo ayudarla, señorita? —muy serio, proponiéndose no complicarse la existencia esa noche aunque se la están poniendo difícil. Ella lo mira nerviosa y sin soltar
El tiempo, siempre elusivo y veloz, ha tejido su curso con una delicadeza que apenas han podido percibir. Las jóvenes madres, con sus bebés aún en brazos, han emprendido el viaje hacia la vibrante ciudad de Nueva York, donde se celebrará la unión de Oliver y Dario. En la serenidad del jardín, el doctor Rossi, sentado al lado de su amada esposa Elvira, contempla con ojos llenos de amor a las parejas que juegan con sus hijos sobre el verde manto.Evelin, madre de dos varones robustos. Aunque Gabriel quería que fueran niñas, está feliz con ellos. Incluso a pesar de que los malestares del embarazo fueron más intensos que con Bianca, él sueña con la risa de otra futura niña entre sus brazos. María Isabel, por su parte, ha traído al mundo una niña que se ha convertido en la joya de Filipo. Él ya trama planes para protegerla de futuros pretendientes, aunque su corazón está abierto a la idea de darle hermanos a la pequeña princesa de la casa, con María Isabel compartiendo su entusiasmo y Pi
Salieron entusiasmadas y se dirigieron al lugar donde Gabriel, escondido junto a Oli y Darío —quien grabaría el video— las esperaba. Al llegar y sentarse en el banco, Elvira se levantó como si fuera a comprar algo a un señor cercano. Era el momento que Gaby esperaba; avanzó rápidamente y se puso de rodillas frente a Evelin, quien lo miró sorprendida.— ¿Gaby...?—Eve, apareciste en mi vida y me completaste. Todo cobró sentido: el brillo de tus ojos, tu olor, tu calor hicieron palpitar mi corazón. Yo nací para vivir y morir a tu lado, Eve. Y aún después de muerto, mi alma estará fundida con la tuya por toda la eternidad. Estar a tu lado, escuchar tu voz, tu risa alegre es lo único que deseo en esta vida y en todas las demás. Evelin Rossi, ¿me harías el honor de ser mi esposa? —Y le extiende un impresionante anillo de compromiso. Evelin se queda mirándolo, realmente impresionada. Su corazón late acelerado. Ha pasado tiempo desde que lo viera allí, arrodillado, suplicándole que se casar
No había manera de escapar, por mucho que traté de que papá no se diera cuenta de que estaba en mi habitación, me descubrió y ya inició con su cantaleta de siempre.— ¡Papá, no necesito que me busques un novio! — exclamé, tratando de expresar mi frustración.Su mirada paternal me demostró su preocupación mientras respondía muy serio como siempre que hablaba de lo mismo.— Eve, no quiero que te pase igual que a mí. Que pasé casi toda mi vida solo — dijo con un deje de tristeza que me llamó la atención.Me quedé mirándolo fijo sin comprender lo que quería decir con aquello, su matrimonio era un misterio para mí. Suspiré sabiendo que tenía buenas intenciones, pero también me incomodaba la insistencia de buscar un novio para mí.— Papá, te casaste con mi madre — mencioné, esperando entender su perspectiva.— Si le puedes llamar a eso estar casados — dijo, con una mezcla de tristeza y nostalgia en su tono. Sus palabras me intrigaron y no pude evitar preguntar:— ¿Qué quieres decir con eso?
Decidí mantenerme oculta y escuchar hasta el final la conversación entre ellos, necesitaba saber hasta qué punto había sido engañada. Con el corazón roto y la confianza hecha añicos, continué escuchando desde mi escondite.— ¡No es por eso! ¡Ella es muy buena chica! —siguió alegando Miranda y casi estaba convencida de que en verdad era mi querida amiga. Pero lo que siguió hizo añicos mi corazón. — Pero no te voy a negar, que también me agrada que me miren más a mí que a ella, ji, ji, ji...— ¡Lo sabía! —exclamó Rusell, sintiendo que no estaba solo en su farsa de engañarme. — Yo estoy con ella porque me interesa su dinero y que me haga los trabajos. Mis notas han subido mucho desde que ella las hace.Me quedé petrificada. ¿Qué dinero? Si nosotros vivíamos con lo mínimo que se ganaba mi padre en su trabajo en el hospital, casi sin dormir por las horas extras para ganar lo suficiente para no pasar hambre y pagar el alquiler, mi educación y todo lo demás. ¿De dónde había sacado la idea de