Llego a la cocina y me como todo el desayuno, salgo con Gabriel en su auto, que lo maneja él mismo. Le voy diciendo dónde queda la fábrica. Al fin llegamos, me bajo del auto, pero lo veo que parquea y se baja él también.—¿Qué haces?—Pues, conocer donde trabaja mi esposa. Tienen, que saber los trabajadores de aquí, por si investigan, que estamos casados —. Sí, tengo que dejar claro que eres casada y que eres mía Eve.—Es verdad —. Contestó ante su lógica. Me tomó de la cintura, y entramos sonrientes a mi trabajo. La recepcionista, a la cual le he dado otra oportunidad, nos recibe sonriente.—Buenos días. Clarisa, este es Gabriel D´Alessi, mi esposo. Te lo presento, para que lo conozcas y no lo vayas a echar la próxima vez que venga sin mi.—Oh señora Evelin, disculpe. Mucho gusto señor.—¿Por qué le dijiste así a la chica?—Porque, por poco me echa la primera vez que vine. Ja, ja, ja fue una broma. ¡Pero suéltame, me tienes agarrada todo el tiempo!—Lo hago, para parecer familiares—
Abro mis ojos ante el sonido insistente de mi nombre. No lo puedo creer, ¡estoy arriba de Gabriel! ¿Qué diablos hago aquí? Observo a Gaby, está excitado también y me tiene tomada por la cintura. Me bajo rápidamente apenada.—¡Disculpa Gaby, estaba soñando! ¡Evelin estás loca, le saltaste arriba otra vez!—Eve, ¿estabas soñando conmigo? ¿Me deseas?— Di que si Eve—No, Gaby, solo era un sueño, duérmete. ¡Sí, Gaby, estoy desesperada por tener sexo contigo!—Pero…, ¿si querías violarme otra vez?—¡No digas eso! ¡Yo no sabía lo que hacía ese día! ¡Estaba drogada aquella vez y ahora estaba soñando! ¡Duérmete y disculpa! Quiero hacerlo Gaby, no me preguntes y sáltame arriba, ¡qué vergüenza! Control Evelin, control.—Estoy por pensar, que es tu fantasía sexual violarme. Insinúa Gabriel sonriente mirando a Evelin que está toda apenada. Me encanta serlo Eve, ¿Deberé aprovecharme ahora?—¡Yo…, yo no tengo fantasías sexuales! Afirma Evelin mientras piensa. Sí tengo, Gaby, tengo muchas fa
Le digo desesperado de ver que nada de lo que digo o hago ella lo cree. Si la hubiera vuelto loca cuando se lo hice, ahora que recordó, se daría cuenta de lo hermosa que es. No sirves como hombre Gabriel. Me digo soltando todo el aire decepcionado de mí mismo. Por este camino, no lograré enamorarla y quedarme con ella.—No es eso Gaby. Estábamos drogados. Tampoco, sé por qué te estoy pidiendo esto. Sabes, que me aterran los chicos. Menos tú Gaby, y eres endemoniadamente sexi y ya hice sexo contigo, te tengo en mi cama solo con bóxer, eres un abusador. Evelin eres una desvergonzada. Te quieres aprovechar de nuevo.—Ya sé, que no me ves como un hombre, sólo como un tonto chico al que estás ayudando. Tampoco, me siento como un hombre, que pueda complacer a plenitud a una mujer—,¿cómo voy a lograr que Eve me vea como hombre? ¡Cielos, ya no sé qué hacer!—, pero créeme cuando te digo que eres una mujer muy bella y me gustas, aunque no te haya complacido a plenitud, perdóname por eso.—¿
La reunión resultó agotadora, pero finalmente llegó a su fin. Me siento inundado por la incertidumbre, sin saber cómo voy a cubrir todos esos gastos. Mi única esperanza es que el banco me conceda el préstamo; de lo contrario, me enfrentaría a la ruina. Justo en ese instante, el teléfono interrumpe mis pensamientos con su insistente timbre. Veo en la pantalla un número desconocido. — ¿Hola? — contesto. — Gabriel, soy yo, tu suegro. Necesito hablar contigo. —Hola, doctor Rossi. ¿Cómo puedo ayudarle? — respondo, intrigado por su llamada. — No puedo hablar por teléfono. ¿Podríamos encontrarnos en la cafetería de la esquina de tu oficina? — Por supuesto, me dirijo para allá de inmediato. — Te estaré esperando. ¿Qué querrá mi suegro? Decido aprovechar este hueco en mi agenda e ir a verlo. ¿Habrá escuchado a Eve y a mí anoche? Es verdad que Eve gritaba bastante, fue una experiencia increíblemente intensa. Pero si nos escuchó, no debería importarle, él siempre ha estado de acuerdo con n
