Un tenso silencio se apoderó de la línea mientras Evelin procesaba la información que Gabriel acababa de compartir. Sabía muy bien lo mucho que su esposo odiaba las fiestas y evitaba asistir a ellas siempre que podía.

—Gabriel, ¿estás seguro de que no hay forma de evitar esta fiesta? ¿Y tiene que ser hoy?

Gabriel se disculpó apresuradamente por su petición, consciente de que no quería que Evelin cambiara por él. Sin embargo, sabía que la ocasión requería un atuendo elegante para evitar posibles problemas.

—Lo siento, Evelin. Dije, que no quería que cambiaras por mi. . Pero, ¿crees que podrías vestirte muy elegante hoy? —preguntó Gabriel, con una mezcla de preocupación y cariño en su voz.

Perdón Eve, yo te encuentro linda como quiera que estés, pero esos rufianes, te van a estar evaluando.

—Gaby, son las cuatro de la tarde —respondió Evelin, señalando el tiempo restante antes del evento.

—Lo sé Evelin, perdóname, pero no pude rehusarme, es una trampa para ver si es verdad que vivimo