Le pido suplicante a Evelin que se queda mirándome fijamente por un momento y me asombra escuchar lo que responde.

—Está bien Gaby. Bésame, todo lo que quieras. Hazlo, tienes que dejar salir ese miedo. ¡Bésame, hasta que se te quite! — Dios, ¿qué acabo de decir?

No sé por qué le he dicho eso, pero no se me ocurre otra cosa, está entrando en pánico, lo puedo ver en su mirada suplicante y las cosas alocadas que me dice.

—¡Oh Evelin, sabes exactamente que necesito, solo te necesito a ti, solo a ti, me vuelves loco!

Sí, no me importa nada más esta noche Evelin, solo hacerte mía. Necesito hacerte mía o moriré. Pienso mientras me acerco a ella respirando fuerte.

Retrocedo unos pasos al ver como me mira, después de darle permiso para que me besara. Me agarra por la cintura pegándome a él. Comienza a besar mis labios, como si fueran el mejor helado del mundo, puedo apreciar como me los saborea, me los besa milímetro a milímetro, recorriéndomelos como si quisiera grabarlos en su ment