Me quedo allí, en silencio, mientras las palabras de mi suegro resuenan en mis oídos. La emoción me embarga, y me doy cuenta de lo afortunado que soy. Después de haberme sentido tan solo en el mundo, ahora tengo a Evelin, mi esposa, y a su padre, que me ama como a un hijo.Recuerdo los días oscuros, cuando la tristeza y la soledad eran mis únicas compañeras. La muerte de mi padre había dejado un vacío en mi vida que parecía imposible de llenar. Me sentía como un barco a la deriva en un mar tempestuoso, sin rumbo ni esperanza.Pero entonces llegó Evelin. Con su sonrisa radiante y su espíritu indomable, iluminó mi mundo oscuro y me mostró que aún había belleza y amor en la vida. Me enamoré de ella, no solo por su belleza exterior, sino por su fortaleza interior y su bondad.Y ahora, el señor Rossi, me ha aceptado como a un hijo. A pesar de ser mi suegro, me trata con el mismo amor y respeto que tendría por su propio hijo. Siento las lágrimas pugnando por salir de mis ojos, pero no son l
¿Qué estará tramando mi padre? Conozco a ese detective, es el tío Colombo. ¿Qué estará investigando? Mi padre solo lo llama cuando quiere hacer algo en secreto. Aprieto el botón del intercomunicador para llamar a mi secretaria. Necesito saber algo. —Elvira, por favor, ¿puedes venir un momento? —Sí, señora. Enseguida la veo aparecer por la puerta, justo cuando llega mi padre. Lo veo titubear en la puerta al ver a Elvira. —¿Pasa algo, papá? —No, Evelin. Buenas tardes, Elvira. —Buenas tardes, señor — responde Elvira sin mirarlo. Observo a los dos y me parece que están nerviosos. —Vendré más tarde, Eve. Olvidé algo en el laboratorio — dice de pronto mi padre y se va. Puedo ver cómo Elvira suspira y lo mira disimuladamente alejarse. Algo pasa entre ellos dos, me digo a mí misma. Con todas estas hormonas revoloteando en mi cuerpo debido al embarazo, parece que mi mente está más alerta y perceptiva, buscando señales y misterios en cada situación. Me pregunto si es normal sentirme así
Llevo días observando a papá, algo le pasa. Lo conozco muy bien. Sube muchas veces hasta mi oficina, pero luego se detiene, da la vuelta y se marcha. Además, lo he atrapado muchas veces observando a Elvira, y ella también se pone nerviosa cuando lo ve. Hoy no puedo dejar pasar más tiempo sin descubrir qué es lo que está sucediendo. Lo veo entrar a mi oficina y sentarse en silencio. Dejo de hacer lo que estoy haciendo y me siento a su lado.—Papá, ¿cómo te salió la prueba de ayer del nuevo fármaco? —pregunto.—Muy bien, si todo sigue así, estaremos en condiciones de enviar el primer lote de vacunas el mes que viene a nuestra fundación en África —responde él.—¿Tenemos una fundación en África? ¿Por qué no lo sabía? —inquiero sorprendida.—No te lo dije a propósito. No quiero que te vayas a África y me dejes solo —dice él.—¡Papá, no debiste hacer eso! —le reprocho.—Tienes que casarte para que dejes de estar pegado a mí.—No quiero casarme, Evelin. Ya lo hemos discutido. No quiero tener
Miro a mi padre como mueve la cabeza, y luego pasa su mano por el cabello, es un gesto que hace cuando está confundido. Mientras lo hace habla solo. —No lo sé. Pasé por su lado en mi moto sin mirarla y entré a la casa. Luego discutí con mis padres, quienes me amenazaron con desheredarme. Les grité que no me importaba, que no quería su maldito dinero. Y me fui a América con tu madre —sigue la historia que nunca me había contado antes. — No tenía dinero porque lo había gastado todo sacando a tus tíos de la cárcel, ya sabes, los Garibaldi, y había vaciado mis tarjetas dándole mucho dinero para que dejaran de ser mafiosos. Mi mejor amiga me ayudó a comprar los pasajes y me dio algo de dinero. Después que tu madre nos abandonó y logré reunir el dinero para traerte de pequeña, nos quedamos una semana en su casa. Era muy buena amiga, pero después casi nunca coincidimos porque a ella le gustaba viajar mucho. Por eso, y para no molestar, las otras veces nos alojamos en hoteles. Mis pad